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Nueva Caledonia 1988, Guayana Francesa 2017: Cuando las colonias francesas estallan a pesar de la contención de las elecciones
Tradicionalmente, las elecciones presidenciales desempeñan un papel importante en la contención de la agenda social, al frenar las protestas sociales en nombre de la "gran fiesta democrática", versión V República. Si ya en Francia misma, las luchas se han sucedido a pesar de la proximidad de las elecciones presidenciales (movimientos locales en los lugares de trabajo, movilizaciones en reclamo de justicia para Theo, Adama o Shaoyo Liu, víctimas de la violencia policial), los territorios sobre los que aún pesa el yugo colonial de París siempre han sido más turbulentos, inclusive antes de las elecciones nacionales. Y el período abierto con la huelga general en Guayana no es una excepción.
El ejemplo más ilustrativo, sin duda, sigue siendo el de Nueva Caledonia en 1988. Se recuerda la masacre de la cueva de Ouvea perpetrado por las fuerzas especiales coloniales en represalia por una acción llevada a cabo por independentistas canacos del FLNKS. Un baño de sangre generado como consecuencia del pasado colonial de Nueva Caledonia y la segregación de los canacos, pero que dio un giro radical con el nombramiento de Jacques Chirac en 1986 como Primer Ministro. La farsa del referéndum de 1987, ampliamente boicoteada por los canacos mismos, había representado el preludio de la política del garrote y la diplomacia practicada por Paris e intensificada bajo Chirac.
La proximidad de las elecciones presidenciales no tendría ningún efecto de contención sobre la revuelta en curso. "La barbarie de estos hombres, si se les puede llamar así", declaró Chirac dos días después del asalto a la cueva Ouvea, en vísperas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales a las que se presentó contra Mitterrand, y que se saldó con las ejecuciones sumarias de militantes canacos que mantenían como rehenes a una docena de gendarmes para poder alcanzar sus objetivos. Por supuesto, ni el contexto ni el grado de confrontación se parecen de ninguna manera a los de la Guayana Francesa de hoy, pero ciertamente son las mismas fuentes coloniales las que dieron origen a la revuelta: la relegación, la segregación económica y la opresión económica, política y cultural.
Todos los "grandes" candidatos en la primera línea de defensa del imperialismo francés
La onda expansiva provocada por la huelga general en Guayana Francesa terminó por romper el silencio mediático que hasta ahora había ocultado las causas. Tanto es así que hoy en día, ninguno de los candidatos a las presidenciales puede ocultar el tema, dado que están en juego los intereses del imperialismo francés y que el ejemplo de Guayana Francesa podría mostrar el camino para la movilización aquí mismo, en Francia.
En relación con este tema, aunque cada uno de los candidatos "grandes" al Elíseo pueda mostrar alguna señal de desacuerdo, ninguno de ellos destaca el carácter colonial de la situación. Esto se refleja en el hecho de que todos defienden, en mayor o menor grado, el mantenimiento y aun el refuerzo del dominio del imperialismo francés sobre sus colonias.
Las clases dominantes sólo proponen dos opciones: hacer algunas concesiones parciales (que en nada cambian las deficiencias estructurales y mantienen la camisa de fuerza ideológica), o recurrir directamente a la represión para sofocar la furia. Y en este contexto particular de acumulación de escándalos y de crisis orgánica de la democracia burguesa, en el que el bipartidismo tradicional ha estallado en pedazos, llevando a una recomposición profunda del sistema político francés, el episodio de la huelga general en Guayana Francesa toma una dimensión particular y aparece como una de las cuestiones centrales del periodo electoral.
¡Apoyo internacionalista a los pueblos colonizados en lucha!
La cuestión de la definición misma de estos territorios no es de ninguna manera un tema secundario. El imperialismo francés actúa como un equilibrista, manteniendo a los pueblos oprimidos justo sobre la línea de flotación, que está determinada ante todo por las condiciones de vida de los trabajadores procedentes de países limítrofes o de islas y archipiélagos cercanos, con el fin de frenar cualquier tendencia separatista y así preservar sus bases estratégicas en Sudamérica, el Caribe, el Océano Índico o el Pacífico.
Y si las protestas sociales se extienden, se recurre a la herramienta represiva, con aun más violencia que en Francia misma, para restaurar el orden. Por esta razón, considerar que la Guayana Francesa es un departamento francés, como sostienen algunos en la izquierda, implica ignorar toda contextualización histórica, social y política de la situación de la Guayana francesa e impide comprenderla realmente para poder transformarla.
En otras palabras, implica dejarse llevar por la ilusión republicana, condenarse a una posición errónea y dejar el campo libre a los ministros que viajan a la zona para prometer algunas concesiones con el fin de reducir la presión, pero sobre todo para que nada cambie. Fue lo que ya había hecho Yves Jégot en Guadalupe, después del movimiento contra la "Pwofytasion" en 2009. Los trabajadores y las clases populares y Guadalupe y Martinica saben a qué atenerse.
Una de las mentiras que estalla en pleno vuelo con la huelga general de Guayana Francesa es justamente el carácter de "territorios de la República iguales al de la metrópoli", es decir, la redefinición ficticia de las colonias como DOM-TOM (Departamentos y territorios de ultramar).
Desde la perspectiva de las organizaciones del movimiento obrero y popular en Francia, es necesario afirmar la solidaridad internacionalista y antiimperialista con el movimiento en curso. Por esta razón vemos una línea divisoria entre la "izquierda responsable", la " izquierda de gobierno" y aquellos que realmente desean cambiar todo este sistema. |