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8 de mayo de 2017 Twitter Faceboock

NUESTRAS VIDAS VALEN MÁS QUE SUS GANANCIAS
¿Hace cuánto que no quedás efectivo en el laburo?
Juana Galarraga | @Juana_Galarraga
Luigi Morris | @LuigiWMorris

La historia de Jonathan puede ser la de cientos de miles que transitan sus mejores años corriendo tras la meca de la estabilidad laboral.

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  •  ¿Cómo la baja? - Se sorprendió Jonhy ante el supervisor que lo echaba.
  •  Sí bueno, pasa que es así, esto es un mercado de prueba entonces tenemos que ir viendo.
  •  ¿Pero para qué entonces me endulzás, haciéndome ilusionar? Loco pero no me hubieras dicho nada, si ves que es seguro sí, pero si me vas a endulzar así para que a la otra semana me pegues un boleo en el orto, es una re forrada.

    El supervisor lo miraba en silencio. Jony hablaba con bronca y con los ojos llorosos. La empresa le había dicho que se hiciera todos los estudios de rutina para firmar contrato y quedar efectivo una semana antes. Ahora le avisaban que le iban a dar la baja.

  •  Es cualquiera que hagan eso. A ustedes no les calienta si viene uno u otro, porque después de mí seguro viene otro. Vos me decís que te pone mal pero no lo creo la verdad, porque vos no sabés lo que es estar de fábrica en fábrica, de laburo en laburo, que te endulcen la oreja y después te metan un boleo.
  •  No, no, pero yo te entiendo, no te pongas así...
  •  Yo me pongo como quiero. Andate a cagar.

    Jony contó su historia en algo más de dos horas de entrevista. El único momento en que su voz muy grave se tornó más grave, en que sus ojos muy negros miraron más negros, fueron los minutos en los que revivió este diálogo con el supervisor que le había hecho creer que tendría, por fin, un trabajo estable. Los capitalistas no se privan de jugar con lo que mantiene a millones en pie: Ellos también lucran y juegan con la esperanza.

    Jonathan tiene 29 años y vive en Ramos Mejía. Nació en Virrey del Pino, en un barrio donde aun no llegó el asfalto, ni las cloacas, ni el gas. Su vida está marcada por la precariedad. Su historia puede ser la de cientos de miles que transitan sus mejores años, por los mismos barrios, corriendo tras la meca de la estabilidad laboral.

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    Lo bueno es que aprendí a chamuyar

    "¿Qué harías si tu compañero se equivoca en la línea de porducción? ¿Lo ayudás, le avisás al supervisor o seguís con tu trabajo?" No todo el mundo sabría bien qué conviene responder a esa pregunta, cuando un representante de recursos humanos de la empresa observa desde el otro lado del escritorio. Jonathan en cambio, podría dar clases sobre cómo sortear airoso una entrevista laboral.

    Apesar de su juventud y a costa de ganarse un dedo mocho, tendinitis crónica en el brazo derecho, lumbalgia y várices en las piernas, se ha constituido en todo un experto en armado de currículums, supervivencia en entrevistas y en la relación con agencias de trabajo. "Lo bueno es que aprendí, aparte de chamuyar con el tiempo de las experiencias, a armarme currículums para distintos laburos. Tengo tres CV hechos y así me llaman. Los armé bien porque estaba horas en la computadora en Computrabajo, en Bumeran, a ver qué carajo pedían, para ver qué especificidades, qué especialidades te piden y en base a eso me fui armando", cuenta.

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    Desde que empezó a trabajar, su currículum real se completa con experiencias en 13 lugares diferentes, en un período de 12 años. A los 16 debutó como ayudante de albañil con su papá. A los 17 entró en un mayorista de alimentos porque quería ganar más de lo que le pagaba el viejo. El costo de aquella independencia económica temprana, le resultó caro. "Ahí me cagué la cintura porque teníamos que hombrear bolsas de harina de 50 kilos por una escalera caracol. Estuve dos meses y me fui". Luego consiguió trabajo en el mercado central. "Ahí laburé también dos meses. Armaba tres puestos con toda la mercadería. Miércoles, sábados y domingos". Luego, durante un mes, trabajó como recolector de cebo para la fabricación de velas y jabones.

    Vamos a probar

    En 2007 Jony recibió un llamado para ingresar a una metalúrgica que en su mejor momento, llegó a emplear a 20 personas. Los siete años que conservó este trabajo pueden considerarse un leve respiro, en medio de la inestabilidad absoluta que reinó en el resto de su vida laburante.

    "Ahí es donde conocí al partido, donde empecé mi historia más política", realata. "Hacía de 7 a 17 hs de lunes a viernes. Fue justo en la época que la mamá de mi nena quedó embarazada, así que como estaba en blanco me quedé. Pagaban por fuera de convenio pero era buena guita, en blanco, finde libre. Dije vamos a probar. Estaba en máquina, en prensa troqueladora. Ahí me apreté el dedo al mes que entré".

    "Después de seis meses entraron un par de pibes que estaban en negro, a nosotros no nos daban categorías y entonces nos empezamos a juntar con un compañero que también se estaba acercando al PTS y un par de compañeros más. Fuimos al sindicato (UOM) a ver si podíamos organizarnos, queríamos elegir delegados". Jonathan cuenta que en ese período, gracias a la organización independiente de la burocracia, él y sus compañeros obtuvieron conquistas que perduran hasta hoy. Actualmente en ese taller sigue habiendo delegados, pueden ir al baño las veces que cada uno quiera, no trabajan por producción y el jefe no hostiga a los pibes permanentemente con el tiempo.

    En la adolescencia había sido un estudiante secundario combativo. Participó de la organización de su centro de estudiantes y había leído a Marx con entusiasmo. En 2010, el asesinato de Mariano Ferreyra lo impulsó a empezar a militar en el trotskismo. Se propuso ser un organizador y luchador de su clase, incluso pudo desempeñarse un tiempo como delegado. Luego de varios años, Jonathan quiso buscar algo mejor. En 2015 lo llamaron de una metalúrgica más grande. Quiso cambiar y avanzar política y personalmente. La realidad le tenía preparadas un par de sorpresas y zopetones.

    Chau loco...

    "Chau loco..." pensó cuando lo despidieron por primera vez, luego de haber renunciado a su trabajo anterior. A diferencia de la etapa previa, cuando aun no llegaba ni a los 20, los últimos años a patir de 2015, Jonhy encara cada nueva experiencia con otra conciencia y con optimismo. Quiere conseguir estabilidad para acomodar su vida, poder planear cosas y además, para militar. Ante cada propuesta de trabajo, piensa qué posibilidades hay en ese lugar, para organizar a sus compañeros y pelear por "otra calidad de vida. Pienso que lo mejor es mostrarles que se puede vivir de otra manera", dice.

    Escuchar su derrotero de los últimos tiempos podría resultar algo abrumador, de no ser por la entereza con que se expresa. Para él, siempre hay un lado positivo, cada trabajo le permitió conocer a alguien, acumular experiencia y aprender algo nuevo. Sin embargo, si Jonathan intentara encontrar trabajo con su currículum real, cualquier empresa lo rechazaría.

    El frenético ritmo que adquirió su vida, expresa la ambición patronal y el desprecio de las empresas hacia la vida de la juventud trabajadora. Ningún gerente de recursos humanos querría hacerse cargo de eso. Por eso, un pibe o una piba que busca trabajo tiene que disimular en su CV la precarización y la explotación descarnada a la que ha sido sometido o sometida. Si Jonathan fuera a las agencias con un CV que dijera la verdad sobre los últimos dos años, debería presentar un papel que diera cuenta de trabajos que le duraron menos de una semana, varios períodos de desempleo y una constante especulación sobre qué tanto se puede aguantar con la última indemnización.

    A principios de 2015 ingresó por la agencia Computrabajo a una autopartista de Lomas del Mirador. "Decían que íbamos a laburar una banda y caí en el chamuyo. Me tomaron un mes y me rajaron. Me bajoneé un poquito y dije chau loco...esto es lo que siempre decimos, esto es la precarización laboral".

    Vengo durando

    Cuatro largos meses de desempleo fue lo que vivió a continuación, hasta que entró a otra metalúrgica que queda en Isidro Casanova. Solo permaneció tres meses. "Pagaban una mierda. Se venció el contrato y no me lo renovaron. La agencia Pullmen creo que me pagó tres lucas aparte de la quincena y arreglate si podés".

    Aproximadamente dos meses después, logró ingresar a otra metalúrgica autopartista en Ciudadela. El tiempo de permanencia en este lugar marcó un récord: solo duró 36 horas. "Estuve un día y medio, posta, literal. Fui a la entrevista en la empresa y laburé el día. Fui al otro día y al mediodía me llama el supervisor y me dice ’mirá, se nos cayó un cliente y no podemos seguir con vos’. Me apena mucho pero tenés que irte’".

    Luego de esta nueva frustración, siguieron 20 días de salir a patear la calle y recorrer agencias "a lo pavote". Insistió hasta que se ubicó en un centro de distribución de frutas y verduras, en Isidro Casanova. Allí experimentó el colmo de la tercerización: lo tomaron contratado por una agencia laboral, contratada a su vez por una empresa de logística, a la que una cadena de hipermercados le encargaba el abastecimiento de sus locales. Esta vez duró poco más de tres semanas. "Era un sub sub contratado. Cuando recién entrás a un trabajo laburás como el mejor, estás a predisposición de lo que haya que hacer. Yo no soy de llegar tarde. Le decía a mis compañeros que abajo, en el currículum, iba a poner un apartado: ’muleo como el mejor’" No encontró explicaciones para este despido.

    Tras unos días de desocupación, entró a una alimenticia de Lomas del Mirador. "Me dijeron no mirá, al final la línea con que íbamos a salir no se puede porque hay desperfectos técnicos entonces no arranca". Tras esta explicación lo despidieron luego de tan solo cuatro días. Nuevamente, transitó casi un mes de desempleo.

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    La siguiente experiencia fue también en una alimenticia multinacional radicada en Virrey del Pino. Allí logró ingresar contratado por la agencia Selectora Géminis. Ya llevaba cinco meses, "venía durando", cuenta.

    "Ahí fue uno de los bajones copados, porque me pintaron que iba a quedar efectivo, me hicieron ilusionar re piola. Me llamaron de recursos humanos y me endulzaron la oreja, que no tenían quejas de mí, que yo trabajaba bien. Yo dije bueno ya está, quedo. Te vamos a mandar a hacer la revisación médica, el psicotécnico, el socioambiental, me dijeron. A la semana me llama el supervisor. ’Che mirá, está empezando a bajar el consumo, hay un cliente importante que se cayó y me apena mucho decirte que tenés que irte, te tenemos que dar la baja’".

    Diez días después se cruzó con un compañero de militancia que trabaja en una empresa de limpieza, barrido y recolección de basura de San Justo. En esta oportunidad los términos fueron claros. Sabía que solo trabajaría tres meses. Finalmente, tras otro mes y medio sin trabajar, consiguió empleo en otra metalúrgica de la zona. "Lo que aparenta el sector en que estoy, es que va a haber laburo. Lo que tiene es que el convenio de la UOM está en 8500 pesos el básico. Además estoy como ingresante y yo soy oficial soldador, pero a eso no le dan bola. Hasta el día de hoy pasaron cuatro meses nomás, pero vengo durando".

    No me parece

    La mayoría de sus ingresos durante los dos últimos años, fueron a través de agencias. Muchas veces lo tomaron con lo que llaman "contratos indeterminados", que pueden durar un día o un año. A lo largo de ese período, Jonhy calcula que pasó por una cifra de entre 20 y 30 entrevistas. Muchas son grupales cuenta, "la competencia pura". "Vos te metés ahí en el medio a sortearte un poco, te vendés: yo sé hacer esto y lo otro". Salvo los meses que trabajó en la limpieza de una plaza, la regla en su trayecto fue el trabajo pesado, o sino, repetitivo. El trabajo pesado le valió la lumbalgia. El repetitivo, la tendinitis. Solo tuvo un trabajo con turnos rotativos, aunque la carga horaria siempre fue mucha, de entre ocho y doce horas. Tantas horas parado son la causa de la aparición de las várices en las piernas. Sus salarios siempre se mantuvieron en un promedio de entre ocho y diez mil pesos.

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    Jonhy hizo dos años del profesorado en ciencias políticas. La estiró todo lo que pudo pero le ganó el cansancio y lo tuvo que abandonar. Hoy, discute a diario con sus compañeros de fábrica: ¿Por qué pasan tanto tiempo ahí? ¿Por qué sacrifican sus proyectos, sus ambiciones, el tiempo con su familia? "Ahora en la fábrica entraron casi 20 pibes, la mayoría de 20 años y están doce horas ahí metidos. No sé si quieren estar tantas horas ahí", se cuestiona.

  •  A mí me gustaría hacer otra cosa, no estar todo el tiempo acá adentro y no me queda otra porque no llego a fin de mes y con lo que gano tampoco llego. Me gustaría pasar más tiempo con mi familia, con mi hija, hacer música, terminar de estudiar, ¿vos no querés hacer eso? - increpa Jonhy.
  •  Y sí, pero es lo que me toca – le responde su compañero en la línea de producción.
  •  Y bueno a mí también es lo que me toca, pero me jode que sea así. Hablan en ronda, en pleno horario de trabajo pero alejados de la vista del supervisor.
  •  ¿Vos a quién votaste, a Macri o a Scioli?
  •  No voté a ninguno porque no me cabía ninguno de los dos – Jonathan defiende el voto en blanco.

    El debate se enciende. En la fábrica hay de todo. Están los que votaron a Scioli, los que votaron a Macri y también están, aunque son los menos, los que reconocen que había otra opción: la del voto en blanco al que llamó el Frente de Izquierda.

    Jonhy disputa la conciencia política de sus compañeros. "El kirchnerismo tampoco hizo mucho por los laburantes. La precarización laboral, el trabajo por agencia, en el kichnerismo fue cuando más creció. Está bien, fomentó el laburo, pero fomentó este tipo de mano de obra", afirma. La burocracia de la UOM por su parte, dirigida por Antonio Caló, dirige un gremio de los que hoy le dan una eterna tregua a Macri. Alineada con el kirchnerismo en el período anterior, permitió que las formas de contrato precario y la superexplotación en el sector se profundizaran. "Cuando Espinoza (FPV) era intendente en La Matanza, en un momento siempre iba a todos los actos de la UOM y la UOM siempre iba a los actos de Espinoza", recuerda Jonhy. La lucha por los derechos de estos jóvenes, debe ser una pelea independiente, organizada desde abajo.

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  •  ¿Hace cuánto no quedás vos efectivo en el laburo? - pregunta Jonhy - ¿tres meses, un año, dos años, cinco años? y bueno... ¿eso qué fue? ¿magia? ¿Fue macri? Macri se apoya en eso, en todo lo que no hizo el kichnerismo para pegarnos un boleo a nosotros, porque los primeros que volamos siempre somos nosotros. No me parece.

    "Muleo como el mejor", es lo que adjuntaría Jonhy en un CV para terminar de describir su relación con el mundo del trabajo. Pero ojo, si su CV dijera la verdad también tendría que aclarar algunas otras cosas: "soy un militante revolucionario, no me parece lo que nos hacen y peleo día a día contra sus gobiernos y su explotación. Pienso que nuestras vidas, valen más que sus ganancias".

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