La semana que pasó hubo novedades en la causa judicial por la que ya están detenidas cinco personas acusadas de cometer abusos sexuales y otros maltratos sobre una veintena de niñas y niños de entre 4 y 17 años en el Instituto Antonio Provolo de Luján de Cuyo.
Como ya se informó, el jueves una joven de 23 años (que estudió allí hasta el año 2006) dio testimonio ante el fiscal Gustavo Stroppiana y confirmó que sufrió reiteradas violaciones por parte de tres hombres en el Instituto. Según se desprende de su declaración, uno de esos hombres podría ser sacerdote o alguien muy relacionado con la jerarquía católica, ya que en los momentos de cometer los ataques sexuales vestía como cura.
Esta nueva declaración provocó un nuevo giro en la causa, elevando a nueve el número de personas imputadas por cometer los abusos o bien ser partícipes necesarios en ellos. Estos tres nuevos acusados se suman a los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho y a los empleados del Provolo Jorge Bordón, José Luis Ojeda y Armando Gómez (todos detenidos -Corradi con prisión domiciliaria-) y a la monja japonesa Kosaka Kumiko, prófuga desde hace semanas.
Los nombres de los tres nuevos acusados no trascendieron públicamente e incluso algunos medios dijeron, basándose en “fuentes judiciales”, que la joven no los recordaría. En lo que sí coinciden las versiones es en que la víctima detalló los rasgos físicos de sus atacantes e incluso aseguró que uno de ellos utilizaba vestimenta religiosa.
El fiscal Stroppiana dijo al diario Clarín, luego de escuchar el testimonio de la joven de 23 años, que su tarea ahora es “analizar esta nueva testimonial y obtener más pruebas para proceder a más imputaciones”. Por eso en la mañana del viernes se dirigió a la sede del Provolo (actualmente clausurada), acompañado de representantes de las partes y de una máquina retroexcavadora.
Foto Los Andes
Tras remover la tierra de un jardín del predio (indicado por la joven como el lugar donde vio enterrar sogas, cadenas y material pornográfico hace más de diez años) el fiscal dijo que no se obtuvieron pruebas. Sin embargo el testimonio de la víctima aportó muchas precisiones y datos que son de relevancia. Por caso, identificó en una inspección ocular un altillo al que había sido conducida para sesiones de tortura sexual por los tres hombres acusados. Ese altillo, se consignó, no es el mismo que el ya identificado como “la casita de Dios” por otras víctimas.
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¿Quién es y dónde está el “hermano José”?
El cura italiano Nicola Corradi hoy pasa sus días detenido en una casa de Mendoza. Y es muy difícil que pueda zafar del proceso penal que lo tiene como protagonista de decenas de abusos sexuales y torturas físicas y psicológicas.
Pero Corradi, hoy de 82 años, venía abusando de niñas y niños desde hace por lo menos 50 años, cuando en la sede madre del Provolo de Verona comenzó a tener bajo su tutela decenas de infantes sordos. Varias de sus víctimas italianas, ya adultas, lo denunciaron en 2009 ante el Vaticano junto a otros curas y “hermanos” (así se denomina a una de las escalas inferiores a la de sacerdote en la categoría eclesiástica).
Entre esos “fratellos” se encontraba Giuseppe Spinelli, quien como Corradi y otros pedófilos debieron partir hacia las sedes del Provolo de Argentina cuando las sucesivas quejas y rumores por sus abusos sexuales empezaron a salpicarlos dentro de su congregación.
Según varias fuentes, Spinelli se transformó en algo así como la mano derecha de Corradi en la sede del Provolo de La Plata, a donde cayeron directamente desde Italia allá por la década del 70. Años después, sobre finales de los 90, ambos se instalaron en la sede de Luján de Cuyo que comenzaba su funcionamiento como instituto para sordos e hipoacúsicos.
En los últimos años Spinelli fue adquiriendo un constante perfil bajo dentro del Provolo de Mendoza, al punto de que muchas personas cercanas a la institución aseguran no conocerlo ni haberlo visto nunca. Y hay quienes aseguran que su ostracismo estaría causado por un endeble estado de salud que casi lo lleva a la muerte hace una década.
Sin embargo, nadie puede asegurar a ciencia cierta si Spinelli continúa en Mendoza, o si volvió alguna vez a La Plata o incluso si se fue a pasar sus últimos años a su Verona natal (aunque esto último es poco probable debido a que las denuncias que lo corrieron de allí no se olvidan). Es más, hasta el momento nadie puede asegurar que Spinelli siga vivo.
Frente a las nuevas denuncias de una joven hipoacúsica de 23 años sobre abusos sexuales sufridos en el Instituto Provolo de Luján de Cuyo, algunas preguntas se imponen.
Visto que su estadía en la sede de Luján de Cuyo coincide temporalmente con la reciente denuncia de la joven de 23 años, ¿es Giuseppe Spinelli (o el “hermano José”, como se hizo llamar siempre en Argentina) uno de los nuevos acusados?
¿Será detenido Spinelli, sea por sus crímenes sexuales cometidos en Italia o por haber encubierto y quizás cometido esos mismos crímenes en Argentina?
Si no está entre los acusados, ¿tiene algo para decir a todo esto Spinelli o piensa llevarse toda su memoria y sus vivencias a la tumba?
Una cosa es cierta. Haya o no violado niñas y niños en Argentina y esté o no aún en el país, Giuseppe Spinelli es hoy una pieza importante de este rompecabezas de terror.
Habrá que ver si el Poder Judicial (que ya acumula 1.500 fojas en un expediente al rojo vivo) está a tiempo de hallarlo, preguntarle por su pasado y su presente y sacarle aunque sea retazos de verdad.
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