Para quienes caminan a diario los pasillos del Centro Prebisch, Hugo Arias es parte de la cotidianidad. Vestido siempre de camisa y corbata, llega cuando muchos todavía no lo hicieron y vuelve a su hogar cuando se dictan las últimas clases del día. Desde hace años con amabilidad vende lapiceras y resaltadores a estudiantes y docentes de Filosofía y Psicología, muchas veces sacándolos del apuro. Por eso cuando se conoció el intento por parte de la gestión de la decana Mercedes Leal de desalojarlo del pasillo central de Filosofía y Letras, un repudio generalizado recorrió las conversaciones y los comentarios en las redes sociales.
“Vendo hace casi 20 años como vendedor ambulante en la calle, visitando las escuelas y algunas facultades. He visitado 135 escuelas, siempre con autorización porque no cualquiera puede pasar a vender”, comenta Don Arias cuando le preguntamos por su situación. Hace unos diez años comenzó a recorrer la ex Quinta Agronómica, la Facultad de Artes y otras tantas, y afirma que nunca tuvo ningún problema. Hace unos años decidió, finalmente, quedarse en Filosofía y Letras, en la intersección con la entrada a Psicología. Entrado en años, con lo que vende aporta a su familia, que incluye el cuidado de una hija hipoacúsica.
Don Arias cuenta que un jefe de la seguridad del Centro Prebisch le dijo que no podía estar en su lugar habitual de trabajo. Este sujeto alegó que la decana Leal le dijo que se estaban cometiendo robos, que robaron en el kiosko, y que no quería a nadie en los pasillos y le prometieron que no le quitarían nada. “Me anticipa eso y al otro día cuando vine faltaba la mesa, no estaba nada, me sacaron la silla, todo”, añade.
Ni a Don Arias, ni al resto, le cierra la explicación de los robos, por eso fue a hablar con el dueño, quien le negó que eso había ocurrido. “Entonces pienso que es mentira todo lo que me dijeron y como vi que no tenía alternativa no vine ayer”, dice en relación al martes.
El miércoles Don Arias volvió a la facultad, encontrando la solidaridad de estudiantes y algunos docentes. “Todos estaban indignadísimos por lo que me hicieron; yo siempre los ayudaba en lo que podía cuando a veces no les alcanzaba para comprarse un marcador o les daba y les decía que me paguen mañana, y así. Hoy todos me apoyaban, eso me emocionó mucho”, detalla.
La bienvenida fue de todos, menos del decanato. “También vino la secretaria de la decana y ella si me dijo que no quiere que nadie esté en el pasillo. Estaba muy cerrada en que me tengo que ir y le dije que me de 30 días para ver qué hacer y aceptó, pero esto todo de palabra nomás”, cuenta. Por ahora, se ubica en la entrada de Psicología.
La actitud de la gestión de la decana Leal fue rápidamente relacionada con el desalojo con topadoras de vendedores ambulantes que realizó el mismo martes el intendente Germán Alfaro. Don Arias, que sabe lo que es ganarse el pan pateando la calle, también se indigna con esta situación. “Me parece terrible, un atropello, como van a pasar una topadora, con tanta miseria que hay, tanta escasez de materiales y dinero para comprar sus materiales y eso es una aberración”.
Mientras sigue recibiendo muestras de afectos, Don Arias se despide y agradece el interés que despertó. Seguirá toda la jornada trabajando. Quienes lo saludan esperan que el decanato deponga su actitud, que dista de los elocuentes discursos que pronuncian.
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