Las repercusiones de la revolución rusa en Argentina no sólo se plasmaron en las simpatías de millares de trabajadores sino que también fue fuente de preocupación de la clase dominante quien ya seguía atentamente las grandes manifestaciones y huelgas que se venían produciendo con anterioridad al 17 en el ámbito nacional.
Las organizaciones de los trabajadores argentinos ya venían acumulando más de dos décadas de experiencias. Los inmigrantes europeos que llegaron masivamente al país a partir del último cuarto del Siglo XIX trajeron, además de su fuerza de trabajo, ideas anarquistas y socialistas que confluyeron con la mano de obra local para darle forma a un movimiento obrero combativo que alcanzó métodos muy radicales tempranamente, como la primera huelga general en 1902 (la primera en América Latina).
El diario La Nación, publicado por primera vez en 1870 de la mano de su creador Bartolomé Mitre, era según Ricardo Sidicaro el medio que tenía como interlocutores a quienes estaban “ubicados en posiciones de poder estratégicos en cuanto a la toma de decisiones” 1. Estos interlocutores eran la oligarquía liberal que detentaba el poder político, económico, social y cultural tanto en el campo como en las ciudades. El diario de Mitre trató de mostrar una imagen más moderna y adecuada a los nuevos tiempos que vivía el país, considerando progresivo el gobierno radical de Yrigoyen que triunfó en las elecciones de 1916.
Como representante de los intereses liberales, La Nación tenía una posición pro-aliada (sobre todo pro-británica por las relaciones comerciales que se habían consolidado desde hacía ya varias décadas). Las noticias que el diario burgués presentaban del proceso ruso tienen que pensarse con una doble intencionalidad: en función de la posición estratégica que Rusia tenía en la guerra imperialista y por las consecuencias que podía despertar en el Movimiento obrero argentino, amenazando la estabilidad burguesa y al propio sistema capitalista.
¿Qué decía La Nación de la Revolución bolchevique?
Cada día le dedicaba tres páginas diarias a la Guerra Mundial. Particularmente Rusia comenzaba la guerra con un apartado que contaba, en general, las batallas ganadas y perdidas, las condiciones de los destacamentos militares y los anuncios diplomáticos del Zar y los ministros. La revolución de febrero generó que las noticias rusas cobraran un tinte más social en el contenido de su información. Por su adhesión al republicanismo, La Nación vio con buenos ojos la caída del régimen zarista en detrimento de la construcción de un Gobierno Provisional de carácter democrático y burgués que se comprometía a continuar en la guerra. Sin embargo, la Revolución de Octubre /Noviembre, no corrió la misma suerte a los ojos del medio liberal argentino.
El “doble poder” surgido en Rusia fue expresado en las páginas de La Nación. En la mayoría de sus ediciones el apartado ruso solía incorporar una declaración de Kerensky (o de algún miembro del Gobierno) agregando la declaración del Soviet de Petrogrado sobre el mismo tema, que en su mayoría hacían referencia a la situación del país europeo en la guerra y los “desórdenes” que se venían produciendo en la vieja capital rusa. Los medios argentinos no veían aún que ese órgano representativo de la clase trabajadora -que levantaban diariamente- sería el germen de la Revolución bolchevique.
En los días previos a la preparación de la Insurrección, la preocupación del diario fue creciendo junto con el tamaño de las notas dedicadas a los acontecimientos rusos. Cuando los maximalistas comienzan a ser mayoría en los soviet, La Nación habla de “La nueva situación en Rusia” con términos como: “disturbios anarquistas” (La Nación 17/10/17) o “Petrogrado: un semillero de intrigantes” 3. Reclamaba, en sus páginas, la pronta intervención de las autoridades rusas para evitar los levantamientos ya que “a menos que no los aplaste Kerensky, prontó ocurrirá” (La Nación 20/10/17).
La burguesía nacional e internacional tenía muy en claro quiénes eran los hombres que dirigían la Insurrección. Una y otra vez los nombres de Lenin y Trotsky aparecen como los principales agitadores y “perturbadores del orden” en las páginas de este diario. Uno como “leader” del partido Bolchevique y posterior presidente del nuevo gabinete y el otro como Presidente del Soviet de Petrogrado y posterior Ministro de Relaciones exteriores. Estas afirmaciones echan por tierra la historia construida por el estalinismo de la Revolución, negando de raíz el papel de León Trotsky.
La revolución ya estaba en marcha y el diario mismo informa el 9 de noviembre que el soviet se adueña del poder: “la agencia oficial anuncia que el soviet, después de declarar que el gobierno provisional ya no existe, ha logrado dominar en la ciudad sin derramamiento de sangre”(La Nación, 9/11/17)
El medio local no sólo pensaba la revolución en función de lo que representaba para Europa sino que tenía muy en claro que su influencia podía ser una amenaza en el terreno nacional.
La Revolución y el movimiento obrero argentino
En sus prensas, el movimiento obrero levantaba las banderas de los bolcheviques y esto llevó a que el gobierno radical no sólo actúe como mediador en los conflictos laborales sino también como agente del orden. Los reclamos de La Nación para que el gobierno actúe se debían sobre todo al ascenso de la lucha de clases que se había acelerado en la segunda mitad del año 1917 con la huelga de los ferroviarios, los frigoríficos y la FOM (Federación Obrera Marítima), entre otros.
El movimiento anarquista, que había ganado terreno en los primeros años del siglo XX, se había convertido en el sector más radical y combativo. Por eso, las analogías conspirativas que buscaban hacer los medios burgueses entre la Revolución y los anarquistas en Argentina no eran inocentes. En los años siguientes a 1917 se recrudecieron las respuestas que el estado nacional le daba a los conflictos obreros, un ejemplo claro de esto fue La Semana Trágica de 1919 (junto con conflictos en Santa Cruz en1921 y las luchas de La Forestal de 1920-22).
Esa semana de enero fue sin duda uno de los episodios más importantes de la lucha de clases en este país. Fue parte de la oleada revolucionaria abierta por la Revolución Rusa que comenzó con una huelga de los metalúrgicos de los talleres Vasena y se convirtió en una huelga general que durante más de una semana puso en vilo al gobierno. Su importancia se expresa en la movilización de masas, en los duros enfrentamientos en las calles de la ciudad con las fuerzas represivas y el despliegue de una gran solidaridad obrera y popular. Nuevamente los medios más importantes hablan de la actuación de “grupos obreros rusos” (La Razón, 7/1/19)) dentro de la huelga. La paranoia de los grupos nacionalistas – impulsada a su vez por los medios burgueses- llegó a expresarse en la creación de un grupo de choque formado por los jóvenes miembros de la élite porteña llamado Liga Patriótica Argentina que se dedicaron a “cazar rusos y maximalistas”.
Así como la burguesía argentina expresó su rechazo a la dictadura del proletariado y a la eliminación de la propiedad privada en los diferentes medios de comunicación que controlaba; los trabajadores, por su parte, celebraron el novedoso proceso como el despertar de las conciencias de millones de proletarios que fueron testigos de cómo una sociedad socialista estaba al alcance de sus manos.
Referencias:
Sidicaro, Ricardo, “Consideraciones a propósito de las ideas del diario La Nación” en:
Wainerman, Catalina y SAUTU, Ruth (comps.), La trastienda de la investigación, Buenos Aires, Fundación Editorial de Belgrano, 1998.
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