La madre de Daniel Ramos fue avisada días después cuando su hijo mayor, residente en Estados Unidos vio por las redes sociales que lo buscaban; ni la institución ni nadie de la comunidad le dijeron directamente nada sobre la situación del joven de 20 años que por tercer año consecutivo brindaba el servicio educativo de primaria multinivel a una población que para el marco institucional (marginada, campesina o indígena, alejada de centros urbanos con escuelas formales) ameritaba este servicio educativo.
Como muchos otros jóvenes y jovenas, Daniel fue convocado al CONAFE (Consejo Nacional de Fomento Educativo) por la siguiente oferta: “Si terminaste el secundario o bachillerato y quieres contribuir a que las niñas y los niños de las localidades más alejadas del país reciban educación, súmate al CONAFE y al término de tu servicio -énfasis en servicio, no en trabajo- obtendrás una beca por 3 años para que continúes estudiando una carrera técnica o universitaria”.
Para ser Instructor Comunitario (nivel primario) o Agente Educativo (nivel preescolar) el CONAFE imparte una capacitación intensiva de 8 hs. diarias por dos meses. En este lapso de tiempo, mediante dramatizaciones, juegos, exposiciones y devoluciones sobre diversos contenidos, el solidario joven en búsqueda de una posibilidad de recibir más educación, según la institución, ya puede y debe demostrar, en dos meses el dominio en la lectoescritura por parte de sus alumnos. Incluso si los estudiantes sólo hablan un idioma originario y desconocen o se niegan a hablar en castellano.
Así de eficiente se imagina a sí misma la dirigencia del CONAFE. Sin embargo, su función -como la de muchos otros burócratas- es simular una crítica al escaso presupuesto y mencionar, sin embargo, los números de los beneficiarios de esta “educación aún en los lugares más apartados, marginados o de difícil acceso”, pues atiende incluso a niñas y niños jornaleros migrantes. Niños que desde los 6, 7 años en adelante son cortadores de caña, de jitomate, de café.
Las aulas invisibles
El CONAFE surgió en 1971, vinculado al Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA, México), justo en la década brava de la contrainsurgencia en Guerrero, Michoacán, Jalisco y Chihuahua. Ya para ese año el normalismo rural, producto y heredero de la Revolución Mexicana, había dado muestras de organización, combatividad y visión de futuro más allá de las pizarras o muros de la escuela. El gobierno priísta de Díaz Ordaz, el responsable de la Masacre de Tlatelolco en 1968, se encargó durante su gestión de cerrar mediante embates militares y políticos 15 normales rurales, de las 29 que existían. Es desde esta fecha que la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas (FECSM) permanece en la clandestinidad o semiclandestinidad.
Entonces, mejor usar a la juventud, a su vocación de servicio, mística y necesidad de otros jóvenes y jóvenas rurales o urbanos, empobrecidos, con la ilusión de seguir estudiando, que hacer escuelas, dar trabajo formal a maestras y maestros rurales con 5 años de instrucción y práctica ininterrumpidos, capaces de impulsar la Reforma Agraria a letra viva y urgente.
Ya son 43 años de menos escuelas, menos maestros, y servicios precarizados para las niñas y los niños más necesitados de una educación digna, que respete sus derechos humanos de pueblos originarios; que sea capaz de enfrentar el racismo y la explotación económica; Daniel Ramos Alfaro es el eslabón más vulnerable de esta cadena de simulacros: unas sillas, unos cuadernos, unos cuantos arreglos para que la comunidad le de comida y vivienda al instructor o instructora -nunca maestro ni trabajador de la educación- y una pequeña beca -jamás sueldo, vacaciones pagas, derecho a atención en salud, trato de soldado raso, eso es todo.
La delegación Michoacana del CONAFE, en voz de Alfredo Martínez asegura que el caso de Daniel Ramos Alfaro es aislado y que los instructores continúan sus actividades normalmente; no han procurado ningún tipo de ayuda a la familia de su trabajador precarizado y especulan que es sobrino de un personaje ligado al narco. ¿Sustituye esto una investigación que esclarezca dónde está Daniel, vivo o muerto? ¿Con esto se eluden responsabilidades de reparación y búsqueda para con la familia? Otra vez más, el estilo mexicano de responder a una denuncia: Autoritarismo, prepotencia y demagogia.
Dicen los cuentos simplistas que para “educarse” con ganas basta y sobra. Y a veces con un “buen” maestro o alguien que quiera enseñar. Después, que esto puede suceder bajo un árbol, al borde de una carretera, en el interior de un gran caño de desagüe abandonado; lo que es digno y necesario no aparece por ningún lado en esta propaganda neoliberal perfectamente afín con la estetización de la pobreza y la violencia institucional contra el derecho a la educación, y los derechos laborales plenos de las trabajadoras y trabajadores de la educación.
La educación no se mendiga, se exige; Sin educación no machista, laica, pública, gratuita, digna, nos condenan a la esclavitud y a la miseria; si nos matan maestras, maestros, si nos los desaparece la marina, el ejército, los narcogobiernos, no podemos seguir creciendo socialmente.
Presentación con vida de Daniel Ramos Alfaro, maestro rural precarizado por el CONAFE en México, desde el 2 de octubre de 2013, en Uruapan, Michoacán.
Presentación con vida de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa y de las 31 niñas y niños de la secundaria de Cocula, en Guerrero. |