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La Izquierda Diario
9 de septiembre de 2014 Twitter Faceboock

El papel de la cultura y la literatura en la educación: del siglo XIX al siglo XXI
Alicia Mella | Profesora en Letras

Las producciones de la cultura históricamente han servido como dispositivos o herramientas que admiten ser seleccionados para transmitir idearios políticos, tanto en el ámbito educativo como fuera de él.

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En Argentina este hecho cobra una dimensión mucho más significativa a fines del siglo XIX, cuando se abre una época de fuerte formación de identidad nacional. Un ejemplo de esto es la obra de teatrode López de Gomara, De paseo en Buenos Aires, estrenada en 1890.

Su pretensión era mostrar la realidad en cuadros y costumbres de la vida diaria de los tipos argentinos. El eje principal de la obra son las andanzas del Conde del Tupe, que pasa de ser un embustero (engaña a todos con una onza de oro, para no pagar nada) a ser un hombre honrado y trabajador que se ha regenerado gracias a la ayuda de Don País que le ayuda a conseguir trabajo. Don País y otros personajes como La República Argentina, La Ganadería, La Agricultura y la Viticultura, son presentaciones alegóricas que presentan a Argentina como un país que progresa y crece. La política se mete así de lleno en el teatro.

Stuart Hall, en La noción de cultura en las ciencias sociales, plantea que las identidades se construyen en relación con el Otro, a través de la diferencia. Esto es lo notable al leer obras como De paseo en Buenos Aires, donde el Otro es construido en base a la mirada del autor: en el discurso se observan relaciones de poder, donde existen exclusiones y polarizaciones, y donde un polo es un mero accidente, mientras que el otro es legitimado. En la obra analizada aparecen alteridades siempre “domesticadas”, “civilizadas”, como los inmigrantes y trabajadores “honrados” (los que no protestan, los que son leales). Las mujeres, del mismo modo, aparecen siempre y cuando sean virtuosas, buenas amas de casa, de belleza prototípica; y cuando las mujeres se quejan aparecen, pero ridiculizadas.

Por fuera de la obra queda el Otro que está en el extremo, el Otro que es el peligroso, que es el que atenta contra “el progreso”: los inmigrantes que traían ideas radicalizadas como los italianos y españoles anarquistas, las mujeres que cada día se incorporaban al mundo del trabajo, y todos aquellos hombres y mujeres disconformes con la situación política y económica del momento, todos aquellos que unos meses más tarde, serían parte del levantamiento del 90’. InésDussel lo expresa de la siguiente manera:

“Este “afuera” es lo que se congela como otredad, como alteridad irreductible, y lo que en la mayoría de las culturas políticas se identifica como “maldad”, “subversión”, o el “enemigo”.” (Dussel, 2004: 309).

La Argentina se inscribe en la historia de los Estados modernos, que al formarse se hace cargo de la tarea de instaurar una identidad, a través de controles y reglas rígidas. SegúnDenys Cuche el Estado moderno tiende a tener una sola identidad cultural, pues no acepta que haya otras para la identidad nacional.

En algunos casos existe un margen de pluralidad cultural, pero siempre es una sola cultura la que goza de prestigio. Esto podría conducir a una ideología nacionalista, produciendo exclusiones étnicas. Estos presupuestos ideológicos son los que parecen estar detrás de la obra De paseo en Buenos Airesde López de Gomara.

Según Inés Dussel, lo que sucedía en ese contexto social, donde imperaban políticas liberales, era una “ficción de equivalencia” y una suspensión de diferencias, según la cual todos aparentemente eran iguales, y entonces para ser seres nacionales había que abandonar las particularidades, localismos, lengua extranjera, etc.

Aunque no siempre fue así, ya que en especial los inmigrantes pero también los pueblos originarios, tenían sus propias culturas, que se mezclaban con la nueva cultura argentina. Al respecto Cuche afirma: “Los encuentros de los pueblos, las migraciones, multiplicaron estos fenómenos de identidad sincrética” (Cuche, 2004: 116).

Paradójicamente, no puede pensarse la identidad nacional sin tener en cuenta al extranjero. No puede pensarse en la identidad nacional sin tener en cuenta al Otro (¿y a la Otra?). Es necesario reflexionar en estas cuestiones a la hora de encarar la formación ciudadana en las aulas.

Actualmente, a diferencia del siglo XIX, en las escuelas públicas nos encontramos con que la cantidad de alumnas es similar a la de alumnos varones. Además es notoria la presencia de población inmigrante, sobre todo de países limítrofes. También nos encontramos con estudiantes pertenecientes a pueblos originarios. Por último cabe mencionar quecada vez es menos tabú que adolescentes asuman una identidad no heterosexual. Quizá lo que une a todos estos jóvenes que están formando su identidad es que son hijos de trabajadores que asisten a la escuela pública.

Es por todo esto que considero que un criterio para seleccionar lecturas es apostando por una literatura respetuosa de la diversidad, y que en las escuelas se lea y produzca literatura que muestre y a su vez ayude a formar los discursos e identidades que los poderosos y las clases altas siempre han querido silenciar para seguir hegemonizando la cultura.

Blog de la autora: www.tengolalenguaroja.blogspot.com.ar

 
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