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12 de abril de 2017 Twitter Faceboock

ESTADOS UNIDOS - RUSIA
Tillerson y Lavrov bajan la tensión aunque sin llegar a acuerdo sobre Siria
Juan Andrés Gallardo | @juanagallardo1

La reunión entre los cancilleres de Estados Unidos y Rusia terminó con una conferencia de prensa este miércoles en el que trataron de bajar el nivel de tensión, sin llegar a acuerdo sobre Siria.

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El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, participó este miércoles de una reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin, tras varias horas de intercambio con el canciller Sergei Levrov. La reunión culminó con una conferencia de prensa entre ambos cancilleres en los que se buscó bajar el nivel de tensión entre los dos países, que llegó a su punto más alto en la última semana tras el bombardeo de Estados Unidos a una base militar Siria por los ataques con armas químicas en ese país.

En palabras de Tillerson: “Las relaciones entre EE. UU. y Rusia se encuentran en un muy bajo nivel de confianza, y las dos principales potencias nucleares no pueden tener este bajo nivel de confianza”. Ese argumento guió la conferencia de prensa en común, en la que se buscó mostrar un clima distendido a pesar de que no se pudieron presentar acuerdos significativos en ninguno de los puntos más calientes de la relación entre ambos países.

La tensión previa

Tillerson había llegado el martes a Moscú en un clima de alta hostilidad por el ultimátum de Estados Unidos a Rusia para que dejara de apoyar a Al Assad en Siria. Putin a su vez había contestado que las relaciones entre ambos países estaban dañadas, mientras que Lavrov dijo que no obliguen a Rusia a elegir entre EE. UU. y Al Assad.

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Durante la conferencia de prensa Tillerson y Lavrov intentaron mostrar que existieron avances en las relaciones entre ambos países, pero solo ofrecieron una visión unitaria sobre la lucha contra el terrorismo o la necesidad de desnuclearizar a Corea del Norte, sin mayores detalles. No hubo acuerdo sobre el rol de Al Assad en Siria, en el que Tillerson fue menos tajante que Trump, por lo que el tema de conjunto fue enviado a “comisión”. Tampoco hubo acuerdo sobre Ucrania, al que Tillerson calificó de irresoluble en el corto plazo.

El presunto hackeo ruso durante la campaña electoral de EE. UU. estuvo presente en varias de las preguntas de los periodistas, y tanto Tillerson como Lavrov buscaron restarle importancia y prometieron “colaborar en todas las investigaciones” sobre el caso.

El fantasma de Al Assad

Siria fue uno de los temas centrales de la conferencia de prensa común y allí se demostró que tras las fricciones generadas por los bombardeos de EE. UU. la semana pasada, ambos cancilleres buscaron mostrar un clima distendido aunque sin ningún acuerdo sobre la situación en ese país.

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Lavrov fue el primero en exponer intentando mostrar puntos de acuerdo y señaló que “hay una compresión común de los problemas”, asegurando que “confirmamos nuestra cooperación en cuanto a la paz”. Sin embargo la compresión común solo se pudo demostrar en la “lucha contra el terrorismo”, algo que Lavrov confirmó que de todas maneras ya se había acordado entre Trump y Putin tras los recientes ataques en San Petersburgo.

Ambos cancilleres mostraron diferencias sobre los responsables del ataque químico en Siria y sobre el régimen de Al Assad. Mientras que Lavrov dijo que Rusia “ha insistido en la necesidad de una investigación imparcial sobre el ataque” y en aplicar una “prohibición general de armas químicas”, Tillerson afirmó que EE. UU. tenía pruebas concluyentes de que el responsable había sido Al Assad. Ambos buscaron una fórmula de consenso que difícilmente se lleve a la práctica.

Mientras que el secretario de Estados de Trump ofreció como punto en común el de una “Siria estable y unificada, y sin refugio para los terroristas”, Lavrov buscó involucrar a Tillerson en el pedido de una votación del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la prohibición de armas químicas y por una investigación imparcial.

Si bien Tillerson no negó que existiera ese compromiso, la mayoría del Consejo de Seguridad (incluyendo a EEUU) se aprestaba en la tarde del miércoles a someter a votación una resolución en la que se señalaba al gobierno de Siria como responsable, por lo que la formula de acuerdo mostraba una fragilidad absoluta.

La crisis en la península coreana

Corea del Norte fue otro de los puntos centrales de la conferencia de prensa y sobre el que Putin se había expresado en los días previos mencionando la preocupación sobre las posibles acciones de Estados Unidos.

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Lavrov dijo que durante las conversaciones con Tillerson se habían acordado “negociaciones para la estabilización de la península coreana mediante esfuerzos diplomáticos”, y agregó que Rusia estaba “preocupa por el aumento de la actividad militar. Necesitamos un acuerdo para reducir esa tensión”.

A su tiempo Tillerson, que venía de decir en las semanas previas que “todas las opciones estaban sobre la mesa”, aseguró que “Corea del norte debe ser desnucrearizada, en eso hay acuerdo”, pero no reforzó la salida diplomática anunciada por Lavrov como la única posible. Sin embargo, intentó matizar que el envío de un portaaviones a la península coreana signifique un acto de guerra, bajo el argumento (infantil) de que EE. UU. navega permanentemente las aguas del pacífico. Una posición que dificilmente haya convencido a alguien sobre los pasos a seguir por parte de Estados Unidos.

Un Estados Unidos impredecible

En el marco del agravamiento de la crisis en Siria, y el aumento de las hostilidades entre ambos países, el viaje de Tillerson a Rusia terminó con este acuerdo circunstancial de compromiso en el que ambas partes intentaron no ahondar la brecha, al menos durante el tiempo que durara la visita del canciller estadounidense.

En la previa de la reunión Lavrov había sintetizado al pasar lo que muchos empezaron a pensar en la última semana: “Washington se esta comportando de manera impredecible”. La imagen de Rusia pidiendo cordura a EE. UU. es quizás una de las muestras más claras de que el liderazgo de la principal potencia mundial efectivamente se ha vuelto impredecible, y que la llegada de Trump a la Casa Blanca refuerza este escenario volviendo posible no solo el aumento de las tensiones internacionales, sino el inicio de conflictos de mayor magnitud que pueden tener consecuencias mundiales.

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