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La Izquierda Diario
14 de julio de 2017 Twitter Faceboock

Reforma Laboral
Luis Campos: "La gran mayoría de las iniciativas se han dirigido a eliminar derechos de los trabajadores"
Redacción

La Izquierda Diario entrevistó a Luis Campos, Coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA, sobre los cambios regresivos que prepara el Gobierno en las condiciones laborales.

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Luis Campos es Coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA autónoma. Semanas atrás, en una columna en La Izquierda Diario, explicó los motivos por los cuales el Gobierno instaló la discusión de la “industria del juicio laboral”.

En esta oportunidad, lo consultamos sobre la reforma laboral que buscaría implementar Cambiemos luego de las elecciones de octubre como parte de un combo más amplio que comprende cambios en el sistema previsional y en el tributario.

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Según trascendió en varias empresas periodísticas, el macrismo tendría en carpeta varias iniciativas, tales como un blanqueo de trabajadores no registrados (en “negro”) con bonos o créditos fiscales como beneficio a los empresarios que participen, reducir las contribuciones patronales e impulsar pautas de productividad.

¿Qué opinión te merece la reforma laboral que quiere realizar el oficialismo?

Estas iniciativas están en el menú clásico de los gobiernos que plantean que los empleadores no tienen suficientes incentivos para invertir por la supuesta existencia de altos costos laborales. De hecho, no es la primera vez que se plantea una baja de las contribuciones patronales y la implementación de programas de blanqueo de trabajadores no registrados. Sin embargo, en el pasado estas propuestas no se tradujeron en un incremento del empleo, sino más bien en una transferencia de recursos públicos hacia los empleadores.

Más aún, otra consecuencia de estas políticas es el desfinanciamiento de los sistemas de seguridad social, que posteriormente abre la puerta a la instalación en el debate público de su insustentabilidad y, por ende, de la necesidad de implementar cambios como el aumento de la edad jubilatoria, la disminución de las prestaciones o la apertura a los fondos privados de jubilaciones y pensiones.

La creación de empleo está mucho más asociada a las perspectivas económicas a futuro, es decir, a la posibilidad de las empresas de vender su producción. Por más que se reduzcan las contribuciones patronales o que se establezcan incentivos para el registro de trabajadores actualmente no registrados, si no existen expectativas reales de que el aumento de la producción podrá ser colocado en el mercado, estas medidas no se traducirán en la creación de nuevos puestos de trabajo, pero sí en una mayor apropiación de recursos públicos por parte de las empresas que accedan a sus prestaciones.

En cuanto a las pautas de productividad, es necesario señalar que la principal forma de incrementarla consiste en aumentar la tasa de inversión. Por el contrario, hasta ahora la gran mayoría de las iniciativas se han dirigido a eliminar derechos de los trabajadores, ya sea por vía legislativa o a través de los convenios colectivos de trabajo, cuestiones que sí pueden implicar una reducción de los costos laborales, pero no tienen ningún tipo de vinculación con la evolución de la productividad.

En otras palabras, a lo que han apuntado hasta ahora es a aumentar las ganancias patronales por vía de una reducción de costos, manteniendo sin mayores variaciones la relación entre producción y cantidad de trabajo.

El Gobierno, en acuerdo con las empresas y las cúpulas sindicales, avanzó retocando aspectos del convenio petrolero para explotar Vaca Muerta. En otros gremios también hubo acuerdos para cambiar algunas pautas laborales ¿Cómo lees esas modificaciones?

Tanto las patronales como los principales responsables del Gobierno Nacional han planteado explícitamente que uno de sus objetivos es avanzar con la introducción de pautas de flexibilización laboral. Por razones históricas, han intentado no utilizar esta palabra, pero lo cierto es que hacia allí se han dirigido muchas iniciativas gubernamentales y empresariales.

Aquí cabe señalar que hasta hoy esas propuestas no se plasmaron en iniciativas legislativas a nivel parlamentario, e incluso el proyecto de ley de "Primer Empleo" ni siquiera fue discutido en el Congreso. Por el contrario, los mayores avances se registraron a través de la negociación colectiva, como en los casos de la industria petrolera y de la negociación salarial correspondiente a los trabajadores de la Administración Pública Nacional.

Si me hubieran preguntado hace unas semanas, hubiera respondido que esa parecía ser la dirección de la política laboral oficial: avanzar a través de los convenios colectivos y allí ir incorporando cláusulas de flexibilización laboral. En otras palabras, podríamos denominarla como una estrategia "gradualista" de retroceso de las condiciones de trabajo, que sería la consecuencia lógica de los retrocesos ya experimentados a nivel de empleo y salarios.

Sin embargo, en los últimos días han habido muchas señales que plantean un escenario bastante más preocupante. Por un lado, la decisión explícita de utilizar la fuerza pública para intervenir en conflictos laborales sosteniendo la posición de los empleadores; en segundo lugar, el avance reiterado contra las organizaciones sindicales, ya sea a través de intervenciones o del desconocimiento de los procesos electorales; y finalmente, la reciente reforma laboral aprobada por el Congreso de Brasil, que puede estar mostrándonos un espejo del futuro que podría estar esperándonos para el corto plazo. Creo que este hecho constituye un símbolo muy importante de la intensificación de la ofensiva del capital sobre los trabajadores a nivel regional, y que, por ende, sería muy ingenuo de nuestra parte pretender que está acotado al sistema de relaciones laborales de Brasil y que no se expandirá a los vecinos.

En este escenario, me parece que no hay que descartar que el Gobierno Nacional impulse modificaciones mucho más estructurales, que no solo comprendan los derechos individuales (como por ejemplo la regulación de la jornada laboral, las vacaciones y licencias, la indemnización por despido) sino también los derechos colectivos, en particular el debilitamiento de la negociación colectiva por rama de actividad y de los efectos generales de los convenios colectivos de trabajo. Me parece que por ahí puede pasar una de las posibles agendas de reformas estructurales una vez finalizado el cronograma electoral.

Si se observan los últimos veinte años ¿Cuáles son los rasgos centrales que caracterizan las relaciones laborales?

Si uno mira los últimos veinte años se encuentra con distintas etapas y con un mercado de trabajo que funcionó con una dinámica no necesariamente lineal (más bien todo lo contrario). Ahora bien, algunos aspectos que no se modificaron sustancialmente fueron la persistencia de altos niveles de precarización laboral y la continuidad de las cláusulas de flexibilización laboral en los convenios colectivos.

En cuanto a la precarización laboral, podemos señalar que ella está lejos de reducirse a los trabajadores no registrados o, en forma más genérica, a la precarización contractual. Por el contrario, subsisten muchos trabajadores que aún a pesar de estar registrados formalmente cuentan con ingresos precarios, o que se desempeñan en condiciones precarias de seguridad e higiene laboral, o que experimentan sistemas precarios de jornada laboral.

Por su parte, la flexibilización laboral ha sido una constante en la negociación colectiva de los últimos veinte años, y ello se ha plasmado en temas tales como la organización de los procesos productivos y los tiempos de trabajo, cuestiones en las que la organización sindical no ha recuperado la capacidad de regulación que supo tener en las décadas previas. Ello no significa que no haya habido cambios en la dinámica de la negociación colectiva.

En efecto, posiblemente uno de los datos distintivos de los cambios en el sistema de relaciones laborales durante los últimos años haya sido la recuperación de la negociación colectiva por rama de actividad. Sin embargo, por múltiples razones este cambio quedó acotado a la discusión de las escalas salariales, mientras que las cuestiones no salariales continuaron regulándose a nivel de convenios de empresa o, peor aún, sin ningún tipo de intervención por parte de la organización sindical.

Es allí donde se registró otro de los avances más relevantes de los últimos años que permitió limitar, al menos en parte, las arbitrariedades patronales en los lugares de trabajo: el crecimiento de las comisiones internas y la organización a nivel de los establecimientos. Posiblemente en este plano también se registren algunos de los principales debates y conflictos de la etapa que se viene, tanto en los enfrentamientos con los empleadores, como hacia dentro del propio movimiento obrero.

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