Corre el año 1884. Un chofer de tren del Memphis & Charleston Railway ordena a Ida B. Wells abandonar su asiento y dirigirse al atestado vagón de fumadores. Ida se rehúsa y permanece en el lugar. No pasa mucho tiempo hasta que el conductor, acompañado de dos hombres, la levantan forzosamente y la expulsan del vehículo. La ley está del lado de los blancos: desde el año anterior, la Corte Suprema había invalidado la Civil Rights Act de 1875 que prohibía la discriminación racial en el transporte público. Wells, aún sabiendo esto, pronto introduce una denuncia a la compañía que, nada sorprendentemente, termina perdiendo. Adelantándose a lo que 71 años más tarde haría Rosa Parks, Ida desafía, de esta forma, un orden social construido sobre la opresión de los negros, a lo cual dedicaría su vida.
Wells, hija de esclavos, permaneció en ese status durante catorce meses hasta la Proclama de Emancipación de Abraham Lincoln de 1863. Desde pequeña, como cualquier niño de Mississippi, fue marcada a fuego por la segregación racial. Como primera profesión se inclinó por la enseñanza en escuelas para negros, donde denunció la enorme diferencia salarial que existía con las maestras blancas que cobraban casi tres veces lo que ella.
Ida tenía pasión por la escritura. Mientras ejercía como docente empezó a colaborar en diarios especializándose en temas raciales, hasta convertirse en 1889 en editora del periódico antisegregacionista Free Speech and Headlight. Ese año ocurriría algo que marcó la vida de Wells: un grupo de amigos suyo fue linchado por una bandada de blancos que permanecieron impunes. A partir de ese entonces, Ida inició una fuerte campaña contra los linchamientos. Luego de revisar bibliotecas, diarios y archivos públicos, se dedicó a difundir sus hallazgos y hacer más concretas sus denuncias. En 1892 publicó el panfleto Horrores del Sur: Las leyes de linchamiento en todas sus fases, donde llegó a la conclusión de que los negros no podían apelar a la ‘conciencia’ de los blancos para conseguir sus demandas, sino que debían ‘valerse de su poder como el factor industrial del sur’. También a través de ése y futuros escritos se pronunció en contra de la prensa blanca, y reivindicó el boicot y la emigración como medidas de resistencia. A su vez, luego de examinar cientos de casos de linchamientos, advirtió que la salida era la ‘autodefensa’, ya que ‘en los únicos casos donde el linchamiento no ocurrió, fue cuando los hombres [negros] se armaron’. Por ello, decretó que ‘un rifle Winchester debería tener un lugar de honor en la casa de cada negro y debería ser usado para la protección que la ley se rehúsa a darle’.
Trabajos de investigación como éste o su famoso Un Registro Rojo. Estadísticas tabuladas y causas de linchamientos en los Estados Unidos, 1892-1893-1894. Respetuosamente presentado a la civilización del siglo XIX de ‘la Tierra de los libres y el hogar de los valientes’, le valieron el reconocimiento de personalidades de los derechos civiles, como Frederick Douglass. El líder abolicionista, con el cual trabajaría luego, le escribió: ‘No ha habido palabra igual en cuanto a su poder de convencimiento. Yo he hablado pero mi palabra es lábil en comparación. (…) ¡Mujer valiente! Lo que has hecho por tu gente y por mí es un servicio que no puede ser pesado ni medido’.
Además de hacerlo a través de su trabajo periodístico (lo cual llevó a que su oficina de redacción fuera incendiada por matones blancos), Ida desarrolló su campaña en contra del racismo y los linchamientos por otras vías. Realizaba colectas y viajaba a Europa para transmitir la situación que padecían los negros en Estados Unidos. En 1909, fue cofundadora de la Asociación Nacional por el Avance de la Gente de Color (NAACP) junto a activistas como W. E. B. Du Bois. Además, participó en reuniones de mujeres donde hablaba en favor de la igualdad racial y la necesidad de que éstas conservaran sus apellidos al casarse, y proclamaba la necesidad de la organización y el sufragio femenino. Se convirtió así en una luchadora pionera. Por ello, fue una inspiración para las Anti-Lynching Crusaders, una organización de mujeres formada en 1922 dentro de la NAACP, que se dedicaba promover campañas en contra de los linchamientos y demostrar que las negras también eran víctimas de este flagelo, por lo cual la pelea debía darse de conjunto.
El racismo recorre, fuerte, la historia estadounidense. Estuvo presente en las horcas de los linchamientos y en el plomo que mató a Michael Brown. Fue también el disparador de grandes luchas y protestas que, cuestionándolo, hicieron temblar al sistema. El levantamiento de hombres y mujeres negros frente al abuso y las matanzas a las que eran sometidos a fines del siglo XIX; la rebeldía contra las masacres raciales de East Illinois en 1917; la del Red Summer de 1919 y la carnicería de negros pobres en las guerras, viven en los manifestantes que confirman en las calles que “si no hay justicia, no habrá paz”. Los negros, especialmente las mujeres, siguen padeciendo la discriminación y las formas más crudas de explotación. Ferguson vive porque los reclamos y la resistencia viven. |