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¿Quién es Joaquim Levy?
Levy fue uno de los cuadros de los economistas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI). Nombrado secretario adjunto de Política Económica del Ministerio de Hacienda en 2000 y economista en jefe del Ministerio de Planeamiento en 2001, durante el gobierno de FHC; fue secretario del Tesoro Nacional de 2003 a 2006, durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Hoy es presidente de Bradesco Asset Management.
La trayectoria de Levy es destacada por los mercados – léase: empresarios e inversores de las Bolsas de Valores – como una excelente elección: “tan buena como la de Armínio Fraga”, comprometido con los ajustes y las ganancias capitalistas. Tanto es así que la Bolsa de Valores de San Pablo subió un 5% con la noticia de su elección y el dólar se desvalorizó un 2,08%.
Levy ya dejó en claro a qué viene: actualmente, en la presidencia del Bradesco, el banco registró un lucro líquido contable de R$ 3,875 billones en el tercer trimestre de 2014, un valor un 26,5% superior al mismo período de 2013.
Al contrario de lo que afirmó Dilma en la última reunión del G-20, el ajuste ya puesto en práctica por Levy y su banco, el Bradesco, supone el despido de trabajadores. Sólo en el Bradesco, el segundo mayor banco del país, ya son más de 2.460 trabajadores despedidos en los últimos 12 meses. Esta onda de despidos provocó la paralización de tareas de los trabajadores de la unidad de Polo Río del Bradesco el pasado 11 de noviembre.
El equipo ministerial de Dilma con Levy al frente desde el Ministerio de Hacienda, es una prueba de que la máscara “progresista y popular” del PT de Dilma durante la campaña electoral se vino a pique. Muchos pensaron que Dilma no seguiría el camino abiertamente neoliberal de Armínio Fraga (elegido por Aécio Neves para ser su ministro de Hacienda). Sin embargo, Dilma optó por alinearse con los “reclamos” del mercado para preservar sus ganancias frente a la crisis, y que sean los trabajadores los que paguen los ajustes económicos en pro del “crecimiento”.
Los “deberes de casa” de Levy
La misión de Levy será “conducir” la política económica y los ajustes para reforzar el famoso “trípode macroeconómico” – superávit primario de las cuentas públicas, meta de inflación del 4,5% a ser alcanzada hasta el 2016 y un régimen de tasas de cambio fluctuante. Según los medios, “la primer tarea de Joaquim Levy en el ministerio de Hacienda, Nelson Barbosa en Planeamiento y Alexandre Tombini en el Banco Central será viabilizar la política fiscal para el 2015”.
La reducción de la deuda pública es una de las metas de Levy para que el gobierno recupere “credibilidad” entre los inversores internacionales. Y será difícil, pues con la desaceleración del crecimiento económico, la menor recaudación de impuestos y, al mismo tiempo, el aumento de las tasas de interés los intereses de la deuda se hacen cada vez más onerosos e impagables, una cuenta que será pagada con recortes en los gastos públicos.
Este “ajuste fiscal” ya diseñado por Guido Mantega incluye un “gran paquete” de ajustes en los gastos públicos a costa de los trabajadores y jubilados. Son recortes sociales en el acceso al seguro de desempleo, al abono salarial y pensiones por muerte cuyas condiciones y reglas de pago serán modificadas. Las inversiones públicas serán reemplazadas por concesiones (privatizaciones maquilladas) en los servicios y transportes. Sin embargo a los empresarios no les faltará dinero: se prevén mayores incentivos a la industria y a las exportaciones. Es decir, Dilma ya no puede seguir ocultado los ajustes.
¡Que los capitalistas paguen el ajuste!
La elección de Levy es solo una muestra de cómo el gobierno de Dilma está comprometido con las ganancias de empresarios y capitalistas internacionales. Su preocupación es honrar la deuda externa pagando lo impagable en dólares con las mayores tasas de interés del mundo. Será más del 2% (la llamada meta de superávit primario) de toda la riqueza del país la que irá a parar a manos de los capitalistas internacionales de los países imperialistas de Europa y Estados Unidos.
Sin embargo, los ajustes no pasarán sin costos. Para que se hagan realidad será necesario terminar con derechos, salarios y el empleo de los trabajadores. Por eso, a través de la lucha y la organización de los trabajadores y del pueblo pobre, con un programa combativo, independiente de los gobiernos y los patrones, enfrentando a la burocracia sindical, será posible dar una respuesta para que los ajustes sean descontados de los bolsillos de los capitalistas. |