Se cumplen cinco años de resistencia en el Istmo de Tehuantepec contra los mega proyectos eólicos y mineros, contra el despojo de sus tierras, de los mares… hasta el viento.
Fue en la comunidad de la Venta que en 1994 se instaló la primera empresa eólica en ésta región, al sur de México en Oaxaca y, desde entonces, distintos proyectos de trasnacionales han tratado de imponerse, sobre todo, en el sector minero y de energía eólica, sin embargo, las comunidades se mantienen resistiendo en defensa de su territorio.
Así como en La Venta, en Álvaro Obregón perteneciente al municipio de Juchitán, Oaxaca, distintos mega proyectos han tratado de imponerse sin respeto a los usos y costumbres, y contra la voluntad de sus pobladores. A empresas eólicas, como Mareña Renovables, le fue otorgado un permiso de 50 años por el gobierno federal en la región, que incluyendo sitios sagrados, en la Barra de Santa Teresa.
Miembros de las comunidades de San Dionisio del Mar, San Mateo del Mar y San Francisco del Mar se han organizado desde hace cinco años conformando la Asamblea de los Pueblos de San Dionisio del Mar (ASPD), quienes consiguieron un amparo en 2012 contra Mareña Renovables, y responsabilizan a los tres niveles de gobierno por su complicidad en el despojo de sus tierras y recursos naturales.
Los pueblos binnizá e ikojts han exigido respeto a la decisión de que ninguna trasnacional implemente mega proyectos en sus territorios y, a partir del 2013, se constituyó la policía comunitaria en defensa del territorio, para resguardo de la comunidad y contra los partidos políticos que negocian con las empresas y reprimen a los pobladores.
La organización y lucha en Álvaro Obregón, ha sacado a los partidos políticos de la localidad autónoma. Ahora eligen a sus representantes por usos y costumbres, a través de asambleas, impidiendo elecciones o cualquier actividad de los partidos políticos. Mantienen bajo resguardo de la policía comunitaria el palacio municipal.
La Barra de Santa Teresa, tierras comunales que permiten el sustento a las comunidades indígenas de la región, ha sido un territorio en disputa desde hace ya varios años. Los pobladores han resistido el hostigamiento de las corporaciones policiales del estado, así como por los partidos políticos.
Con el discurso de “modernización” y de ”energías limpias”, empresas trasnacionales han tratado de establecerse en el Istmo de Tehuantepec recibiendo apoyo por parte de los gobiernos locales, municipales y federales que intentan asegurar las ganancias de los empresarios a costa de las comunidades.
La defensa de la Barra de Santa Teresa como del Istmo de Tehuantepec contra los mega proyectos, debe ser acogida también por los trabajadores, las organizaciones populares y sindicatos que se reivindican opositores, para demandar unitariamente la defensa del territorio, los recursos naturales y el respeto a los usos y costumbres de las comunidades y denunciar al estado y los partidos políticos que garantizan el despojo y la penetración del imperialismo.