Aquí me acompañan dirigentes obreras de nuestro partido, junto a las indomables mujeres de LEAR, la Comisión de Mujeres de Donnelley, trabajadoras de la alimentación, textiles, aeronáuticas, telefónicas, estatales, del subte, docentes, de la salud, estudiantes secundarias y universitarias, compañeras que son de la Ciudad de Buenos Aires, pero también del Gran Bs.As., de Salta, Jujuy, Tucumán, Mendoza y también compañeras y compañeros del movimiento de lesbianas, gays y transexuales.
Con ellas y ellos, pero también con muchas y muchos de ustedes este año hemos compartido importantes batallas en la lucha por nuestros derechos.
Nos movilizamos y dimos una gran pelea política en el Encuentro Nacional de Mujeres contra el pacto del gobierno con el Vaticano que terminó en la reforma reaccionaria del Código Civil, donde se le otorgó a la Iglesia un status jurídico privilegiado y se impuso un nuevo obstáculo a nuestra lucha por el derecho al aborto. Dijimos: “¡Basta de que el gobierno y la Iglesia decidan por nosotras! ¡Separación de la Iglesia del Estado!”
También acompañamos a nuestro diputado Nicolás del Caño cuando interpeló al jefe de Gabinete en el Congreso, denunciando el pacto del kirchnerismo con el PRO, para no tratar el proyecto de ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto que se presenta infructuosamente desde hace diez años.
Ante el horror de los brutales femicidios, que se cobran la vida de una mujer cada 30 horas, asesinadas por la violencia machista, gritamos bien fuerte: “Si tocan a una ¡nos organizamos miles!” Pero denunciamos también que el mayor femicidio lo comete el Estado, al condenar a las más pobres a las consecuencias letales de los abortos clandestinos. ¡300 mujeres jóvenes mueren cada año por esta causa!
El kirchnerismo votó hace dos años, a las apuradas, una ley contra la trata de personas cuando miles nos manifestamos, en muchas ciudades del país, contra la injusticia que dejó libres a los secuestradores de Marita Verón. Pero no olvidamos que, también rápidamente, le otorgó aumentos descomunales a las policías extorsionadoras que están implicadas en todos los grandes delitos y forman parte, amparan, son proxenetas o clientes de estas redes de trata.
El kirchnerismo festeja cínicamente su “década ganada” al desempleo, mientras mandó todos estos meses a la Gendarmería a reprimir a las familias que enfrentan los despidos. Y también mantiene las condiciones de flexibilización laboral impuestas por el menemismo, en las que la mitad de las mujeres que trabajan están precarizadas.
En esta nueva alianza con el Vaticano, el kirchnerismo parece que se olvidó de la cruzada del entonces cardenal Bergoglio contra el matrimonio igualitario, de la misma manera que se “olvidó”, desde hace más de dos años, de reglamentar el pleno acceso a la salud pública que le corresponde por ley a las personas trans. Mucho menos es capaz de resolver su inclusión laboral, como sí lo propone el proyecto de ley del Frente de Izquierda. Por eso marchamos en el Día del Orgullo y luchamos por la libertad sexual y contra la discriminación de lesbianas, gays y transexuales.
Y la oposición que también comulga con el Papa, que también es antiobrera, que es homofóbica y reaccionaria, ahora que el kirchnerismo terminó de robarle su agenda derechista (y, digamoslo, ante la pasividad obsecuente de su ala progresista), no tiene con qué diferenciarse... ¡De esa casta política clerical, que administra los negocios de los capitalistas, nada tenemos que esperar las mujeres, ni la comunidad de
gays, lesbianas y transexuales!
Pan y Rosas y el Partido de los Trabajadores Socialistas, que somos una fuerza política consecuente en la lucha por los derechos democráticos, que damos estas batallas en los lugares de trabajo, contra las patronales, en los sindicatos contra la burocracia sindical; en las calles, contra el gobierno y sus fuerzas represivas; en el Congreso y las Legislaturas, con nuestros diputados y diputadas; estamos convencidas y convencidos de que, difícilmente podremos quebrar la férrea unidad derechista del gobierno, la oposición y el Vaticano, si no redoblamos esfuerzos por poner en pie movimientos de miles de mujeres y de miles de lesbianas, gays y transexuales, con independencia del gobierno y de la oposición patronal, confiando sólo en nuestras propias fuerzas y nuestra movilización para arrancarle a esta degradada democracia para ricos, todos los derechos que nos permitan paliar nuestros sufrimientos y limitar sus agravios. ¡Queremos desplegar la energía de lucha de decenas de miles de compañeras y compañeros! Muchas y muchos de los aquí presentes nos acompañan, cotidianamente, en esta tarea. ¡Redoblemos nuestros esfuerzos!
Estamos en la primera fila de la lucha por los derechos democráticos, aunque sabemos que bajo este régimen social de explotación y miseria, ni siquiera los más mínimos derechos que le arrancamos con nuestra lucha, están garantizados de una vez y para siempre. Ante cada embate de las crisis económicas, políticas o sociales, vemos cómo se recortan nuestros derechos.
Y somos concientes de que mientras no rompamos definitivamente las cadenas de la explotación que esclavizan a millones de seres humanos y sobre las que se sostiene este régimen social de miseria, desigualdad y oprobios, ni las mujeres ni ningún otro grupo social oprimido alcanzaremos nuestra emancipación definitiva.
Por eso, es necesario construir una izquierda de la clase trabajadora, la única clase que puede hacer volar por los aires el orden de miseria y muerte de los capitalistas, su Estado y sus instituciones al servicio de garantizar la explotación y la opresión; la única clase social que, haciéndose eco de todos los abusos y violencias que impone el capitalismo, puede encabezar una alianza con los sectores más agraviados, para derrotar este régimen de iniquidad.
Es necesario construir un partido que levante nuestras demandas en la única perspectiva realista para la emancipación de la humanidad: la perspectiva de atacar el poder de los capitalistas con una lucha revolucionaria, por un gobierno de la clase trabajadora y por el socialismo internacional.
Como dijo la gran revolucionaria Rosa Luxemburgo, “queremos una nueva sociedad y NO establecer algunas modificaciones insustanciales de la antigua sociedad que nos ha esclavizado”. Sí. Una nueva sociedad, donde se haya liquidado la explotación del trabajo asalariado y la carga del trabajo doméstico, esa jornada extra de trabajo gratuito que hoy recae mayoritariamente en las mujeres. Una nueva sociedad donde conquistemos el tiempo libre para la expansión de nuestra creatividad, y donde hombres y mujeres, heterosexuales, lesbianas, gays y transexuales, viejos y jóvenes vivamos en igualdad nuestras diferencias, libres de toda opresión.
Por eso, desde nuestra perspectiva, la lucha por la emancipación de las mujeres no es un combate en el que participamos sólo las mujeres; ni la lucha por la liberación sexual es una lucha sólo de las lesbianas, los gays y las personas trans. ¡Es parte de la lucha de la clase trabajadora, contra el machismo, el sexismo y la homofobia, como también contra el nacionalismo, la xenofobia y otros prejuicios que impone la burguesía y repite la burocracia sindical, para dividirnos y mantener el dominio de los capitalistas y su Estado!
Estamos orgullosas de la izquierda que estamos construyendo, donde nuestros compañeros obreros no pelean sólo por aumento salarial, contra los despidos, por arrancarle los sindicatos a la burocracia sino también por desterrar estos prejuicios reaccionarios de las propias filas de nuestra clase.
Como decía León Trotsky, “Si en realidad queremos transformar la vida, tenemos que aprender a mirarla a través de los ojos de las mujeres” y agrego... y de los más oprimidos entre los explotados. Invitamos a todas y todos ustedes a hacer suya esta perspectiva, a mirar la vida con esos ojos. Es la única perspectiva que hace que esta vida miserable a la que somos condenadas y condenados por el sanguinario capital, valga la pena ser vivida.
¡Viva la lucha de las mujeres por su emancipación!
¡Viva la lucha internacional de la clase obrera!
¡Viva el partido mundial de la revolución socialista! |