Nuestro horario de colación tiende siempre a ser un espacio de relajo y de mayor confianza -debe ser también el sabor y el olor a la comida que nos provoca mejor disposición. Saber que nos espera una hora para poder dar una pausa al trabajo que realizamos desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde, que podremos fumarnos un cigarro, que descansaremos de momento de los ojos enjuiciadores y castigadores de nuestra jefatura, nos anima, incluso para poder conversar de las cosas mas complejas de la vida.
Todos los días en el almuerzo, son distintos los temas que hablamos, y distintas emociones que se nos abren, sin duda, los almuerzos nos vienen sirviendo hace al menos 2 semanas para descargar cosas guardadas, frustraciones, rabia, también para reírnos fuerte, pelear entre nosotras, discutir diferentes puntos de vista que tenemos, apreciaciones que en momentos debemos callárnoslas porque lo prioritario en nuestras cabezas todos los días, es mantener un sueldo para llevar a la casa, y cualquier cosa dicha sin mayor tacto y en contraposición de lo que piense la jefatura es motivo para que arbitrariamente nos despidan acá en el trabajo.
Pero nos las arreglamos igual, hay lugares donde los oídos del jefe no llegan, y nosotras podemos hablar, proponer y hacer los que se nos antoje.
Hoy por ejemplo comenzamos a hablar sobre la rabia que nos provoca sentirnos muchas veces violentadas por nuestros pares hombres y la sociedad en su conjunto; diferentes apreciaciones salieron a flote, desde las colegas que portan en su historia con mas concepciones machistas, y que creen, que estas cosas suceden porque las mujeres las provocan, o colegas que -todas tenemos distintas ideas de la violencia de genero y la violencia machista- sin si quiera saberlo algunas, portan una concepción de si mismas como si las mujeres solo fuésemos victimas impotentes sobre la vida y sus consecuencias, esa visión que el Estado de Chile y los distintos Estados de Latinoamerica y el mundo, fortalecen y han fortalecido históricamente, de la mano de los gobiernos capitalistas y el patriarcado.
Eso con el objetivo de relegarnos a nosotras a un rol sumiso, dentro del hogar y fuera de este, limitándonos a participar de los espacios públicos y mas profundamente, negándonos la posibilidad de transformación de nuestras propias vidas.
Otras colegas por ejemplo expresaban entre acaloradas palabras, que la violencia machista es solo cuestión de abuso de poder por parte de los hombres por sobre las mujeres, lo que no deja de tener algún elemento de razón ( al menos en parte) pero que la solución para ellas "es que los hombres no existan, porque están hechos para ser violadores, golpeadores y victimarios y jamas aprenderán" idea que se acerca bastante a una visión que levantan corrientes posmodernas, desde un feminismo radical, que se remite a culpar y responsabilizar sólo a los hombres por su genero -por ser "hombres"- obviando cualquier elemento central de clase o de responsabilidad directa del modelo capitalista, sus empresarios, su iglesia, los políticos corruptos y el patriarcado como sostenedores de un sistema social-político y económico que a diario fortalece los crímenes de odio contra nosotras las mujeres.
Son varias las percepciones, las ideas que en conversación surgen en torno a la violencia hacia las mujeres y que en cada almuerzo o posibilidad de hablarlo afloran, al menos lo común y lo que nos unifica en principio a todas, es que todas hemos vivido violencia en distintos niveles y expresiones de ésta alguna vez en nuestras vidas, desde violencia intrafamiliar, hasta maltrato psicológico en relaciones de pareja, o las mismas cosas cotidianas que vivimos, nuestros sueldos que no superan los 300 mil pesos al mes o las pensiones de hambre, que se constituyen como métodos violentos de tratarnos cotidianamente.
Todas al menos acordamos en que la violencia debe acabarse al final de nuestra conversación, nos preguntábamos ¿qué hacer? como al menos comenzar a poner freno a los femicidios que hoy en el año en Chile ya han quitado la vida a mas de 9 mujeres, en su mayoría, mujeres de los sectores mas precarizados de la sociedad, mujeres como nosotras, trabajadoras.
Pues la necesidad ante esta realidad, hace urgente que las mujeres levantemos una exigencia hacia el Estado para que se haga cargo de poner freno a los femicidios y la violencia sobre nosotras, nos están asesinando todos los días, a través de crímenes de odio ¡todos los días! y el Estado es responsable de esto también.
Como militante de Pan y Rosas Teresa Flores, se que en esta sociedad gobernada por un ínfimo grupo de capitalistas y enormes empresarios, no alcanzaremos la igualdad, para esto necesitamos acabar con toda forma de opresión y explotación para que esto ocurra.
Desde ahí me distancio de cualquier visión que quede tranquila y contenta con las pequeñas conquistas o avances que al modelo capitalista hemos podido arrancarle al calor de las importantes movilizaciones de las mujeres en todo el mundo, (con violencia, sangre y muerte de por medio), pero no exigir hoy una Ley de Emergencia es negarse a pelear por exigencias básicas que las mujeres necesitamos que se nos garanticen, una ley que realmente proteja a las mujeres y sirva para prevenir los femicidios y combatir la violencia machista, donde la mujer que ha sido “víctima de violencia, o este sometida a ella pueda resguardar su libertad, dignidad e integridad física, psicológica y sexual, económica o patrimonial, así como también a su seguridad personal, en donde refugios transitorios y plan de vivienda estatal con impuestos a las grandes empresas inmobiliarias se han garantizados por el Estado para las mujeres, que se puedan garantizar también licencias laborales y que el Estado se haga responsable de crear planes de empleo para que las mujeres puedan trabajar y así independizarse económicamente de sus agresores; como sabemos, muchas veces, las mujeres no se encuentran con empleo y tienen hijos e hijas que sostener, por lo que terminan aguantando el maltrato para ser así mantenidas.
Es necesario exijamos una ley que busque combatir la violencia machista y prevenir los femicidios, pese a que esta violenta realidad seguirá existiendo mientras permanezca con vida esta sociedad capitalista y patriarcal, donde se legitima y permite que las mujeres seamos quienes recibamos las pensiones mas miserables que no superan los mas de 154 mil pesos. En tiempos donde la fuerza laboral femenina es casi la mitad a nivel mundial, donde hasta los días, seguimos ganando un 30% menos que nuestros compañeros de clase, donde aun no contamos con jardines ni salas cunas para cuidar a nuestros hijos mientras trabajamos; y no existe acceso pleno y de calidad a anticonceptivos y educación sexual sin la intromisión de la Iglesia, entre otras cuestiones básicas. |