El periodismo es descrito como una actividad fascinante que permite estar donde se producen los hechos, acercar la información a los lectores, y en particular el ser corresponsal de guerra permite involucrarse con las emociones y situaciones de las personas envueltas en el conflicto. Entre los marxistas que han ejercido la profesión de periodistas, no sólo se encuentran Karl Marx y Vladimir Lenin, sino también León Trotsky, y el activista reconocido por su gran cobertura sobre la Revolución Rusa, los “Diez días que estremecieron al mundo”, el estadounidense John Reed.
“El 19 de noviembre de 1914 crucé la frontera francesa como corresponsal de guerra para el diario ruso Kievskaya Mysl. Acepté la oferta del periódico con más entusiasmo porque me daría la oportunidad de acercarme a la guerra. París estaba triste; Por la noche, las calles se perdieron en la oscuridad. (…) Después de la comprobación del avance alemán sobre el Marne, la guerra se hizo cada vez más exigente y despiadada”, así describe Trotsky en su libro “Mi vida” (1930) su experiencia como periodista en la Primera Guerra Mundial.
Describiendo un panorama absolutamente desolador, y de caos en el que estaba sumergida Europa, en medio de la destrucción, Trotsky halló una perla: “En el momento en que los alemanes se acercaban a París y los patriotas franceses burgueses lo abandonaban, dos rusos emigrados montaron un pequeño diario publicado en ruso. Su objetivo era explicar los acontecimientos actuales que el destino había aislado en París y ver que el espíritu de solidaridad internacional no se había extinguido por completo.”
Continuando en su relato Trotsky cuenta cómo el periódico se mantenía a pulmón hasta llegando a producir una ganancia de 30 francos, con periodistas que pasaban hambre, hasta que encontraron mejor financiación. Éste fue el relato sobre el diario “Nashe Slovo” o “Nuestra Palabra”, que luego fue llamado “Golos” (La Voz). Como explica Trotsky, su experiencia en este periódico le fue útil cuando luego tuvo que lidiar con asuntos militares más de cerca.
Otro caso que fusionó la guerra con el periodismo fue el del activista y periodista estadounidense John Reed. Se formó en Harvard donde fundó un club socialista para sorpresa de sus compañeros de estudio, muchos de clases ricas y privilegiadas. Reed siempre estaba en el corazón de la tormenta: en huelgas de obreros textiles, los peones oprimidos en México con Pancho Villa a la cabeza, y la denuncia de funcionarios zaristas que le valió la detención de la que luego pudo escabullirse y continuar con sus escritos.
En 1917 cuando consideró que el proletariado se haría con el poder en Rusia, se lanzó a la aventura allí también, y su valioso relato los “Diez días que estremecieron al mundo” le valió el reconocimiento de todos. Reunió colecciones de Pravda, panfletos y carteles. Los fascistas norteamericanos quisieron impedir la publicación de su manuscrito por lo que intentaron robárselo en varias ocasiones.
Luego de la publicación del famoso libro participó como redactor en la revista socialista The Revolutionary Age (“La Edad Revolucionaria”), también en conferencias tratando de contagiar su espíritu combativo y organizó el Partido Obrero Comunista en el corazón del capitalismo norteamericano. |