Foto: Agencia DyN.
En el día de ayer, el Maestro Roberto De Vicenzo murió a los 94 años. Además de ser un emblema del deporte argentino -uno de los mejores y más reconocidos junto a Maradona, Messi, Fangio o Ginóbili-, también era vecino ilustre de Ranelagh, localidad del partido de Berazategui. Desde ese lugar de reconocimiento incuestionable, su apoyo activo fue determinante para una lucha obrera: la reincorporación de un ferroviario (oficio de su propio padre) que había sido injustamente despedido.
De Vicenzo construyó ese prestigio por dos carriles: por un lado, el deportivo porque ganó 231 torneos en 18 países de los cinco continentes, lo que le permitió ser reconocido ingresando al Salón de la Fama y admirado por titanes del golf como el norteamericano Jack Nicklaus, de quien era amigo; por otro lado, por su calidez, por ser una persona sencilla y querible, según testimonios de quienes lo conocieron.
“El golf se juega por dos motivos: para bajar la panza o para llenarla. Lo mío fue el segundo caso, tuve que dejar de lado muchos de los placeres elementales de cualquier persona. Así entendí mi carrera y así la desarrollé”, cita el diario La Nación. Palabras de Don Roberto que ayudan a entender la empatía que generó en un público masivo que –más allá del triunfalismo- lo adoptó como un emblema popular siendo referente histórico de un deporte como el golf, muy poco popular en Argentina.
Don Roberto De Vicenzo y la solidaridad obrera
En el año 2004, un reclamo al que adhirió De Vicenzo –la personalidad más importante de Ranelagh, al punto de que su apellido es sinónimo de esa localidad- fue determinante para el triunfo de una lucha obrera: la reincorporación de Hipólito Sarco, empleado ferroviario injustamente despedido.
Foto: ferroviario Hipólito Sarco.
El servicio ferroviario de la Línea Roca era gestionado por Transportes Metropolitano, propiedad del empresario vaciador Sergio Tasselli, amigo de la familia Kirchner y también responsable de muertes obreras en las minas de Río Turbio. La empresa acusaba a Sarco de ser responsable de un accidente por no haber bajado la barrera… en un paso a nivel en el que nunca hubo barrera. El paso a nivel 359 (PAN en la jerga ferroviaria) fue la causa de su despido.
Hipólito Sarco quedó en la calle; uno más de toda la seguidilla de despidos arbitrarios que con total impunidad dictaminaba la empresa de Tasselli, ante la indiferencia de la conducción burocrática de la lista Verde de José Pedraza en el gremio (muy ocupada en aquellos años en un desfalco de aportes de los afiliados a un fondo de sepelios). Activistas ferroviarios de la oposición, agrupados en lo que es actualmente la Lista Naranja ferroviaria, se organizaron en defensa de Sarco y otros despedidos.
Entre actos solidarios, fondo de lucha para recaudar plata para los despedidos y otras medidas de lucha, también armaron un petitorio: por la reincorporación de los ferroviarios despedidos como Hipólito Sarco y –tomando un reclamo de los vecinos - por la instalación de una barrera en el famoso paso a nivel 359. A alguien se le ocurrió que Don Roberto De Vicenzo, el vecino más famoso de Ranelagh, podía ser un gran apoyo y fueron en busca de su firma.
Don Roberto accedió gentilmente, atendiéndolos en su casa. ¿Cómo no iba a apoyar él, hijo de un ferroviario, que desde los 9 años tuvo que salir a ganarse la vida juntando pelotitas de golf en el fondo de las lagunas por monedas de los aficionados para poder mantener a sus hermanos? Una personalidad como él dio ejemplo de humildad y de solidaridad obrera.
Las medidas de lucha, los argumentos esgrimidos por los abogados del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ce.Pro.D.H.) y el apoyo de –nada menos- que el campeón del Abierto británico de golf de 1967 y de 4 campeonatos mundiales, vecino ilustre de Ranelagh; todo era demasiado para una empresa que quería sostener una acusación de no haber bajado “una barrera” que no existiía. Hipólito Sarco fue reincorporado y abrió la puerta a otras reincorporaciones. Hoy sigue trabajando en el Roca.
Nota del diario Crónica, el recuadro da cuenta de la lucha de Sarco y el apoyo de De Vicenzo.
Cada vez que pasaba por Ranelagh junto a su familia, Hipólito Sarco les señalaba la casa y les contaba quién era Don Roberto De Vicenzo. Ayer volvió a hacerlo con los ojos vidriosos. Varias lágrimas inquietas, motorizadas por la emoción, el agradecimiento y la tristeza, hacían de las suyas.
Hoy descargó su homenaje obrero en su cuenta de Facebook: “Ayer Dios se llevó a un grande del golf, Don De Vicenzo. QEPD, su firma perdurará por siempre en mi petitorio por barreras y mi reincorporación en línea Gral. Roca, PAN 359, barrera que no la vio llegar. Mi más sentido pésame”.
* Agradecemos la colaboración y testimonios de los ferroviarios Víctor Silva, Hipólito Sarco, Marcelo “Cucha” González y Flavio Bustillo para la realización de esta nota. |