Partimos de un hecho indiscutible: la crisis de representatividad de los partidos del Pacto por México (PAN-PRI-PRD). Crisis que, desde las grandes movilizaciones por Ayotzinapa (2014), se profundiza con cada nuevo escándalo de corrupción, represión o asesinatos de periodistas, mujeres y líderes sociales, sumados al gasolinazo, la inflación y un largo etcétera.
En este escenario, para millones de trabajadores y jóvenes hartos de la miseria, la corrupción, el autoritarismo, la inseguridad, y el trabajo precarizado, el Morena es visto como una alternativa para sacar al odiado PRI del gobierno, tanto del Estado de México como de la presidencia nacional.
Así, al cierre de campaña para las elecciones en el Edomex, las encuestas de preferencia señalan un empate técnico entre los candidatos Delfina Gómez Álvarez, del Morena, y Alfredo del Mazo, del PRI.
Del Mazo expresó la preocupación que hay en su partido ante la posibilidad de perder su bastión histórico -y con ello disminuir más las probabilidades del tricolor en el 2018- al decir, en un acto de cierre de campaña el domingo pasado, que “de su triunfo depende el futuro del priismo y el futuro del país”.
Y es que un triunfo de Delfina en las elecciones mexiquenses, apuntalaría indudablemente la candidatura de AMLO para las presidenciales del 2018, por lo que el tabasqueño no ha escatimado en sumar apoyos al Morena, independientemente de si se trata de integrantes (en particular funcionarios públicos, dirigentes y cuadros importantes) o ex integrantes de los partidos de “la mafia del poder”; de grandes empresarios que viven de explotar al pueblo trabajador, de burócratas sindicales como Agustín Rodríguez del STUNAM o del ofrecimiento de votos magisteriales por parte de la ex priista Elba Esther Gordillo. Esto, junto a la presión sobre el PRD y Movimiento Ciudadano para que sus candidatos declinen en favor de Gómez Álvarez, lo cual ya consiguió con el candidato del PT.
Más allá de las posiciones conservadoras expresadas por la candidata del Morena, por ejemplo en cuanto al aborto, el matrimonio igualitario o el empresariado, nos preguntamos en qué sentido sacar al PRI del Edomex sería un triunfo. Esta entidad industrial es uno de los principales bastiones del Estado capitalista mexicano, y donde existe una gran concentración de mano de obra semi esclava, misma que es garantizada por el férreo control del aparato sindical del Congreso del Trabajo (la vieja estructura gansteril que sigue intacta después de la transición pactada”). Además de la relación del aparato policiaco con los grupos criminales que realizan la barbarie creciente del homicidio de jóvenes y mujeres inocentes en tanto se expanden los narconegocios.
Encima de esto, la maestra Delfina pretende llegar a la gubernatura de la mano de quienes han sido pilares del priismo y el charrismo sindical a nivel nacional como la gente que ha estado ligada a la “maestra” Gordillo. O sea, se alía con os que, con sus actos de corrupción hacen recaer los costos de su millonario enriquecimiento en la población trabajadora.
Para terminar con esos flagelos capitalistas, se necesita un programa y una política que enfrente los planes de la clase dominante de la entidad, pero también a nivel nacional. Y, por lo que han expresado Delfina y López Obrador, éstos no están por desarrollar esa política.
Por otra parte, en un estado azotado por los feminicidios y el trabajo precario las propuestas de Delfina Gómez como la de activar la Alerta de Violencia de Género o que todos los empresarios tengan las mismas oportunidades, resultan impotentes.
Sólo un poderoso movimiento de miles de mujeres en las calles, impulsando comisiones de mujeres en los centros de trabajo, estudio y en los barrios y colonias, en unidad con la clase trabajadora, podrá hacerle frente a las violencias machistas y el flagelo del feminicidio.
Brindar igualdad de oportunidades a los empresarios, lo que significa expandir la explotación y precarización salarial, no resuelve la situación de los trabajadores de la ciudad y el campo mexiquenses.
Sólo haciendo pagar a los empresarios los costos de la crisis se podrán mejorar las condiciones de trabajo y de vida de las grandes mayorías, por ejemplo, reduciendo la jornada laboral a seis horas, cinco días a la semana, para que todos trabajemos y no dejemos la vida en el trabajo, con un salario no menor a la canasta básica y que aumente de acuerdo a la inflación.
Oxígeno para el régimen
Tras la movilización nacional contra el fraude electoral de 1988 y el alzamiento zapatista de 1994 que profundizó la crisis del priato, los principales partidos pactaron una transición ordenada hacia un nuevo régimen de dominio para aceitar las desgastadas instituciones, descomprimir el descontento social que amenazaba la gobernabilidad y evitar la caída del PRI por una vía independiente. Así, con la llegada del PAN al poder en el 2000, iniciaba el régimen de la alternancia de partidos.
Durante los desastrosos sexenios de Fox y Calderón, ni la burguesía mexicana ni el imperialismo estadounidense permitieron la llegada de la centroizquierda (PRD) al poder, como lo mostró el fraude del 2006 contra López Obrador y la masiva compra de votos mediante las tarjetas Soriana y Monex seis años después. Mientras tanto el PRI, desde la oposición, se recompondría para volver en 2012 a Los Pinos con Peña Nieto, quien firmaría con el PAN y el PRD el Pacto por México para impulsar las reformas estructurales.
Desde el PRD, López Obrador –como la figura más importante de su partido- contuvo el descontento de sus bases frente al fraude del 2006 con un plantón pasivo en Reforma, y sin política para vincularse con la lucha de la APPO en Oaxaca, o manteniéndose al margen del movimiento #YoSoy132 que denunciaba la preparación del regreso del PRI al poder. De esa manera le evitaba un colapso político al gobierno panista y al régimen de la alternancia de partidos neoliberales.
Ahora que los partidos tradicionales se encuentran fuertemente cuestionados y que el movimiento social se expresa masivamente a cada tanto, con luchas de trabajadores apareciendo aquí y allá, el “voto útil” a favor de Delfina mostraría las aspiraciones democráticas de las masas, como expresión por izquierda del hartazgo imperante.
Sin embargo, con la búsqueda del voto de la población para partidos que no levantan un programa para la clase trabajadora, se busca evitar que la población que está harta del PRI, el PAN y desencantada del PRD, salga con una política independiente, mostrando el descontento nacional que mostró el “gasolinazo”. De llegar el Morena al poder, más allá de las limitadas concesiones que pueda otorgar a las masas y aún cancelando algunos de los rasgos más brutales de este gobierno y sus aliados actuaría como válvula de escape para descomprimir la crisis de legitimidad del régimen, oxigenando sus instituciones.
Ahora que los partidos tradicionales se encuentran fuertemente cuestionados y que el movimiento social se expresa masivamente a cada tanto, con luchas de trabajadores apareciendo aquí y allá, el “voto útil” a favor de Delfina mostraría las aspiraciones democráticas de las masas, como expresión por izquierda del hartazgo imperante.
De esta manera, sin embargo, se busca evitar que la población que repudia al PRI, al PAN y desencantada del PRD, salga con una política independiente, aprovechando el descontento de la población trabajadora para que, mediante el voto, de llegar el Morena al poder, actúe nuevamente -mediante la cancelación de algunos de los rasgos más brutales de este gobierno y sus aliados, y el otorgamiento de limitadas concesiones sociales- como válvula de escape que descomprima la crisis de legitimidad, oxigenando el régimen de la alternancia.
Las experiencias latinoamericana y europea
Como lo muestra la experiencia de los llamados “gobiernos progresistas” latinoamericanos, al preservarse dentro de los marcos del capitalismo, una vez agotado el ciclo de altos precios de materias primas en que se basaron para hacer concesiones a las masas, se convirtieron en gobiernos ajustadores, abriéndole el camino a la derecha, que hoy gobierna en Argentina, Brasil e incita a una salida militar contra el gobierno de Maduro en Venezuela.
A diferencia de esas experiencias, un eventual gobierno de Morena en México llegaría en medio de una profunda crisis económica internacional, que le daría muy poco margen para hacer concesiones y le impondría grandes límites a cualquier reforma duradera en favor de las masas.
Y es que todo plan de gobierno que no rompa con la sujeción a los pactos con el imperialismo estadounidense (como la deuda externa, la reforma laboral y la precarización, etc.) y ataque los intereses de los grandes capitalistas, seguirá permitiendo la miseria y el autoritarismo.
No se ve que en ese aspecto, López Obrador vaya a enfrentar los intereses de los grandes empresarios, hacia quienes declaró que la iniciativa privada sería palanca fundamental de desarrollo, ni a Trump, frente a quien propone una relación de amistad, respeto y convencimiento.
Ya la experiencia de Syriza en Grecia mostró a dónde conduce un “gobierno de izquierda” que, al calor de la crisis, se mantiene enteramente en los marcos del capitalismo, convirtiéndose apenas a los seis meses de llegar al poder, en un gobierno aplicador de los planes de ajuste del Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea.
Otro tanto se puede decir de Podemos en el Estado español, que ante la presión del capital, rápidamente se integró al régimen salvando al gobierno del derechista Partido Popular; gobernando ahora municipalidades en las que poco y nada ha cambiado para el pueblo trabajador.
El PRI caerá definitivamente con el conjunto del régimen
Para derrotar al PRI, no basta con ganarle electoralmente. Aunque no está mal luchar contra el PRI en todos los terrenos, el problema es si se levanta una política consecuente en ese sentido, y cuando estuvo planteado derrotar al tricolor en las calles, apuntalar las luchas o denunciar la subordinación de Peña Nieto al imperialismo e impulsar la movilización, López Obrador llamó a la gobernabilidad, a un gobierno de transición, a respaldar al presidente.
Para llevar hasta el final la derrota del PRI, es necesario acabar con el régimen que permite su preservación y la posibilidad de su recomposición, cuyos partidos se caracterizan por preservar, de una u otra forma, lo esencial de la explotación capitalista y la subordinación de nuestro país al imperialismo.
Por eso los trabajadores, que somos la mayoría de la sociedad, debemos organizarnos con independencia política, de clase, frente a los partidos y las instituciones del régimen, para impulsar la huelga general y poniendo en pie una herramienta política propia, socialista y revolucionaria, en la perspectiva de conquistar, en alianza con el conjunto de los explotados y oprimidos, un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, de ruptura con el capitalismo, que dé respuesta a las necesidades de las grandes mayorías, con una política para que la crisis la paguen quienes la generaron: los banqueros y los grandes empresarios. |