Después de una injusta y desigual batalla entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y los docentes ante la imposición de una reforma educativa que vulnera los derechos de éstos, las administraciones estatales acometen salvajemente contra los normalistas, cuyo caso más reciente ocurrió en la escuela de Tiripetío, Michoacán.
Las escuelas normales del país intentan subsistir sin recursos, sin difusión, golpeadas en los medios. El examen que impuso el gobierno sólo selecciona a quien acierta el llenado del instrumento, no cuenta con la forma de medir las competencias pedagógicas, que sí tiene un maestro formado para ello.
La paz se cultiva, la violencia se incuba. Somos una sociedad clasista, racista y machista. La impunidad reina y sólo se castiga, ignora, explota, reprime o segrega al diferente, al pobre, al indio, a la mujer. Una sociedad cuyas bases de justicia y acceso al capital económico y cultural están tan lejos de la mayoría, no puede sino promover una desigualdad brutal que, necesariamente, tiene que buscar una salida tarde o temprano de los que están en un estatus de precariedad, al fondo del túnel.
Violencia engendra violencia. Alto a las agresiones a los normalistas. No a la reforma de Peña Nieto. |