Para conmemorar la Revolución de Mayo, Mauricio Macri fue el anfitrión de una jornada en el Museo del Bicentenario en la Casa Rosada. Allí se hicieron presentes funcionarios como el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y los ministros Rogelio Frigerio, Esteban Bullrich y Ricardo Buryaillle, entre otros. También acudieron miembros de las Fuerzas Armadas, diplomáticos extranjeros y legisladores. No hubo ningún miembro del radicalismo ni de la Coalición Cívica y fueron invitados algunos estudiantes y jubilados.
Antes de la comida, con Juliana Awada a su lado, el presidente brindó un discurso que mezcló referencias a la Revolución de Mayo, optimismo y algunas críticas. “Un poco más de doscientos años después, se nos repite la historia”, dijo. Con su típica fraseología propia de un discurso motivacional sin contenido, planteó: “Esos corajudos [de 1810] decidieron ser protagonistas, y eso es lo que de vuelta hoy se necesita en la Argentina, que cada uno sea protagonista y haga el mayor esfuerzo para que los que hacemos, lo hagamos cada día mejor, y así construir una sociedad y un país mejor”.
Respecto a su reciente viaje, celebró la tan mentada “vuelta al mundo” y remarcó que en el el extranjero admiran a la Argentina por “el fútbol, el tango, la carne, los vinos y los paisajes” pero también por la “amigabilidad de la gente”.
Tampoco faltó su cinismo tradicional. Aseveró que “la inequidad genera violencia” y habló de un “compromiso del gobierno para bajar la pobreza”.
Macri deslizó un comentario contra los “jueces, sindicalistas, empresarios, que se creen dueños de decirnos lo que tenemos que hacer”. Por el contrario, se incluyó como parte de “los ciudadanos que tienen el poder”.
Al tiempo de finalizar su discurso, se retiró. Los invitados comieron empanadas, locro y pastelitos de batata, mientras sonaba música folklórica. La reunión duró una hora y media. |
