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La Izquierda Diario
7 de junio de 2017 Twitter Faceboock

CRÍTICA FOTOGRÁFICA
Descubriendo a Vivian Maier: niñera y fotógrafa
Ricardo Palmadessa

La fotógrafa que jamás mostró sus fotos, llegó a Buenos Aires, con la muestra Vivian Maier (1926-2009) The street photographer, que se presenta en la Fototeca Latinoamericana (FoLa, Godoy Cruz 2626) hasta el 11 de junio.

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La anécdota es la siguiente: un joven estudiante compra, en un remate en Chicago, un lote de viejos negativos fotográficos. Al revisar el material, se da cuenta de la infrecuente calidad de las tomas, mayormente escenas callejeras y retratos de gente común. También hay autorretratos, en los que se ve a una mujer de aspecto formal, manejando una cámara Rolleiflex colgada de su cuello. A partir de allí John Maloof, comienza a intentar develar el misterio: ¿quién es la fotógrafa desconocida? Esta historia es relatada en la película Finding Vivian Maier (Encontrando a Vivian Maier) de 2013, dirigida por el propio Maloof, que compitió al año siguiente por el Oscar al mejor documental. Maier, murió en 2009 sin enterarse de la repercusión que había comenzado a tener su obra.

La fotógrafa que jamás mostró sus fotos, llegó a Buenos Aires, con la muestra Vivian Maier (1926-2009) The street photographer, que se presenta en la Fototeca Latinoamericana (FoLa, Godoy Cruz 2626) hasta el 11 de junio.

Hay dos aspectos a resaltar de Vivian Maier: su sorprendente historia, y sobre todo, su calidad como fotógrafa. La muestra, compuesta por cincuenta y cinco fotos prolijamente montadas, cuidadosamente ordenadas, se luce en la espaciosa y muy bien iluminada sala de FoLa, nos permite apreciar y disfrutar de su talento. La historia, puede verse en el documental exhibido en el auditorio del mismo espacio (también puede encontrarse en la web: https://goo.gl/zyKPTY). En ella, se pone de relieve a la aficionada que, aprovechando su trabajo como niñera, salía a pasear a los niños que tenía bajo su cuidado, siempre con su cámara preparada, dispuesta a encontrar escenas que la conmuevan para imprimirlas en la película.

“Ella tenía un muy buen ojo, y un gran sentido del encuadre, además de sentido del humor, de la tragedia, de la vida y del ambiente. Es decir, lo tenía todo... Si se hubiera dado a conocer, se hubiera convertido en una gran fotógrafa” dice su colega Mary Ellen Mark en el documental. ¿Hubiera sido mejor fotógrafa si se hubiera dedicado sólo a fotografiar? ¿O el contacto con la vida real y su propia vida de trabajadora, le permitió un punto de vista más cercano a la gente común, una mirada desde la clase a la que pertenecía?

Joel Meyerowitz, fotógrafo neoyorquino, entrevistado también para la película, dice de Vivian Maier: “Creo que sus fotos muestran ternura... La veo como una persona atenta y cariñosamente observadora... Mientras tomaba fotos se daba cuenta qué tan cerca puedes estar del espacio de alguien para hacerle una foto. Eso me dice mucho de ella: podía ir a un lugar con completos extraños, y hacer que la aceptaran siendo ellos mismos, generando ese tipo de momentos donde dos presencias están vibrando juntas de algún modo”.

La observación atenta de su obra, muestra su mirada, aguda e irónica, no exenta de humor, su gran sensibilidad hacia la gente común, sus pares. El paisaje urbano, las calles, conforman el estudio en el que retrató a los habitantes anónimos de la ciudad, con un acercamiento y empatía poco frecuentes. Vivian Maier logra ingresar en el espacio de sus personajes, acercándose para obtener una imagen que los muestre en su mejor versión, o tomando distancia para obtener una foto que sorprenda, que transmita su visión del mundo. Cuando eso se logra, percibimos algo que no podemos explicar, pero que nos conmueve. Sus imágenes juegan creativamente con todos los elementos que están a su disposición en ese estudio al aire libre: la luz y la sombra, los reflejos, los edificios, todo lo que conforma el escenario y la utilería, y los pone al servicio de los actores principales y secundarios de sus relatos visuales, retratos de la vida de la ciudad, de sus habitantes, de los trabajadores que la mantienen en funcionamiento. La conjunción de ese valor extra, esa magia, con el manejo natural y contundente de la composición, hacen de Maier una de las más sensibles y auténticas fotógrafas del siglo veinte.

Sus fotos además, dan cuenta de una época, documentan la vida urbana de los Estados Unidos de las décadas del cincuenta al setenta. La característica de la cámara que usaba, sostenida a la altura del pecho, mirando hacia abajo por el visor, favorecía ese ver sin ser vista, ese fisgoneo que define la tarea del fotógrafo: poder ver más allá de lo que otros ojos ven y traducirlo en capturas únicas.

El contenido de sus fotos es esencialmente humano, muestra a la gente en la calle, trabajando, a los niños deambulando y jugando, hasta a ella misma reflejada en vidrieras y espejos. La riqueza y la originalidad de sus capturas, de un impacto visual directo, sin necesidad de textos que las expliquen, permiten un disfrute instantáneo, y nos dejan con ganas de ver más. Según su descubridor, hay cerca de ciento cincuenta mil negativos de la obra de Vivian Maier que permanecen inéditos, por lo que seguramente tendremos la posibilidad de seguir deleitándonos con la obra de esta maravillosa fotógrafa que afortunadamente salió a la luz y hoy es admirada por el mundo entero.

 
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