Sin duda, el caso de Nábila ha sido uno de los más mediáticos del último tiempo, poniendo en tela de juicio desde el operar de la justicia en Chile hasta como los medios de comunicación manejan estos. Varias situaciones se desencadenaron como, por ejemplo, la salida del director del programa "Bienvenidos" de Canal 13 luego de que en una de sus emisiones se hicieran públicos los informes ginecológicos de Nabila.
Esta semana, las redes sociales se vieron remecidas por los dichos del transformista conocido como la Botota luego de que en una de sus rutinas en "reinas del café concert" hiciera humor en base al caso de Nabila Rifo, la cual se encontraba en YouTube y que fue bajada luego de las múltiples críticas a las cuales se enfrentó.
"A mí lo mismo me pasó, igual que a Nábila, y yo no fui a la televisión", "Corta esa parte que lo puede ver Nábila... ¡Ay, no tiene ojos!" y "hay que reírse de todo güeona" fueron parte de los dichos incluidos en la misma rutina por parte de la Botota y la anfitriona del programa Asshka Sumatra, los cuales trivializan la violencia hacia la mujer en un contexto global donde las mujeres se han levantado y organizado contra la misoginia sistemática a la cual son sometidas en su cotidianidad.
Pero, ¿qué hay detrás de la figura de la Botota?
Las trans son los que viven las peores miserias de la diversidad, y es que en una sociedad jerarquizada en base a la posición del hombre sobre la de la mujer su existencia cuestiona este mismo axioma. En respuesta, el sentido común las condena al ghetto y el suburbio. En las sombras y al alero de la prostitución -relegadas de la esfera del trabajo tradicional- miles mueren en silencio en todo el mundo. Entonces cuando hablamos de la figura de la Botota no nos podemos desentender del peso histórico que conlleva su actuar.
Analizando la trayectoria del transformista, es un personaje que siempre se ha caracterizado por hacer humor en base a las miserias de la diversidad sexual y en su conjunto de los sectores de la sociedad más precarizados y oprimidos. No se trata de un caso aislado, sino de la expresión misma de la subcultura que reproducen la mayoría de las transformistas en Chile: una cultura de violencia hacia la diversidad y la mujer, reaccionaria y servil a los intereses de una sociedad dominada por las lógicas de la iglesia y por los grupos más conservadores que mantienen el legado de la dictadura.
El humor siempre tiene sus límites y el feminismo en el último tiempo se ha encargado de desbaratar los discursos instalados en una sociedad machista. Quienes hoy buscamos cambiar la realidad desde la vereda del feminismo socialista entendemos el contexto en el cual nos encontramos sumergidos tanto como oprimidos por nuestra condición y explotados en nuestra labor, y, por lo mismo, entendemos que las tribunas ocupadas en nuestra sociedad por la diversidad no pueden replicar una cultura de misoginia y violencia hacia la mujer. La existencia de personajes como estos no solo nos afectan en lo personal en tanto nos violentan: son contrarios a todos los avances y conquistas que los oprimidos en base a nuestra lucha histórica hemos conseguido.
Mientras miles de mujeres viven presas del rol que cumplen en una sociedad machista y patriarcal, atrapadas y silenciadas por la violencia doméstica, la diversidad sigue siendo discriminada por su condición sexual -y que en no pocas ocasiones terminan siendo víctimas de desenlaces fatales-. En este sentido, nuestra labor más grande es generar solidaridad entre explotados y oprimidos, tomando cada frente como uno de lucha y de disputa, buscando cambiar la subjetividad de la clase trabajadora y de la sociedad en su conjunto, para que juntos tengamos las herramientas que nos permitan conquistar todas nuestras demandas y derribar las miserias a las cuales nos enfrentamos en nuestro cotidiano, buscando avanzar a la conquistar nuestras demandas poniendo fin a este sistema capitalista y patriarcal de explotación y dominación, junto a los trabajadores y todos los oprimidos. |