Entrevistamos a la compañía de teatro “La bestia escénica”, grupo de actores que trabaja junto al director Omar Sánchez y está presentando en La Plata, la obra colectiva de su autoría “El sol quieto”.
"No somos máquinas para que nos cambien la pieza gastada o nos hagan un service de aceite/ No existe el orden natural de las cosas/ No vivimos en una colmena... Anormales: ganemos las calles, organicemos la protesta... Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la normalidad"
Entrevistamos a la compañía de teatro “La bestia escénica”, grupo de actores que trabaja junto al director Omar Sánchez y está presentando en La Plata, la obra colectiva de su autoría “El sol quieto”. Estará en cartel durante todos los sábados de mayo en el Centro Cultural El escudo en calle 10 entre 59 y 60 de La Plata, y volverá a presentarse luego de un receso con lugar y fecha a confirmar.
La entrevista se nos hizo fácil y muy interesante, porque bastaron unos pocos disparadores para que todo el grupo reflexionara sobre la realidad, el rol de los actores y del teatro en esta sociedad, la economía, y las salidas posibles, la posibilidad de un cambio de paradigma.
¿Quiénes son y cómo se conformó el grupo “La bestia escénica”?
César Benitez: Venimos de compañías distintas, de otras experiencias, de distintos lugares, y teníamos ganas de trabajar juntos. Por eso fue que nos congregamos hace unos tres o cuatro años para generar nuestra primera producción que salió a la luz el año pasado, que se llama El sol quieto y es una creación colectiva.
Además, teníamos muchas ganas de trabajar junto con Omar, así que hablamos con él en -principio para generar un grupo de entrenamiento- y ahí empezamos a reunirnos regularmente.
Omar Sánchez: - Nosotros somos todos de La Plata. Yo los conocí a ellos en su etapa de formación, en la época en que fui docente de la Escuela de Teatro de La Plata. Hicimos un trayecto formativo, luego ellos se recibieron, hicieron su recorrido, trabajando, haciendo cosas interesantes. Pensándolo bien, ellos se acercaron, pero yo creo que también los busqué. Y ahí surge esta idea de generar algo. Me parecían interesantes como personas. Lo que en el teatro sucede es que un actor es interesante en la medida en que da cuenta de una mirada sobre la vida, un posicionamiento sobre la realidad, y bueno, ellos eran todos interesantes en esos aspectos.
Lo que en el teatro sucede es que un actor es interesante en la medida en que da cuenta de una mirada sobre la vida, un posicionamiento sobre la realidad.
La primera etapa fue darnos vida como grupo, discutir sobre el teatro, sobre el lenguaje, y nos propusimos que todo lo que produjéramos estuviera en un contexto, entonces hablábamos mucho de todo lo que en la realidad estaba pasando. Porque lo que nosotros hacemos se inscribe en un contexto muy preciso.
Alejandro Santucci: -Es verdad, durante el primer año de laburo no se ensayó nada en particular. Fue más bien un trabajo de entrenamiento, de buscar, de conocer o en escena, y así nos dimos cuenta de que la búsqueda pasaba más que por el qué contar, por cómo contarlo.
OS: -Sí, pero a la vez se ensayaban muchas cosas, a lo mejor, estábamos ensayando la obra sin saberlo…
CB:- Lo que yo veía es que cada uno iba aportando al grupo, cada uno venía con una poética distinta, con una individualidad. Entonces ese año y medio de trabajo fue como trascender la individualidad y encontrar un lenguaje común, más armónico para salir afuera. Un lenguaje grupal no como una suma de individualidades.
OS:- Todas esas propuestas estaban separadas entre sí. Eran ricas todas pero había que encontrar una forma de relacionarlas.
Alejandro: - Y también discutíamos sobre la realidad en términos precios de nuestro sector, de nuestra actividad. Eso siempre está.
Ana Alba: - Y cuando ya estuvo más conformado el grupo, empezamos a buscar materiales. Muchos nos atraían por el tema, la obra, el autor, pero a la vez por algún motivo se descartaban. Y lo que decantó es que este grupo necesitaba generar su propia obra que “nos cuente”.
Buscábamos, descartábamos y en paralelo íbamos entrenando, poniendo el cuerpo y así apareció.
OS: - Podríamos resumir diciendo que la primera etapa fue contarnos y la segunda, cómo se lo contábamos a otros.
OS: - Sí, y a la vez queríamos construir una definición sobre el teatro, ese límite borroso entre el actor y el personaje y donde necesariamente el actor opina sobre la realidad, buscando formas originales para generar un hecho artístico.
¿De qué habla “El sol quieto”?
OS: - La obra se plantea en un futuro no muy lejano, en el 2021 en donde suponemos una sociedad que busca “normalizarse” a través de un protocolo mundial, de una organización de salud mental y política ambiental y militar que controla el mundo y manda los principios organizadores a cada región o país y, a su vez, cada país los pone en práctica para que los individuos sean socialmente productivos y toda aquella persona que se escape de esos parámetros o piense distinto tiene que ser normalizada para que pueda seguir produciendo.
Y el pretexto es el tema del sol. Esto lo tomamos de una teoría científica para darle ciertos visos de realidad, que afirma que el sol no está teniendo una actividad normal. Según dicen los astrónomos el sol no está presentando esas manchas características propias de su actividad y esto produce una serie de fenómenos climáticos en el mundo.
Y a eso nosotros le sumamos la aparición de cambios inesperados como la explicación del fracaso económico, en donde en Argentina hay una expectativa de que vengan capitales para que se pueda producir y los capitales no llegan nunca (Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia).
Y así como, de alguna manera, los economistas se lo atribuyen a alguna cuestión mágica para explicar por qué las cosas no se dan o por qué nunca crecemos o por qué nunca salimos de la crisis – y esa misma lógica pareciera que también nos va a sacar de la crisis- nosotros se lo atribuimos al “sol quieto”.
A partir de eso hay distintos personajes: mujeres, parejas, normalizadores.
AA:-En mi caso, soy parte de una pareja, inserta en este mundo y que, por más que han sido normalizados, no dejan de ver la realidad que los rodea, y esa realidad no deja de afectarlos. Con más o menos realización o frustración, tratan de alguna manera, de hacer un llamado a cambiar algo. El mío es un personaje crítico con la realidad, esperando que haya alguien más que quiera cambiar las cosas, esperando armar un frente, organizar.
OS:- Pero de todos los personajes, el tuyo encarna con un discurso claramente político ¿es casual que sea una mujer quien asume ese rol? ¿Ustedes creen que es por algo en especial?
AA:- No sé cómo es ser varón, siempre he sido mujer (risas), pero no sólo tiene que ver con ser mujeres sino con ser las actrices que encaramos estos personajes y poder identificarnos con lo que también buscamos por fuera de los escenarios, en la vida. Y poder identificarnos con esto de que, aunque seamos 2, 3, 4, estamos de acuerdo en querer cambiar algo, ¡y guarda! que podemos mañana ser 5. Tenemos ese motor y, cuando nos propusimos que la obra contara y nos cuente, sabíamos que esa motivación iba a aparecer.
Tuvimos muchas discusiones sobre esta mujer, que, en principio, no era la mujer que yo quería contar, pensando en esto de que, si iba a haber violencia, yo que tengo esta ideología, cómo lo iba a encarar. Y también creo que tiene que ver con que la mujer, por el solo hecho de ser mujer, siempre tiene una carga y siempre tiene que luchar un poco más.
Jerónimo Buffalo: - Pienso que mi personaje (pareja en la obra del de Ana Alba) es más bien una especie de anti héroe. Yo estoy bastante alejado de ese personaje, no me siento muy representado, pero me interesaba tocar cierta cuestión relacionada, confunde se deposita la ideología. Este tipo la deposita en el discurso y no en la acción. Si uno lo escucha, parece cercana a lo que pienso, pero en la acción interna, dentro de su núcleo familiar es muy diferente, es un tipo violento que no acciona…
Es un cachetazo a cierto discurso politiquero, por ejemplo, hablando del Ni una menos, estuvimos muchos años con una mujer a la cabeza como presidenta y no se hizo nada en relación a eso, pero se dijo mucho…
Y esa es su contradicción, él quiere realmente cambiar algo, pero está luchando con este aparato normalizador y vuelca su frustración como violencia hacia su pareja.
OS: - En cambio a vos, Maga, te toca ese personaje femenino que se desencuentra con su pareja…
Magalí Ventimiglia: - Sí, lo sigue, pero se cansa de seguirlo. Se descubre y avanza. Te quedaste atrás, chau. Se encontró, pero se sigue buscando y la relación con su pareja pasa a ser un lastre, porque además él se convirtió en eso que ella detesta (un normalizador) pero igual se convirtió por necesidad sí … pero, al fin y al cabo, y lo lleva hasta las últimas consecuencias.
CB: -Yo creo que la construcción de ese personaje (el normalizador, pareja del personaje de Magalí Venimiglia, N d R) tiene que ver con mis orígenes. Yo vengo de un barrio obrero, pobre, donde todo el tiempo se veía y se ve eso. Yo sigo siendo del barrio y para muchos de esos chicos la opción sigue siendo esa y te dicen: “trabajamos en la construcción o en lo que sea y, si sale alguna convocatoria para ser policía me anoto porque necesito ganarme el mango, que me llegue el billete para comprar en el súper y alimentar a mis hijos viviendo en este sistema de mierda que me sigue oprimiendo”.
Mi personaje es ingenuo pero cínico a la vez, porque disfruta de torturar, pero después llega a la casa a la noche, faja a la mujer, después le pide perdón.
Carolina Sueta: - La mujer que yo hago en la obra habla un proceso de esa imposibilidad de ver y sentir la realidad, de lo que sucede en su cotidianidad y no poder hacer algo con eso que ve. Testimonia pero no encuentra la forma de intervenir, intenta tener una pequeña relación con otro de los normalizadores y otra vez aparece la imposibilidad de comunicarse, de encontrarse.
Esteban Trindade: -Mi personaje es esa clase de persona que ni corta ni pincha, pero termina acomodándose, va zafando pero nunca tiene voz, no se la juega por nadie. Y lo que le pasa con ella (refiriéndose al personaje de Carolina) es que tiene esa necesidad de pertenecer a alguien y tampoco lo puede lograr y sigue vacío. Lo intenta, necesita relacionarse con ella, pero a la vez no se la juega.
Yo creo que estamos apestados culturalmente por un montón de cuestiones que te imponen, te inculcan y uno lo absorbe, y eso también es un principio normalizador.
Alejandro Santucci: - Yo soy el tercer normalizador del grupo, el que prefiere comerse el cuentito, abona con sentido de verdad todas las cosas que le llegan. Entonces se pone el bozal y va para adelante. Empieza siendo como un aprendiz de normalizador y se termina apropiando del discurso del otro normalizador y elige creer. Y se quiebra cuando ve que la realidad no es como él cree.
Cuando hablaban recién del normalizador que es albañil de cómo da salida a su crisis y de esos remedios que en realidad son enfermedad y no una salida real, me quedé pensando… la obra ¿plantea una salida?
JB: - Para mí hay una lucha latente en ese mundo, salvo un personaje, hay un momento, en el final de la obra, donde sucede eso, algo que por más que lo quieran controlar no pueden.
AS:- La obra muestra que la salida es grupal, colectiva y ese es el principio.
OS: - También muestra una realidad que se inscribe en nuestro país. Con 30000 desaparecidos, con represión en las protestas, pero en donde igualmente esas voces no se acallan. La protesta sigue, es, de alguna manera, la vehiculización de una transformación. Toda sociedad, los trabajadores, el sector más vital de la sociedad, siempre va a querer cambiar las condiciones, eso va a ser permanente. La búsqueda de querer estar mejor. La salida en estos momentos, la construimos con el público y pasa por la conciencia. ¿No hay otra forma de poder construir otra realidad, de relacionarnos, de organizarnos? Incluso la economía, es interesante empezar a discutirlo. En parte, la revolución pasa por la cabeza.
CB: - Pensando en el recorrido de los cuerpos, que comienzan con una forma y terminan sin forma, con mucho movimiento, con mucha sonoridad, como una ebullición desordenada que es la necesaria para plantear una organización. La obra termina justo ahí, en el ruido “previo a”.
(OS: - Qué buen punto eso de cómo construir la organización, todavía no sabemos cómo hacerlo, sería otra obra.)
JB: - Otra cosa interesante es que la obra pone en discusión de qué es lo normal. Todo aparato de poder baja qué es lo normal, por ejemplo “que se le quite el trabajo a la gente porque no hay plata”. Y la obra pone en cuestión eso como caldo de cultivo de lo que vendría.
CB: - Ese mensaje normalizador se baja directamente de la política que tenemos hoy. Para ser más concretos, días atrás el ministro Bullrich dijo “Debemos crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla” (sic). Estamos todos tan enfermos que según este gobierno ¡debemos vivir en la incertidumbre y gozarla!