Fueron noticia del día por su ocurrente salida al campo de juego y por haber eliminado de la Copa Argentina a un club de Primera: Arsenal. Pero el mensaje del plantel de Sacachispas es muy profundo.
En épocas en las que se carga al fútbol de tragedia, seriedad, donde un partido es “a matar o morir”, donde “hay que dejar la vida” y sanatas por el estilo; cuando cada vez más el periodismo deportivo analiza al detalle el deporte más popular del mundo como si se tratara de una ciencia exacta, justo en ese momento aparecieron estos héroes, al rescate del fútbol.
Es el plantel de Sacachispas, un humilde club de Villa Soldati que hoy por hoy milita en la Primera C, la cuarta división del fútbol argentino. Pero demostraron ser muy grandes, más allá del resultado (que además los favoreció, eliminando nada menos que a Arsenal). Sacachispas transmitió un mensaje olvidado, como venido desde muy lejos, de tiempos ancestrales, a través del océano adentro de una botella empujada por las olas: EL FÚTBOL ES UN JUEGO. Así, con mayúsculas.
No es la primera vez que se animan a las travesuras, pero esta vez estaban las cámaras de los principales canales deportivos, los ojos del país a través de ellas. Salieron disfrazados de superhéroes: un Batman, un Iron Man, un Sapo Pepe. Trajeron alegría y una enseñanza olvidada, recuperada desde los confines del potrero, plagado de piedras, algún vidrio roto y arcos de baldosas o de buzos hechos bollo: EL FÚTBOL ES UN JUEGO.
No importaba demasiado arriesgar un cheque por pasar de fase en Copa Argentina, un ingreso importante para el club, necesitado de fondos como cualquier club de ascenso. Ellos salieron a JUGAR.
Tenían todas las de perder, iban de punto ante este Arsenal todavía de Primera División. Si hubiera sido al revés, si un club de Primera hubiera salido con esa actitud lúdica, juguetona, no hubieran faltado los críticos implacables de la “falta de profesionalismo” y las quejas, sobre todo si el club de Primera no ganaba. Nunca entenderán el mensaje profundo de Sacachispas: EL FÚTBOL ES UN JUEGO.
Pero Sacachispas no lo hace solamente cuando sale a jugar en plenas Pascuas con sus jugadores disfrazados de conejos: se divierte y JUEGA, también en los 90 minutos. El partido de ayer ante Arsenal incluyó un remate al arco de taco, en menos de 3 minutos de juego; y en la instancia final, en los penales que se viven como un drama social, un penal “picado” -ejecutado con ese espíritu atorrante de potrero- que le dio el pase a Sacachispas a los 16vos de final de la Copa Argentina, porque después la presión quedó del lado de Arsenal que falló, tal vez desconcertado por el desparpajo de los lilas de Soldati.
Lo de Sacachispas es algo muy serio: entendieron que EL FÚTBOL ES UN JUEGO. Parece un secreto, parece una verdad que muchos todavía quieren mantener escondida bajo los sofisticados ropajes de la ciencia. Pero no: no es una ciencia ni algo drámatico de lo que dependa la vida de nadie, aunque es innegable la importancia que tiene el fútbol en la vida de millones de personas. Pero EL FÚTBOL ES UN JUEGO.
Con esta filosofía, con esta cosmovisión, con esta verdad universal que surge de las entrañas del barrio, a Sacachispas no le va nada mal: en el campeonato de Primera C está puntero, a 12 puntos de ventaja y con sólo 6 fechas por delante. Es posible que en unos meses encontremos a estos superhéroes caraduras y adorables recorriendo la B Metropolitana. Pero su misión es aún más importante que esa o la de la Copa Argentina: están salvando al fútbol, lo están rescatando, lo están devolviendo al lugar del que nunca se debe sacar. Del juego.
¡Muchas gracias, Superhéroes anónimos de Sacachispas!