En los últimos años, la literatura infantil y juvenil (LIJ) argentina se ha convertido en un ámbito de creación prolífero, en constante crecimiento. Resulta difícil y hasta estéril clasificar la vasta producción en términos de género, ya que las obras se abren a lecturas diversas, que no se restringen a una edad en particular y carecen de fronteras definidas.
Dentro de los tópicos que se abordan, la última dictadura aparece regularmente, a veces en clave alegórica, con alusiones más o menos claras, incluso de manera testimonial, cruda y directa. ¿Cómo se aborda el pasado traumático? ¿Qué decisiones estéticas y políticas plantea el tratamiento ficcional de la materia? Leer al desaparecido en la literatura argentina para la infancia, de Ignacio Scerbo, es un ensayo crítico que hace foco en un conjunto de textos donde la historia reciente se actualiza.
A partir de un cruce de miradas teóricas, el autor invita a repensar el lugar que ocupan los detenidos-desaparecidos en la narrativa infantil escrita desde el retorno de la democracia, así como los distintos sentidos sociales que atraviesan el término. La investigación de Scerbo toma como punto de partida las palabras de Jorge Rafael Videla, quien hacia 1979 explicaba a la prensa que un “desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita (…), no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo”. Desde ese momento, el término se convertiría en una palabra sensible como pocas para la historia nacional.
La experiencia del silencio y el terror, de la incertidumbre, de búsqueda de justicia y la necesidad de conservar la memoria es lo que se resemantiza en obras de Graciela Montes, Silvia Schujer, Paula Bombara y otros escritores que se analizan en el ensayo. “El desaparecido es un problema para la ficción porque no tiene una explicación lógica” explica Scerbo. “No hay una causalidad sino un eufemismo que sostiene la idea de que las personas puedan desaparecer. Por lo tanto, yo como analista al estudiar las obras lo que busco son las distintas posiciones sociales sobre el mismo tema”.
Cabe destacar que Leer al desaparecido… también hace una genealogía de la LIJ en argentina, lo cual excede el propósito específico de análisis y permite conocer la diversidad del campo. A su vez, se ponen en diálogo las representaciones de la niñez que están en la base de la producción literaria.
Así quedan de manifiesto los factores que condicionan, tanto en el ámbito privado como escolar, la circulación de una obra dentro del mercado. Esto último resulta significativo ya que abre una serie de interrogantes. ¿Qué concepto de infancia se construye desde la mirada adulta? ¿Cómo incide en las políticas editoriales? ¿Qué condiciones se imponen a la escritura? ¿Qué es considerado “bueno” para que lean los chicos? El ensayo deja abiertas las preguntas, acaso para que el lector, padre o el docente, encuentre sus propias respuestas al momento de explorar en el heterogéneo campo de la literatura infantil. |