La reforma laboral aprobada este martes en el Senado brasileño permite la esclavitud en el campo, practicada por los latifundistas del agronegocio, pero que ahora lo podrán hacer legalmente.
Según la reforma, “empleado rural es toda persona física que, en propiedad rural o edificio rústico, presta servicios de naturaleza no eventual a empleador rural o agroindustrial, bajo dependencia y subordinación a este y mediante salario o remuneración de cualquier especie”. De esta manera, la reaccionaria bancada ruralista, responsable por los asesinatos de integrantes de pueblos originarios y trabajadores sin tierra, tuvo sus expectativas atendidas por el gobierno golpista y sus representantes en el Senado y en la Cámara de Diputados.
En la práctica, el dueño de la tierra no tendrá que remunerar al trabajador del campo con salario. El propietario podrá, por ejemplo, descontar de la paga del trabajador los servicios o bienes brindados en el lugar de trabajo, por ejemplo la cuenta en los almacenes del propietario. De esta manera, el salario podrá volver a ser acaparado por el patrón. De la misma manera, siendo el propietario rural dueño de las tierras podrá, según la reforma laboral, cobrar por adelantado la vivienda o el transporte de los trabajadores.
Esto significa que el propietario rural puede llegar a no pagarle nada al trabajador, e incluso obligarlo a trabajar para pagar una deuda abusiva con el dueño, dejando al trabajador preso y dependiente de esa propiedad rural.
La reforma logra con esto legalizar la relación en la que el propietario rural podrá devenir en propietario del trabajador.
La reforma que aumenta las ganancias de los patrones y termina con nuestros derechos legaliza una situación que ya hace mucho ocurre en el campo brasileño. A pesar de estar prohibido por la Constitución, el trabajo esclavo es practicado abiertamente en plantaciones de caña de azúcar y algodón en los rincones del país, y cuando es castigado, el propietario rural recibe una pena irrisoria de 2 años de cárcel. Entre 1995 y 2016, cerca de 50.000 personas fueron liberadas del trabajo esclavo en Brasil, pero en el campo esa situación es más aguda porque no hay fiscalización y, por lo general, los trabajadores en esta situación quedan presos a la propiedad de los latifundistas. |