Se confirmó lo esperado. Miguel Angel Mancera renunciará a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México antes de que termine el 2017, y como él mismo dijo, se prepara para “las eliminatorias” hacia la presidencia de la República, bajo las banderas del PRD. Arrancó enfatizando que el tabasqueño ya puso obstáculos insalvables para una alianza. Y que “Morena ya se vio que no gana”.
Luego del buen desempeño de Juan Zepeda en las recientes elecciones del Estado de México, Mancera no podía esperar más. Después del encuentro entre ambos políticos el pasado 15 de junio, trascendió que Zepeda iría por una senaduría para el 2018: la mejor forma que tenía el jefe de gobierno para asegurar esto era iniciar la precampaña.
Presentó su proyecto como “no tradicional” ni limitado a las alianzas entre partidos. Habló de convocar a organizaciones de la sociedad civil, académicos, empresarios, a tono con la moda de los frentes ciudadanos. Y, muy importante, habló de un gobierno de coalición. Esta estrategia la adelantó en las semanas previas la lideresa perredista Alejandra Barrales, cuando habló de un frente amplio que incluyera a toda la oposición, y en particular al Partido Acción Nacional.
Miguel Ángel Mancera quiere explotar su perfil de candidato ciudadano y darle sobrevida al partido que lo proyectó al gobierno de la Ciudad de México, el cual resultó muy golpeado por su participación en el Pacto por México y la desaparición de los 43 normalistas.
Busca ubicarse como el candidato extrapartidario de una hipotética alianza que sume al PAN y al PRD, aprovechando la lucha intestina que hoy se da en Acción Nacional entre los posibles candidatos. La realidad es que aún falta tiempo para que se definan estas alianzas: habrá que ver que opción toma el PAN. No olvidemos que, hasta ahora, los candidatos del blanquiazul -o figuras independientes afines al mismo- lideraron la mayoría de las alianzas locales entre ambos partidos.
La disputa PRD-Morena
Por lo pronto, con este anuncio Mancera se pone en carrera y pretende recortar el espacio político del Morena en la zona metropolitana, aminorando su ascenso a nivel nacional.
Hasta ahora, AMLO era el único candidato definido. La jugada de Mancera -aunque no cuente todavía con la aprobación oficial del sol azteca- pone a otro en carrera. Aunque su intención de voto esté muy por debajo del candidato de Morena, aparece como un escollo.
La principal virtud del PRD en la coyuntura del 2018 no es que sea una real competencia por la presidencia, sino mostrarse en el imaginario como imprescindible para quien quiera entrar a Los Pinos. Las presiones a favor de una alianza PRD Morena crecerán sobre el tabasqueño, y lo pondrán en una encrucijada, ya que sus posibilidades electorales dependen de que conquiste el apoyo de muchos votantes panistas, perredistas y priistas en todo el país. Y también de que continúe atrayendo a ex cuadros y dirigentes de esos partidos, a partir de un discurso moderado e “incluyente”, cuyos principales destinatarios son el empresariado y la “casta política”.
La disputa PRD-Morena en el centro del país ya escaló la semana pasada, cuando los de AMLO acusaron al sol azteca de impulsar un “frente contra Morena”. La confrontación promete crecer en estos días, en respuesta al anuncio de Miguel Ángel Mancera. |