Felipe moreno, Enfoque Rojo
"Una orgía pública de piquetes y huelgas". Así define el editorialista de La Nación, Joaquín Morales Solá, a la situación que se palpó fundamentalmente durante el mes de marzo y que tuvo expresión en el paro nacional del 6 de abril. Los paros docentes, las movilizaciones de las mujeres, de los organismos de derechos humanos, los movimientos sociales y las acciones de distintos sectores que se manifestaron con marchas, paros y piquetes, se le representan al periodista como una "orgía" y configuran para él, una situación de "anarquía".
Ante este panorama Morales Solá, periodista de envergadura del diario más conservador del país, no podía hacer otra cosa que reivindicar la decisión del Gobierno de avanzar en la escalada represiva. Es lo que hizo en su columna de ayer, titulada "Un presidente dispuesto a dar batalla".
El periodista saluda que Macri haya definido endurecer su política represiva para alcanzar el control de la calle. "Desalojo por la fuerza del espacio público, firmeza con los gremios docentes (y con otros sindicatos también en el futuro inmediato) y la promesa presidencial de enfrentar las ’prácticas mafiosas’". Esto’ constituye la respuesta "fáctica y dialéctica" de Macri ante "a su dura oposición".
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El periodista entiende que lo que le dio impulso al presidente para endurecerse en su política represiva fue la movilización del 1A. ¿No opina Morales Solá que esas marchas "espontáneas" y "cuantiosas" forman parte de la "orgía" social? Claramente no. La marcha del 1A, vaya uno a saber con qué argumentos, sería un tipo de movilización que el Gobierno no debería evitar ni dispersar, a pesar de que genera el mismo efecto en el paisaje urbano que cualquier otra.
Otro hecho que habría dado coraje a Macri fue según este artículo, la movilización del kirchnerismo el 24 de marzo, donde los manifestantes utilizaron la imagen de un helicóptero para expresar su descontento. El helicóptero, como se sabe, es una imagen que remite a la huida de Fernando De la Rua de la Casa Rosada, en el contexto de la crisis del 2001.
"Golpismo explícito, como el del helicóptero en las marchas del 24 de marzo. Nunca en 30 años de democracia se había llegado tan lejos, y de manera tan franca, a promover la destitución de un presidente" se indigna Morales Solá. Por un lado habría que aclarar que el helicóptero, independientemente de las intenciones de quienes hayan confeccionado el modelo de cartón que se vio en plaza de Mayo, no es una metáfora de golpismo. Golpe de Estado es lo que apoyaron medios como Clarín y La Nación, por ejemplo, en 1976. De la Rua en cambio, tuvo que dejar la Casa Rosada en el marco de jornadas revolucionarias en las que se desató la bronca y el descontento popular, ante las miserables condiciones de vida de las mayorías.
Claramente, Morales Solá se hace eco de la versión del oficialismo, que sostiene que se desarrolla una campaña destituyente en su contra y que en el trasfondo de todas estas operaciones, el principal actor sería el kirchnerismo. La polarización entre el kichnerismo es la estrategia adoptada por Cambiemos de cara a la contienda electoral. Por otro lado, el petardismo oposicionista que caracteriza a las figuras del kirchnerismo también es una postura adoptada con el fin de reconfigurarse de cara a las elecciones, como una oposición real. Morales Solá escribe y abona la teoría de las intenciones destituyentes, omitiendo de la misma forma que el Gobierno y el kirchnerismo, todo lo colaboracionista que esta seudo oposición ha sido en el Congreso.
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"La respuesta del Gobierno era el silencio y la inercia. Es decir: nada", plantea el periodista. Sin embargo, la realidad es que en el tiempo que lleva Macri al frente de la presidencia, ha hecho bastante. No ha hecho todo lo que quisiera, porque como lo eviencian las disputas por el control de la calle, no le da la relación de fuerzas. Pero concretamente, no se puede decir que el pago a los buitres, los tarifazos, los ataques al salario y a las condiciones laborales, los ataques a las fábricas recuperadas, los decretos de necesidad y urgencia, los vetos presidenciales a leyes votadas,como la ley antidespidos y otras cosas más, son "nada".
Precisamente, el oficialismo logró aprobar en el Congreso Nacional alrededor de 80 leyes. Nada de esto hubiera sido posible sin el aporte de gobernabilidad que hizo efectivo el kirchnerismo. ¿Se le puede llamar a esto golpismo?
Morales Solá muestra su desprecio por toda forma de expresión de descontento y bronca popular. En ningún momento establece la relación entre el nivel de ataque del Gobierno y la respuesta de los trabajadores y sectores populares en las calles.
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Los que durante más de un año de gobierno ajustador no hicieron nada, fueron las centrales sindicales que se decidieron a realizar un paro nacional luego de miles de despidos y suspensiones y cuando el poder adquisitivo del salario ya había perdido mucho valor ante la inflación y los tarifazos. Esto no ha tenido continuidad en un plan de lucha serio a nivel nacional, luego del paro del 6 A.
Dependerá de los trabajadores la exigencia a seguir peleando contra el ajuste con medidas serias, sin dejarse amedrentar por las amenazas represivas del Gobierno, ni confundir por quienes posan de opositores combativos frente a las cámaras, pero colaboran con el avance del ajuste en los recintos del Gongreso y en aquellas provincias donde gobiernan, como es el caso de Alicia Kirchner en Santa Cruz.
Joaquín Morales Solá, como lo manda su naturaleza conservadora, profundiza los elementos para la confusión, en sintonía con el discurso polarizado del Gobierno. |