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29 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

CASO NÁBILA RIFO
Sentencian a Mauricio Ortega a 26 años de presidio
Taide Zaror | Técnico en enfermería

A las 16:00 horas de este martes, se dio a conocer la sentencia contra Mauricio Ortega, quien fue declarado culpable de los delitos de violación de morada, femicidio frustrado y agresiones graves-gravísimas hacia Nábila Rifo.
El tribunal local de Coyhaique lo sentenció a 26 años de presidio mayor.

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A las 16:00 horas de este martes, se dio a conocer la sentencia contra Mauricio Ortega, quien fue declarado culpable de los delitos de violación de morada, femicidio frustrado y agresiones graves-gravísimas hacia Nábila Rifo.

El tribunal local de Coyhaique sentenció a 26 años al agresor de Nábila. Rifo producto de las brutales agresiones recibidas perdió de forma permanente su visión, entre otras lesiones graves.

Fueron otorgados 540 días de reclusión menor en grado mínimo por violación de morada, 12 años y 180 días de presidio mayor en grado medio por femicidio frustrado y 12 años 180 días de presidio mayor en grado medio por lesiones graves-gravísimas. Lo que suma un total de 26 años de condena.

Este proceso de sentencia, como es sabido, no ha estado exento de grandes polémicas y debates, por el contrario, es uno de los casos más emblemáticos del último tiempo.

Y es que la brutal historia del ataque femicida contra Nábila, ha generado gran controversia al ser testigos de la ofensiva de jueces y abogados machistas en los juicios y casos de violencia de género; los medios como Canal 13, que expusieron de forma pública el informe ginecológico, y de manera sensacionalista, crearon un casting para exponer casos de violencia de género. A todo esto se suma el cuestionamiento moral situándola como responsable de la violencia recibida.

¿Qué importa la vestimenta de Nábila, si había tomado alcohol, o su vida sexual?

Importa para el Estado, para la Iglesia y sus gobiernos, importa para los partidos que reproducen el régimen social y político actual. En este marco Mauricio Ortega reproduce la moral con la que ya juzgaron a Nábila, hace muchos meses, de ser responsable de los agravios que le tocó sufrir por su vestimenta o por su actividad sexual. El juicio completo y las sanciones morales buscaron constituirse como un aleccionador para todas las mujeres, para mantenernos sumisas. Sin embargo, el poderoso movimiento de mujeres por Ni Una Menos pudo influir en que el resultado del juicio favoreciera el veredicto, debatiendo desde la calle con todos aquellos argumentos con los que la defensa de Ortega buscó justificar la violencia sufrida por Nábila.

El movimiento de mujeres logró modificar la relación de fuerzas planteando un debate político en medio de un sistema punitivo que buscar desligar los casos de violencia hacia la mujer de la política, individualizando la responsabilidad de un problema que es estructural a la sociedad en que vivimos.

Si bien, el resultado fue favorable y lo consideramos no sólo como un triunfo de Nábila y su defensa, sino también del movimiento de mujeres por las razones expuestas anteriormente, la salida de fondo a la opresión de género y específicamente a la violencia machista no se resolverá al interior de los márgenes del Estado ni con más pena a los victimarios. Que un hombre que cometió un femicidio sea juzgado es necesario, pero completamente insuficiente pues los juicios se realizan cuando ya sucedió el hecho, cuando ya tenemos dolor y rabia porque una mujer más se ha sumado a la larga lista de asesinadas sólo por el hecho de ser mujeres.

Las mujeres siguen violentadas y muriendo, y el Estado tanto como los gobiernos también son responsables. No existe una Ley de Emergencia financiada por el impuesto progresivo a las grandes fortunas que garantice la seguridad básica de las mujeres que buscan enfrentar el círculo de la violencia, estipulando las responsabilidades del Estado y empresarios y destinando recursos a su apoyo.

Por otro lado es una herramienta del Estado para invisibilizar que el problema es estructural y nos empuja a un lugar de víctimas para que no nos transformemos en sujetas políticas que apostemos por transformar el conjunto de esta sociedad capitalista y patriarcal.

Los abusos y explotación laboral, los bajos salarios, abusos sexuales, la negación a los derechos sexuales y reproductivos, la educación sexista son parte de todo un eslabón de violencia hacia la mujer que culmina en los femicidios; el Estado es responsable de mantener a la mujer doblemente esclavizada, doble o triplemente explotada y oprimida, mantenernos a los ojos del mundo como personas de segunda categoría.

Este caso ha removido en parte al país. Pero las mujeres, jóvenes y trabajadores nos estamos organizando.

 
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