“Para evitar al país exhausto y destrozado nuevas pruebas militares, nos hemos visto obligados a hacer un grandioso sacrificio y declarar a los alemanes que estamos dispuestos a firmar las condiciones de paz presentadas por ellos. (…) El militarismo alemán, cumpliendo el encargo de los capitalistas de todos los países, quiere estrangular a los obreros y campesinos de Rusia y Ucrania, devolver la tierra a los terratenientes, las fábricas y las empresas a los banqueros, el poder a la monarquía. (…) El consejo de comisarios del pueblo decreta: 1) Todas las fuerzas y todos los recursos del país se ponen, por completo, al servicio de la defensa revolucionaria. 2) A todos los Soviets y organizaciones revolucionarias se les impone la obligación de defender cada posición hasta la última gota de sangre”.
Lenin, ¡La patria socialista está en peligro! (1918)
La profilaxis y sus recursos activos en defensa
No podría entenderse el estilo de juego de Tigrán Vartánovich Petrosián (campeón mundial después de vencer al genial Botvinnik en 1963 hasta 1969 cuando lo perdería frente a Spassky) y su gran capacidad para anticiparse al peligro desde muchas jugadas antes si no lo pensamos como producto de la rica historia de la revolución socialista.
Todo el pueblo soviético sabía bien lo que significaba enfrentar el peligro, los inmensos sacrificios que debían afrontar para superar una guerra encarnizada que llevaba adelante una y otra vez el imperialismo para ahogar en sangre la patria socialista y el ejemplo que ella significaba para todos los trabajadores del mundo. La gran guerra imperialista, la guerra civil revolucionaria, como así también las sucesivas crisis de una economía atrasada en un país devastado, con el hambre y la muerte golpeando la puerta. Como si esto fuera poco, el surgimiento del nazismo que significó una amenaza de guerra durante toda una década, hasta que se concretó en la II Guerra Mundial. ¡El pueblo soviético sabía muy bien lo que era el peligro, había vencido una y otra vez a la muerte de su patria!
Y Tigrán Petrosián, que nació en 1929 en Tiflis, la capital de Georgia, creció en ese período tan difícil de la historia soviética. Por eso, no es de extrañar que ese ‘instinto del peligro’ calara tan profundo en su personalidad y esto le permitió demostrar en sus partidas una grandísima imaginación para los recursos defensivos. Desde “misteriosas” jugadas de peón, sacrificios de peones hasta su “favorito” sacrificio posicional de calidad. Toda una contribución al desarrollo del ajedrez basada en el concepto de profilaxis.
En ajedrez, se considera que “los movimientos profilácticos son aquellos que no solo mejoran la situación de las propias piezas sino que evitan que el adversario mejore las suyas. Petrosián fue un maestro en el arte de frustrar los planes del rival. Se defendía tan bien que eliminaba las amenazas antes de que éstas se materializaran, antes incluso de que sus adversarios pensaran en ellas.” (http://es.wikipedia.org/wiki/Tigran_Petrosian)
Es por eso que el “Tigre” Petrosián fue considerado durante mucho tiempo un rival imposible de vencer, fama que lo llevó a tener otro apodo: “El rey de las tablas”. Y en verdad son pocas las partidas en que fue superado a lo largo de su extensa carrera.
La relación de fuerzas
Podemos comparar una de las enseñanzas del “Tigre del ajedrez” con una de las valiosas lecciones que Lenin recogió de la dura experiencia en el acuerdo por la paz de Brest Litovsk. Los izquierdistas no querían aceptar la paz por una cuestión de principios. Para ellos era inadmisible llegar a un compromiso con los imperialistas alemanes. Su teoría proponía una estrategia ofensiva de “guerra revolucionaria” sin considerar la situación real en el campo de batalla. Lenin advertía al pueblo “desde el punto de vista de la defensa de la patria, sería un crimen aceptar un choque militar con un enemigo infinitamente más fuerte y mejor, cuando sabemos que no tenemos ejército. Desde el punto de la defensa de la patria, estamos obligados a firmar la paz más dura, opresora, feroz y oprobiosa, no para ‘capitular’ ante el imperialismo, sino para aprender y prepararse a combatir contra él de manera seria y efectiva.” (Lenin, Lección dolorosa pero necesaria, 1918).
Es vital para un jugador de ajedrez, como para un político revolucionario, saber medir la relación de fuerzas que existe en el tablero, una relación bien concreta y para nada atada a principios generales. Petrosian podía advertir con una gran antelación el peligro. Sabía cuándo era necesario preparar una retirada ordenada. O si las posibles variantes que calculaba eran desfavorables a su posición, él las desarmaba mediante un pequeño sacrificio de calidad (concesión), liberando la dinámica oculta de sus piezas.
Trigrán Petrosián se corona campeón mundial en 1963
Tal,Mihail - Petrosian,Tigran V [C97]
URS-ch25 Riga, 1958 (Kasparov)
1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 a6 4.Aa4 Cf6 5.0–0 Ae7 6.Te1 b5 7.Ab3 0–0 8.c3 d6 9.h3 Ca5 10.Ac2 c5 11.d4 Dc7 La defensa Chigorin de la apertura española. Muy popular en la época de Petrosián. 12.Cbd2 Ad7 13.Cf1 Cc4 14.Ce3 [14.b3 Cb6] 14...Cxe3 15.Axe3 Ae6?! Es más seguro 15…Tfc8! (Karpov-Petrosian, Milán 1975, match, 1°)
16.Cd2 (… 17.f4) 16...Tfe8 17.f4! Tad8 18.fxe5 dxe5 19.d5 Ad7 20.c4 Tb8 21.a4 b4 22.a5! Tf8 23.Aa4 Axa4 24.Txa4 “Las blancas tienen una gran ventaja posicional. Cuentan con un peón pasado y protegido en d5, que jugará un papel decisivo en el final. Las negras podían haberse contentado con una defensa pasiva (Ad6, Cd7, f7-f6, Tf7, Tbf8, etc.), pero ante un buen juego de las blancas, antes o después habrían quedado en una posición muy comprometida. Aquí concebí un interesante plan defensivo” (Petrosián).
Tbd8 25.Df3 Td6! La única posibilidad es este inesperado desplazamiento de la torre a la sexta fila.
26.Cb3 El caballo hinca los dientes en el débil peón de c5, y la avalancha blanca en el flanco de rey parece sólo cuestión de tiempo.
Cd7 27.Taa1 Tg6 28.Tf1 Ad6 No sé si Petrosián estaba considerando ya el sacrificio de calidad, pero la maniobra Tb8, Td8, Td6 y Tg6 como mínimo le ha concedido a las negra cierto contrajuego. Para desviar a la torre de su favorable posición, las blancas tienen que avanzar su peón h, debilitando así la defensa de su rey.
29.h4 Dd8 30.h5 Tf6 31.Dg4 A las blancas sólo les queda jugar g2-g3 y cambiar la audaz torre de f6, después de lo cual todo irá sobre ruedas. “Pensaba que mi posición estaba ganada”, escribe Tal. “Desde luego, las blancas están preparadas para atacar en el flanco de rey, mientras que en el de dama, en lugar de contrajuego, las negras sólo tienen debilidades. Pero aquí procedía a recordar a Nimzovich y su teoría del bloqueo…” (Petrosián).
31…Tf4!! ¡Una brillante jugada! Con una idea familiar: la torre se sitúa adrede al alcance de una pieza menor. El sacrificio de calidad (¡ni siquiera por un peón!) permite un reajuste radical de los valores relativos de las piezas.
Posición tras 31…Tf4!!
32.Axf4?! Esta captura conduce a una inesperada activación tanto del inerte alfil de d6 (que comienza apuntar la casilla h2) como del indolente caballo de d7 (que adquiere la espléndida casilla e5). Ahora ya no se trata de que el peón de c5 sea débil, sino más bien de que lo son los peones blancos de c4 y e4. Además, resulta que el peón h se ha internado en campo enemigo, y el rey blanco es un potencial objetivo. En resumidas cuentas: un absoluto cambio de decorado.
“Por supuesto, si Tal hubiese comprendido a qué conducía aceptar la calidad, se habría contentad, digamos, con ganancia de un peón con 32.Txf4! exf4 33.Axf4. Pensaba que esta situación era mejor para las negras que jugar con equilibrio material una posición muy restringida” (Petrosián).
32...exf4 33.Cd2 Ce5 La posición se ha vuelto mucho más aguda, y las blancas deben jugar ahora con precisión, lo que resulta bastante difícil. Todo jugador experimentado sabe hasta qué punto influye psicológicamente en su humor cualquier cambio en el carácter del juego. Hasta aquí, las jugadas aisladas no desempeñaban un papel decisivo: estaban destinadas a implementar el plan de forma general. Pero ahora se requiere un cálculo concreto, y aunque Tal sobresalía en este aspecto, el brusco giro de los acontecimientos le desestabilizó. Además, a Mijaíl Nejemevich no le gustaba defenderse.
34.Dxf4? Lo correcto era 34.Dh3 f3 35.Tf2! [pero no 35.gxf3 Cd3 36.f4 Cxf4 37.Dg4 Df6, agudizando el juego]. La ventaja blanca es indiscutible. En tal caso, el sacrificio de calidad habría resultado ser insuficiente, lo que viene a ser una evidencia de lo difícil que era la posición inicial de las negras.
Cxc4 35.e5 Cxe5! Conservando, sin la menor indecisión, una poderosa posición central. Es posible que Tal esperase 35…Cxd2?! 36.exd6 Cxf1 37.Txf1 h6 38.Te1, y los peones d sólo son doblados en teoría, ¡en realidad, son pasados!
36.Ce4 h6 37.Tae1? Después de 37.Cxd6 Dxd6, las negras habrían reforzado su caballo con f7-f6, creando una fortaleza inexpugnable, con el contrajuego en cartera c5-c4. Pero, naturalmente, las blancas no habrían permito que esto sucediera en la partida.
Ab8! 38.Td1 c4 39.d6! Cd3 40.Dg4? Aa7+ 41.Rh1 f5 42.Cf6+! [42.Txf5 Txf5 43.Dxf5 Dh4+ 44.Dh3 Dxe4] 42...Rh8 [42...Dxf6 43.Dxc4+] 43.Dxc4 Cxb2 44.Dxa6 Cxd1 45.Dxa7 Dxd6? [Mejor era 45...Cc3 46.De7! gxf6 Las negras tenían grandes posibilidades de imponer su ventaja aunque las blancas todavía creaban más problemas 47.Txf5 (47.De3)] El resto de la partida está plagado de errores típicos del apuro de tiempo, pero lo esencial de esta partida ya está demostrado. Petrosián supero las dificultades y pudo haber ganado gracias a su enorme capacidad defensiva.
46.Dd7! Dxf6 47.Dxd1 Tb8! 48.Tf3? (48.Dd3 b3 49.a6) Ta8? (48…Tb5 49.De1 Rh7 50.Tb3 Txa5 51.Dxb4 Ta1 52.Rh2 Tf1) 49.De1 Txa5 50.Dxb4 Te5 51.Df4 Rh7 52.Rh2 Td5 53.Tf1 Dg5 54.Df3 Te5 55.Rg1 Tc5 56.Df2 Te5 57.Df3 Ta5 58.Rh2 Rh8 59.Rg1 Ta2 60.Dd5? Tc2? (60…De3+! 61.Rh2 Ta4 62.Dd8 Rh7 63.Txf5 Td4! -+) 61.Da8+ Rh7 62.Df3 Tc1?! (62…Tc5) 63.Txc1 Dxc1+ 64.Rh2 Dc7+ 65.Rh3 De5 66.g4 fxg4+ 67.Rxg4 Dg5+ 68.Rh3 Df6 69.De4+ Rg8 70.De8+ Df8 71.Dxf8+ Rxf8 72.Rg4 Rf7 73.Rf5 ½–½
Conclusión
Como conclusión una breve recomendación de Lenin sobre el tema tratado en la partida.
“Los partidos revolucionarios deben completar su instrucción. Han aprendido a atacar. Ahora, deben comprender que esta ciencia tiene que estar completada por la de saber replegarse con el mayor acierto. Hay que comprender -y la clase revolucionaria aprende a comprenderlo por su propia y amarga experiencia- que no se puede triunfar sin aprender a tomar la ofensiva y a llevar a cabo la retirada con acierto. De todos los partidos revolucionarios y de oposición derrotados, fueron los bolcheviques quienes retrocedieron con más orden, con menos quebranto de su "ejército"; con una conservación mejor de su núcleo central, con las escisiones menos profundas e irreparables, con menos desmoralización, con más capacidad para reanudar la acción de un modo más amplio, acertado y enérgico”.
Lenin, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo (1920) |