¿Cómo plasmar una vida cuando se ha reconocido que la vida ya no es susceptible de ser biografiada? ¿Cómo presentar a una persona singular, a un individuo, en una época en que esas categorías han perdido su verdad para convertirse en mistificaciones? ¿Cómo hacerlo, en fin, cuando el individuo del que se trata ha reconocido lo anterior y manifestado su repudio por esa mascarada burguesa, ese desfile de vidas logradas? Todas ellas son preguntas que se hizo legítimamente la obra de teatro de Peter Weiss Trotsky en el exilio a finales de la década de los sesenta y que vuelve a plantear hoy el montaje de Gilberto Guerrero elaborado a partir de ella: Persecución y asesinato de… León Trotsky.
El propio revolucionario reconoció en múltiples ocasiones su desdén hacia los retratos de índole individual que no se encontraran tensionados con la época; éstos no podrían ofrecer más que un sediciente reflejo de felicidad a los burgueses que ahí se contemplaran.
En Mi vida —el texto autobiográfico que escribió durante el exilio en Prinkipo— la conciencia de que el valor de la vida individual sólo radica en lo que la herida social cifra en ella, aparece en las primeras páginas del libro: «No hay nada en mi vida personal que merezca de por sí la publicidad. Todo lo que en mi pasado pueda haber de más o menos extraordinario, hállese asociado íntimamente a las luchas revolucionarias y recibe de éstas su relieve y su valor. Es la única razón que puede justificar el que salga a la luz esta autobiografía», escribe. Por otro lado, sus memorias comienzan atacando el tópico romántico de la niñez feliz que tiene su origen en la «literatura tradicional de los privilegiados».
Ante ese problema, Peter Weiss se decidió por el montaje y el flashback. Lo que presenciamos los espectadores es difícilmente el despliegue armonioso de una vida desde su comienzo hasta su consumación en la vejez. La experiencia de la persecución y del exilio ha dejado su huella en la forma misma de la obra artística, sustrayéndole la posibilidad de presentar la vida en una síntesis unívoca.
Más bien, ante nosotros aparecen sus fragmentos irresueltos, sus ruinas dispersas que exigen ser descifradas. 1917, Siberia, Londres, 1902, Zúrich, 1905, Petrogrado, Alma-Ata, Francia, 1939, México: son algunas de las fechas y lugares evocados, que nos invitan con intensidad —a veces más, a veces menos— a adentrarnos en la historia de un siglo marcado por la Revolución de Octubre desde la mirada crítica de Trotsky.
Y es que como señaló Ernst Mandel en el programa de mano que redactara para el estreno de la obra en Londres: «El verdadero tema de Trotsky en el exilio es los cuarenta y tantos años de la revolución socialista contemporánea». Es una obra sobre Trotsky, pero aún más esencialmente, sobre toda esa generación de jóvenes que dedicaron su vida a la revolución. Al mostrar las discusiones, diferencias y disputas de sus protagonistas, restituyó en el teatro la vitalidad que la burocracia soviética quiso suprimirle a la revolución.
Hoy, sin embargo, tenemos que decir que nos encontramos ante el centenario de esa Revolución. Un aniversario que, ciertamente, está signado por la desintegración de los estados que de manera deformada encarnaron la imagen del socialismo y la restauración del capitalismo en ellos. Pero que por lo mismo vuelve a plantear la necesidad de valorar hoy, en estos tiempos de profunda desilusión, la enorme fuerza utópica encarnada por todos los que lucharon para derrocar al imperio zarista y dar el paso inicial en Rusia a lo que la Comuna de París había anticipado en Francia: el comunismo.
La honesta puesta en escena de esta obra llevada a cabo por Gilberto Guerrero en Persecución y asesinato de… León Trotsky, nos invita a reflexionar acerca de todo ello en un panorama que pareciera ya muy lejano a aquellos tiempos. Demuestra su actualidad, sin embargo, al recordarnos que ante los profundos agravios cometidos en México no basta con indignarse sino que es necesario organizarse y luchar.
Persecución y asesinato de… León Trotsky se exhibe en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco 79, metro General Anaya). Se exhibirá hasta el 2 de julio con funciones el viernes a las 20 h, sábado a las 19 h y domingo a las 18 h. Participan los actores Javier Rojas, Rodrigo Martínez, Gonzalo Guzmán, Darinka Olmedo y Sara Guerrero.
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