En la jornada de hoy, el presidente Mauricio Macri visitó la ciudad de Lobos con motivo de la inauguración de las Olimpíadas de la cuenca del Salado. Como no podía ser de otra manera, aprovechó junto con la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, a hacer su clásico “timbreo” en el cual visita a algunos vecinos de cada barrio con la intención de mostrar que son los legítimos representantes del “cambio”, buscando diferenciarse –y más aún, después de la marcha de 1A- de la “vieja política”.
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Pero lamentablemente (digo así porque muchos vecinos confían genuinamente en él, valorando que nunca en sus vidas les pasó que un presidente les toque la puerta como cualquier persona) esto no es otra cosa que una puesta en escena en la que no buscan otra cosa que hacer demagogia de derecha. En un año y medio de gestión, Macri no hizo otra cosa que favorecer a los sectores más acomodados de la economía. Estas cosas pasan desapercibidas y lo que queda en la superficie es solo lo que los ojos perciben: un presidente caminando por la calle hablando con los vecinos aparentando ser “uno más de ellos”.
Pero lo que no le cuenta a esos vecinos es porqué, por ejemplo, niega un genocidio que acabó con los sectores más combativos de la sociedad a través de un plan sistemático ejercido por la dictadura hablando de “guerra sucia”, cuando es evidente que los hechos así lo demostraron; no cuenta que durante este período tan oscuro en la historia de nuestro país, mientras se torturaba, secuestraba y mataba a miles de personas, y muchas otras no la pasaban bien económicamente, su familia pasó de tener 7 a 47 empresas. Que el resultado de ese plan económico –que el menemismo completó - dejó secuelas estructurales muy difíciles de superar, donde la concentración de la riqueza fue escandalosa. No les cuenta que mientras aborrece a quienes “viven de las arcas del Estado”, el grupo económico del cual forma parte fue uno de los máximos beneficiarios de la obra pública. Ni hablar de los innumerables casos de corrupción (1) o intentos de estafa al Estado como fue el caso de la deuda por el Correo Argentino. Tampoco les cuenta que mientras al país le faltó dinero para afrontar diferentes cuestiones sociales, su gobierno aprobó una ley de blanqueo de capitales para que las empresas que jamás pagaron sus impuestos puedan reingresar ese dinero (¡como si evadir impuestos en esas dimensiones no afectara la economía diaria!), al mismo tiempo que hay muchos más ciudadanos que ahora pagan ganancias y que los sectores más vulnerables van perdiendo su poder adquisitivo.
Mucho menos les cuenta que su “flamante” Ministro de Educación, Esteban Bullrich, el año pasado dijo que su gestión iba a ser “una nueva Campaña al desierto pero con libros” (2). No todo el que lea este artículo tiene porqué saberlo, por eso vale aclarar que esa Campaña liderada por el general Julio Argentino Roca tuvo como objetivo conquistar nuevas tierras para poner a disposición de la burguesía terrateniente y su explotación capitalista, a la vez que se sometió y eliminó a toda una comunidad originaria. Para ser más claro y dejar los eufemismos de lado: tuvimos durante esa época en nuestro país el primer genocidio. No reconocieron el primero, cómo nos puede llegar a sorprender que no reconozcan el segundo.
No cuenta que en el marco de su plan de ajuste, este no se puede aplicar si no hay represión. No menciona el caso de los Panamá Papers, los recortes en el CONICET, las estatizaciones de deuda privada, las medidas que profundizan cada vez más la concentración de medios (4G a Clarín, la fusión Cablevisión-Multicanal). Que a los trabajadores de AGR-Clarín les hicieron perder su fuente de trabajo por medio de una quiebra terriblemente fraudulenta. Que hubo miles de despidos, una fuga de capitales escandalosa (3) y el endeudamiento con los organismos internacionales es histórico (80.000 millones de dólares).
Ni hablar de las políticas de niñez. Recortó todos los presupuestos a los organismos y asociaciones encargadas de esta cuestión. Los casos de gatillo fácil y las políticas represivas como el caso del comedor de Lanús por citar un ejemplo, y de los graves problemas en cuanto a la violencia de género: a pesar de la imponente marcha del 8M, las víctimas no cesan y el gobierno no para de darles la espalda. Sobre este último tema no nos tiene que tomar de sorpresa, recordemos que años atrás fue tan sincero como el nivel de impunidad con el que siempre se manejó así lo refleja: "A todas las mujeres les gustan los piropos, aunque les digan qué lindo culo tenés" (4).
Y así podríamos seguir todo el día hasta escribir un libro. Pero volviendo a la visita de hoy, no sabemos cuántos de los vecinos que estuvieron con él sabrán de esto, pero solo queda para decir que así como del “burro solo se pueden esperar patadas”, de un burgués liberal que se enriqueció a costa de un sistema que explota al pueblo trabajador, no se puede esperar otra cosa que medidas que vayan en contra del mismo. Por esta razón, tanto los vecinos lobenses como los de cualquier parte del país no podemos dejarnos endulzar por quienes buscan en el maquiavélico marketing de la política de cotillón una estrategia para satisfacer sus propios intereses y debemos prepararnos para futuras jornadas de lucha que van a venir.
Como plantea Nicolás del Caño, nuestras vidas valen más que sus ganancias. En estas luchas por venir, estemos del lado de los oprimidos, contra los opresores.
(1) Macri, una trayectoria cercana al Estado
(2) Esteban Bullrich: “Esta es la nueva Campaña del Desierto, no con la espada, sino con la educación”
(3) El paro del que no se habla
(4) Macri: "A todas las mujeres les gustan los piropos, aunque les digan qué lindo culo tenés" |