Fotos: Juan Cicale
Desde las 12hs. se colmó la sala de familiares, militantes de derechos humanos y periodistas a la espera de la sentencia. Hubo personas que esperaron afuera por falta de espacio en la sala, y desde la vereda se escuchaban cantos que expresaban muchas expectativas.
En este juicio hubo un único acusado, el ex comisario Luis Raúl Ponce, quien estuvo 22 años prófugo. Quedo absolutamente probada su responsabilidad y coautoría en el planeamiento del secuestro de Andrés Nuñez, en el secuestro, la aplicación de tormentos para forzar una declaración, el asesinato producto de las torturas, el ocultamiento del cuerpo, la falsificación del libro de la Brigada de Investigaciones de La Plata y el tribunal por unanimidad sentenció la reclusión perpetua para el acusado.
Luis Raúl Ponce además fue identificado por Jorge Julio López como uno de los que participó de su secuestro en octubre de 1976 y que lo trasladó en más de una oportunidad durante su periplo por distintos lugares de detención clandestina. López manifestó textualmente que “...la persona que a él lo llevó en el auto secuestrado era Jorge Ponce del Servicio Penitenciario...”. Estaba procesado en causa federal Nº 271 por el secuestro de Jorge Julio López en octubre de 1976 y como integrante de la patota de la Comisaría 5ta de La Plata en dictadura. Aún con confirmación del procesamiento por la Cámara Federal platense, la acusación se cayó por responsabilidad de los fiscales federales Marcelo Molina y Hernán Schapiro, que no sostuvieron los cargos con el cínico argumento de que los datos eran confusos y que el testigo López no podía reafirmar sus dichos, ya que se encontraba nuevamente desaparecido. Cabe agregar que los instructores de la causa por la segunda desaparición de López en septiembre de 2006 eran los mismos fiscales que afirmaban lo dicho.
Durante todas las audiencias de este juicio las declaraciones de los testigos David Guevara, su madre y de Mirna Gómez, compañera de Andrés Nuñez, probaron que Ponce fue parte de la aplicación de golpes a Andrés y a David durante la noche del secuestro de ambos, del tristemente conocido método de tortura del submarino seco tan utilizado durante la dictadura, entre otros métodos de tortura física y psíquica que a Andrés le costaron la vida.
También quedó en evidencia que Ponce pergeñó una estrategia de ocultamiento para lograr la impunidad suya y de la patota de la Brigada de Investigaciones de La Plata conformada por Gérez (prófugo), González y Ramos y dirigida por Ponce. Esta estrategia incluyó el ocultamiento de los restos óseos calcinados y evidencias asociadas descubiertos cinco años después de la desaparición de Andrés por el EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense) en un tanque australiano cerca de la rotonda de Belgrano, la adulteración del libro de guardia de la Brigada y el acuerdo con jueces como Amílcar Vara para garantizarse la impunidad.
El juez Amílcar Vara merece unas líneas especiales. Asiduo visitante de la Brigada de Investigaciones, centro de tortura aún terminada la dictadura, le dijo a Mirna Gómez, compañera de Andrés que “Quédese tranquila, se habrá ido con una chica a Brasil”. Las mismas cínicas palabras que escuchó Rosa Bru cuando buscaba a su hijo Miguel. Y tantos otros familiares durante los años del genocidio.
Después de tantos años de impunidad la reclusión perpetua para Ponce es una buena noticia.
Seguiremos acompañando desde el CeProDH la lucha contra la impunidad de los crímenes perpetrados por las fuerzas de seguridad del Estado. |