A partir de los dichos de un policía canadiense, que en 2011 en el marco de una conferencia sobre seguridad en la facultad de Derecho de Toronto, advirtió a las mujeres que “no deberían vestirse como putas si no quieren sufrir violencia sexual” se originó La Marcha de las Putas.
Esta marcha se realiza en distintos lugares del mundo y fue tomada como propia por miles de mujeres cansadas del machismo que, ante cualquier conducta por fuera de lo que el patriarcado manda es acusada de “puta”. Y así es como cientos de mujeres en distintos lugares se reúnen para marchar vestidas como no es debido y diciendo lo que no deberían decir.
La consigna de la marcha es “Cuando una mujer dice no es no” y apunta a desnaturalizar que las mujeres son las responsables del acoso y la violencia machista, hoy en pleno 2014 es una osadía caminar sola por la calle, y ni hablar de las situaciones que se dan en boliches o bares. El caso de Melina demostró que los medios fogonean la justificación de la violencia en la responsabilidad de la mujer que dio lugar a el abuso de una u otra forma.
Las buenas y las malas
La moral patriarcal separa a las mujeres en dos grupos, las decentes y las putas. Las decentes tienen a un hombre al lado y se deben a él (sus decisiones, su sexualidad, su imagen), y las putas son las que no se resignan a la autoridad masculina ni son sumisas ante sus deseos. En este sentido la palabra “puta” tiene una connotación particular, es una calificación denigratoria que utiliza la sociedad machista para excluir a las que osan no encajar en el molde que corresponde.
Trotsky decía que el lenguaje insultante constituye un legado de la esclavitud, de la humillación y falta de respeto por la dignidad humana, de la misma forma sostenía que, aceptar los insultos es aceptar que se está obligado a sufrir la humillación que ella implica. La convocatoria de la marcha apunta a resignificar la palabra puta, borrando el sentido denigratorio y darle un contenido nuevo para que “ya no pueda hacer daño”. El lema de la marcha es que todas son putas, de esa forma intentan romper la separación que la misoginia impone, incluso entre mujeres, y consigue que todas se vean como iguales y se defiendan contra el abuso, el acoso y la violencia de la misma forma.
La imagen de miles de mujeres en distintos países irrumpiendo en la escena de lo establecido, que salen del lugar pasivo de aceptar un mundo machista y violento tal cual es y lo sacuden es disruptiva desde todo punto de vista. De forma contestataria le dicen a la sociedad que ni la ropa, ni el maquillaje, ni ningún ademán o gesto justifica la violencia y para reafirmarlo se visten, se maquillan y andan por la calle como la moral patriarcal lo prohíbe, lo condena y lo margina. |