La carrera fue en Japón. A la vuelta 42, con una lluvia que hacía cada vez más difícil la carrera, Adrian Sutil, piloto de Sauber, había estrellado su auto en una zona difícil. En la curva del trazado de Suzuka el auto de Sutil había hecho "aquaplaning": el auto pierde la tracción y con ella el control total del auto, por la presencia de agua que cubre toda la superficie del asfalto. En esa misma situación, una vuelta más tarde, Jules Bianchi repite el mismo tipo de accidente, con el trágico destino de chocar con la grúa que estaba retirando el auto de Sutil.
Jules Bianchi sufrió heridas de muchísima gravedad en el cráneo, subproducto del choque de su auto a más de 120 Km/h contra una masa de 6.500 kilogramos, que lo dejó parado en seco, siendo la cabeza del piloto uno de los lugares donde impactó el coche de carreras. Las imágenes que circulan por la web lo dicen todo. El propio Sutil, uno de los principales testigos del grave accidente, dejó plasmada su opinión minutos después, evitando declarar sobre las responsabilidades, pero deslizando que en esas condiciones no se podía correr y que se tendría que haber parado la carrera.
Muchos ex-pilotos, como el multi-campeón Alain Prost salieron a declarar que la carrera debía haberse parado, que las responsabilidades estaban en el comisario deportivo general y los responsables de la curva, que con una doble bandera amarilla de precaución no se solucionaba la cuestión, debido a que la alta peligrosidad exigía medidas más contundentes. Para colmo de males, la entrada de la grúa, sin el Safety Car (auto de seguridad) fue una falta gravísima que terminó en la tragedia de Jules, que aún con 25 años pelea por su vida.
Para la FIA (Federación Internacional del Automóvil), el ente que regula las carreras de la F1, las conclusiones son diametralmente opuestas. Según un comité de 10 miembros, encargados de dictaminar las causas del accidente, entre los que están ex-pilotos y ex-directores deportivos de escuderías, no se puede determinar un hecho que haya sido la cauda de que Jules Bianchi chocara de esa forma. En un lenguaje donde habla de multi-causales, y donde no se determina a ninguna de ellas como la principal, las declaraciones escandalosas dejaron explícitamente expuesto que según la FIA, Bianchi debió rebajar más aún la velocidad.
Las conclusiones son escandalosas: la grúa que estaba allí estaba realizando bien su trabajo, las condiciones del accidente de Sutil no exigían la neutralización de la carrera sino más bien la doble bandera amarilla era correcta, Bianchi debió rebajar más su velocidad, no es necesario ponerle cabina a los autos de F1 para protección de la cabeza de los pilotos, y un listado amplio de mayores impunidades para los directores de esta orquesta.
Pero, ¿que esconden estas declaraciones? Lo que hace la FIA es apartarse de sus responsabilidades, cuando la realidad dicta que la F1 debido al desinterés que generan sus aburridas carreras, y para no perder público televisivo ni sponsors, intenta evitar bajo las formas más escandalosas la utilización del Safety Car (autos de seguridad). Esta es una de las razones principales por las que no se paró la carrera, y por las que la FIA quiere dejar en total impunidad a los responsables de la dirección de las carreras de la F1.
No es la primera vez. Ya es costumbre que la FIA privilegie los compromisos televisivos y el espectáculo de las carreras en vez de la seguridad de los pilotos. Sin ir más lejos, las condiciones de seguridad de la carrera que llevó a la muerte de Ayrton Senna eran pésimas, y la carrera no tenía que correrse. El gravísimo accidente de Barrichello y la muerte de Ratzenberger el propio sábado lo decían todo. Pero el "show" debía continuar. Como en ese trágico 1994, hoy, 20 años después, Jules Bianchi pelea por su vida, y contra una categoría manejada por crápulas empresarios que ni de la vida de los pilotos se preocupa a la hora de recaudar. |