Los candidatos a la secretaría del PSOE, Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López. Foto: EFE / Javier Lizón
Quien fuera echado en octubre pasado, gracias al “golpe de mano” del establishment socialista, vuelve a la secretaría general, gracias al voto de los militantes socialistas. La mitad de las papeletas fueron para Sánchez, quien entra a Ferraz por la puerta grande, luego de haber sido echado como un perro sarnoso. Es la segunda vez que Sánchez ha conquistado Ferraz a través de voto de las bases.
Susana Díaz, la candidata del aparato del PSOE y el Grupo PRISA, ha obtenido casi el 40% de los votos emitidos. La dirigente socialista ha ganado tan solo en “su feudo” de Andalucía. Patxi López, que por su parte acaricia el 10%, solo se impuso en Euskadi. En el resto de las Comunidades, Pedro Sánchez ha sido el ganador. Una victoria clara por parte del exsecretario general. Lo cual enseña que la base del partido centenario busca un liderazgo diferenciado a los de siempre.
La dirigente andaluza corría con el caballo del establishment socialista. Sin embargo, se ha demostrado que el apoyo de Felipe González, Rodríguez Zapatero, Guerra o Rubalcaba, más que darle una gran ventaja, ha sido un “salvavidas” de plomo. Más allá de que la reubicación de Sánchez es una operación completamente demagógica, lo sintomático es que expresa una reacción desde una parte importante de las filas del PSOE a que avance el proceso de pasokización de la mano de Díaz.
Por lo pronto Patxi López se ha puesto “a las órdenes” del nuevo secretario general, mientras que Susana Díaz también ha dicho estar dispuesta a servir al PSOE. Pero, como no podía ser de otro modo, estas no son más que declaraciones diplomáticas. Porque la batalla entre las diferentes alas del PSOE no sólo continuará, sino que es probable que recrudezca. El mes próximo la formación de la rosa tendrá su tan postergado Congreso, un escenario en el que previsiblemente el fraccionamiento interno vuelva a aflorar.
El incierto futuro del PSOE… y de Rajoy
El terremoto socialista ya ha hecho rodar cabezas. El portavoz del Congreso, Antonio Hernando, ha comunicado su dimisión. Sin embargo, el nuevo Secretario General deberá lidiar con un grupo parlamentario dividido entre “amigos y enemigos” y, sobre todo, con la gran mayoría de los barones que habían apoyado a Susana Díaz operando contra el nuevo secretario general. Los próximos meses serán complicados para el centenario partido fundado por Pablo Iglesias Posse.
Se podría decir que ha ganado un PSOE “a la portuguesa”, como decía el eslogan de Sánchez. Un Gobierno que se funda en la alianza del Partido Socialista, el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda, con un discurso “antibeoliberal”, pero que al mismo tiempo garantiza los planes de la Troika y los negocios de las grandes empresas. Este es modelo de Sánchez. El modelo de Felipe González y Susana Díaz, por su parte, es de un apoyo sin subterfugios al Ibex35 y, por ende, a la continuidad de Rajoy en el Gobierno. Tanto Díaz como Sánchez son parte del mismo partido que ha sido un pilar fundamental del régimen capitalista español desde la Transición a esta parte. Pero en términos políticos, la distinción entre uno y otro plantea escenarios muy distintos para el devenir de la crisis del Régimen del ’78 y, especialmente, del débil gobierno de Mariano Rajoy.
La legislatura del PP, en minoría, ha ido tirando adelante gracias al apoyo de la Gestora liderara el asturiano Fernández (junto a Ciudadanos). Pero si hasta ahora el PSOE venía votando en el Parlamento, junto con Cs, los asuntos más importantes para no paralizar al nuevo Gobierno del PP (como el techo de gasto, las medidas para cumplir el déficit impuesto por la UE, el 8% de aumento al SMI y los propios presupuestos generales), tras el resultado de las primarias ese matrimonio ha entrado en crisis terminal y, con ello, la alianza inestable que garantizaba la gobernabilidad de Rajoy.
PSOE-Podemos, ¿segundo capítulo?
Es de esperarse que Pedro Sánchez impulse una oposición parlamentaria a Rajoy. Pero, ¿hasta dónde? ¿Pasará el grupo parlamentario socialista de facilitar la investidura a Rajoy a oponerse a sus planes? ¿Se sumará al voto de censura promovido por Podemos? O, por el contrario, ¿pactará la gobernabilidad con el PP y sus exsocios de Ciudadanos para prepararse para el 2020? Es difícil saber qué hará Pedro Sánchez y especialmente si llegará a algún entendimiento con los barones de su partido para llevar a cabo una estrategia común. Se abre un período incierto en los próximos meses.
La vuelta de Sánchez por la puerta grande a la “gran política” sin duda reabre la posibilidad de una colaboración más estrecha con Podemos en el Parlamento y, con ello, que se prefigure nuevamente una alianza progresista como alternativa al Gobierno de Rajoy. No por nada desde Pablo Iglesias a los principales referentes del partido morado han felicitado el triunfo de Sánchez. Un nuevo gesto, que se suma al retorno de Podemos a buena parte del argumentario que ha sido central en su estrategia política, como el discurso a favor de los “empresarios patrióticos” y la operación político-mediática de impulsar la moción de censura. Una maniobra cuyo fin último es retomar la agenda frustrada de gobernar con la pata izquierda del Régimen, el PSOE, llamando a confiar en que mediante maniobras parlamentarias "por arriba" se puede cambiar esta “democracia para ricos”.
La moderación programática de Podemos -que abandonó toda medida que cuestionase los pilares del Régimen, como la Corona, o que afectase a las ganancias capitalistas, como el no pago de la deuda-, sin embargo, no garantiza que la apuesta de pactar con Sánchez y la pata izquierda del bipartidismo vaya a dar frutos. Tanto Iglesias como Sánchez se proponen como “médicos de cabecera” del régimen capitalista español, pero no está claro que quieran compartir la consulta.
Para la clase trabajadora y los sectores golpeados por la crisis, mientras tanto, las maniobras parlamentarias no significan absolutamente nada. El paro, la precariedad, la degradación de la sanidad y la educación, la represión y la violencia machista continúan como antes. Por ello no pueden albergar esperanza alguna ni en el resultado de las primarias socialistas ni en la posibilidad de un entendimiento entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. Tanto uno como otro, lejos de proponerse “romper los muros” del podrido Régimen del ‘78 y su casta política y empresarial, lo que persiguen es una “regeneración democrática” de ese mismo Régimen. |