Foto: InfoCanaya.
El del Parque fue un partido trabado, intenso, pero con retazos de fútbol. Sobre todo del lado canalla. Newell’s arrancó presionando primero y una pelota cruzada de Formica casi golpea la red del arco defendido por Diego Rodríguez. Desde ese momento, a pesar de la fricción, la Academia de Arroyito controló el partido y golpeó a la lepra, que cayó a la lona. Ya nada volvió a ser lo mismo para el equipo del Parque.
A los 10 minutos, Central avanzó sobre el arco del local, luego de un grosero error en la salida desde el fondo. Colman robó, Teo la tocó de taco, Ruben la dejó pasar y, luego de un autopase de Carrizo, fue golazo del canalla. Jaque para el visitante.
Newell’s no logró recuperarse. Por el contrario, Central ganó confianza y el equipo de Osella comenzó a opacarse, sin que aparecieran los emblemáticos Nacho Scocco, al que se lo vio ofuscado e impotente, ni Maxi Rodríguez, sin que pueda mostrar su categoría internacional. Solo Mauro Formica mostró algo de fútbol.
A los 30 minutos, una jugada de pizarrón permitió que el canalla salga del córner, Colman la acomodó con toda la tranquilidad, el tiempo y la displicencia que quiso, y largó un pase teledirigido que Marco Ruben lo buscó con el pedigree que tiene como goleador nacido y criado. Se estiró, se contorsionó, voló y la clavó en el fondo del arco y del corazón leproso. Nuevamente: jaque.
El segundo tiempo no cambió la historia: un Newells’s eléctrico, nervioso, que veía cómo se escurría en sus dedos las chances de pelear el campeonato. Desde ya: perder con cuatro goles en contra Independiente y caer en el clásico no es, claramente, la mejor forma de pelear por la punta. Central, sin descollar, mantuvo el control, a pesar de acusar recibo con el cansancio de algunos jugadores.
Ruben, que llegó en malas condiciones al clásico, por estar dos fechas parado luego de la expulsión ante Gimnasia, y por haber pasado por una tragedia familiar los últimos días, salió de la cancha, reemplazado por Herrera. El colombiano Teófilo Gutiérrez, con austeridad, no se privó de mostrar su enorme calidad y siempre estuvo creando situaciones, más como volante “sui generis”, que como letal goleador. Siempre estuvo ahí.
A los 40, la expulsión de Leguizamón abrió un destello de esperanza en un Newell’s perdido. El gol del Gato Formica en el minuto 43 del complemento, le hizo un bypass a las ilusiones rojinegras. Sin embargo, en otro grosero error defensivo, el equipo conducido por el uruguayo Paolo Montero se olvidó de la inferioridad numérica y en un contraataque previsible y letal, dictó sentencia: Central apabulló a Newell’s en un contundente 3 a 1.
Incidentes y objetos contundentes que viajaron desde las tribunas leprosas a la cancha, llevaron al árbitro Federico Beligoy a suspender el partido a poco de terminar el tiempo de descuento. Contradictoriamente a la bandera que dio inicio al partido “Por un clásicos sin violencia”, una vez más la hinchada arremetió tirándole cosas a los jugadores.
Para Newell’s terminó siendo un escenario de pesadilla: no logra romper la incómoda racha que le impide ganar en su cancha a su eterno rival desde el 2008 y se aleja de la pelea por el campeonato. Para Central fue la ratificación de un liderazgo incuestionable en los clásicos de la historia reciente donde queda ubicado con 8 victorias más que el equipo del parque y teniendo 203 goles contra 180 de la lepra. Así también este partido significó para el Canaya la ilusión de disputar la Copa Sudamericana. Los clásicos dejan secuelas de todo tipo en la ciudad, quizá, más pasional del fútbol argentino. |