Nosotros que somos maestros de la agrupación Nuestra Clase, que hemos participado junto a miles en la lucha contra la reforma educativa y que formamos parte del Movimiento de los Trabajadores Socialistas, así como la agrupación de mujeres Pan y Rosas y la Agrupación Juvenil Anticapitalista, cuando tomamos conocimiento de la huelga que ustedes decidieron estallar, nos pusimos desde el primer momento al servicio de impulsar la solidaridad con ustedes.
Mi compañera Sulem Estrada, que hoy no puede estar aquí, junto a otras compañeras maestras estuvo ahí presente, tratando de poner nuestras modestas fuerzas al servicio de la lucha de ustedes. Esto es porque nos une la solidaridad como trabajadores ante cualquier atropello por parte de la patronal, como es el intento de recortar un 70% su Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) y también porque nos pareció desde un primer momento una lucha muy importante, porque aunque el gobierno de Peña Nieto enfrenta mucho descontento, en el último periodo no hemos visto una movilización generalizada en las calles, mientras sufrimos las terribles consecuencias de los planes como nos pasa a los maestros en las escuelas, como les pasa a los trabajadores en las fábricas. Entonces ver un sector de trabajadores que se pone de pie para defender sus derechos es algo muy importante, y tenemos el orgullo de poder estar compartiendo este foro con ustedes y que nos acompañen aquí.
Sabemos que la situación actual para los trabajadores es resultado de muchas derrotas, en donde juegan un papel importante las direcciones sindicales charras que se encargan de evitar que los trabajadores luchen. Por eso es muy importante cuando los trabajadores logramos sobreponernos a eso, organizarnos y ponernos de pie para luchar por nuestros derechos, como ustedes, que son trabajadores de uno de los medios más importantes de América Latina, reconocido en muchos países y que a pesar de toda la ofensiva que vendría sobre ustedes, decidieron irse a la huelga y exigir sus derechos.
Hay que destacar, además, que la huelga del Sitrajor estalla en un contexto en donde distintos sectores de trabajadores están saliendo a luchar por sus derechos, contra los planes neoliberales, la precarización, los ajustes y los abusos de la patronal, como es el caso de distintos trabajadores industriales, de los trabajadores de Wal Mart, los maestros y las enfermeras en distintos estados. Los trabajadores de La Jornada entonces, en la capital del país, retoman la huelga como método de lucha para defender su CCT frente al intento de la patronal, Demos, de que la crisis del medio la paguen los trabajadores. Una huelga que es parte de las luchas que han surgido en los últimos años con los gobiernos de la alternancia en defensa del contrato colectivo, como las huelgas en las maquiladoras del norte.
A pesar de su corta duración, esta huelga suscitó la solidaridad y el apoyo de organizaciones como la Nueva Central de Trabajadores, el sindicato de telefonistas y la Asociación General de Trabajadores, entre otras.
A su vez, nos parece muy cualitativo que los trabajadores de La Jornada mostraron su solidaridad internacionalista con los trabajadores de PepsiCo en Argentina, aportando así a la moral que existe en ese movimiento que lucha contra los despidos.
Como en toda lucha de trabajadores, la “justicia” laboral se puso del lado de la patronal a través de la mediación forzosa de Conciliación y Arbitraje, que declaró inexistente la huelga. Los trabajadores estamos acostumbrados a enfrentar los ataques de la patronal, del gobierno y los medios de comunicación a su servicio. Sin embargo, la novedad en el proceso de La Jornada vino por parte de algunos integrantes de la llamada intelectualidad progresista, que se ha distinguido por apoyar distintas luchas pero que cuando sus intereses fueron tocados reaccionan de una manera totalmente diferente.
Para muchos que siguieron de cerca el conflicto de la Jornada, fue claro que junto a los argumentos de corte económico que blandió la patronal, estuvo un proyecto político bajo el cual estos intelectuales -que en un tiempo mostraron otra actitud- satanizaron la lucha del sindicato, desconociendo en los hechos el derecho de huelga.
A esto se sumó el espaldarazo de López Obrador a Carmen Lira, preanunciando así que el Morena, a pesar de que cuenta con las simpatías de amplios sectores que lo ven como una ´posible alternativa a los partidos del régimen, en momentos decisivos no defenderá los intereses de los trabajadores.
Pretextando una inviabilidad financiera de La Jornada, para estos intelectuales está justificado el cercenamiento del contrato colectivo de los trabajadores, a quienes acusaron de querer desaparecer por motivos políticos el diario, pero guardando silencio sobre las alternativas que propuso el Sitrajor a la empresa para resolver la crisis. Así, el grupo privilegiado que dirige La Jornada busca resolver una crisis haciéndola pagar a los trabajadores, a la vez que aparece como una dirección editorial progre.
De esta manera, poniendo su prestigio al servicio de la patronal y tratando de influenciar a los lectores del diario contra los trabajadores, estos intelectuales terminaron del otro lado de la barricada, y la huelga de La Jornada mostró los límites de su supuesto progresismo, que se acaba cuando se trata de los derechos de los trabajadores que laboran en la misma empresa que ellos.
Estamos conscientes que ante estas condiciones, los trabajadores de La Jornada se vieron obligados a levantar la huelga.
Quienes nos hemos solidarizado con los trabajadores de La Jornada en su lucha por el contrato colectivo y por todas sus demandas, maestros, trabajadores de otros sectores, estudiantes, sabemos que este es un primer round y que la lucha continúa. Estamos dispuestos a redoblar la solidaridad para lo que viene.
Consideramos que una de las principales lecciones que deja esta experiencia, es la absoluta necesidad de no confiar más que en nuestras propias fuerzas, desarrollando la lucha con independencia política como trabajadores.
Nosotros como trabajadores de la educación, en el caso de la lucha contra la reforma educativa, aprendimos la importancia de confiar en nuestras propias fuerzas. Por supuesto que podemos movilizarnos al Congreso o hacia alguna otra institución para presionar y exigir nuestras reivindicaciones, a la vez que mostramos al servicio de quién están, pero sabemos que solo con el fortalecimiento de nuestras luchas podremos imponerles nuestras demandas.
Muchos nos dicen que depositemos nuestra confianza y nuestras esperanzas en la acción de los diputados o de la justicia, pero nosotros sabemos al servicio de quién están y que no podemos confiar en ellos. Eso es algo que aprendimos en la lucha por nuestros derechos, contra la reforma educativa. Pero eso es algo que se encuentra en cada lucha, en cada movilización que realizamos los trabajadores, los campesinos, los pueblos indígenas, las mujeres, la juventud, que los de arriba constantemente tratan de engañarnos, tratan de desviar nuestra lucha y nuestra movilización, y que cuando obtenemos nuestras reivindicaciones es a partir de una gran pelea, y como no podemos ganarla estando solos y aislados, sabemos que debe ser una pelea unificándonos con otros sectores, contando con su solidaridad y apoyo, y allí donde sea posible unificando también las demandas.
Hacia adelante, nos parece muy importante que se discuta un plan de acción que dé respuesta a la situación de los trabajadores de prensa en todo el país, que defienda el CCT del Sitrajor e incorpore las demandas de otros sectores, por ejemplo frente a la persecución, la represión y el asesinato de periodistas. Para ello, hemos venido proponiendo el impulso de un Encuentro Nacional de Trabajadores de Prensa, desde donde se pueda llamar a la unidad solidaria a las organizaciones de trabajadores.
Respecto al problema de la inviabilidad financiera de la empresa, consideramos que los trabajadores de La Jornada pueden levantar una perspectiva distinta a la que plantea la directiva, es decir, ni el cierre, ni mantenerla a costa de la precarización laboral.
En ese sentido, queremos proponerles como primera medida elemental, la lucha por el acceso a toda la contabilidad de la empresa, para que los trabajadores puedan conocer sobre la crisis que argumenta la directiva y puedan hacer públicamente contrapropuestas surgidas de la base sindical, partiendo de la defensa del CCT.
La defensa del CCT de los trabajadores de La Jornada nos parece de suma importancia, pues al incorporar conquistas como la indexación del salario de acuerdo a la inflación, debe convertirse en un referente para todos los trabajadores de prensa del país, azotados en gran medida por la precarización laboral. Por el contrario, la pérdida del contrato colectivo del Sitrajor jugaría en contra de las condiciones laborales de los trabajadores del gremio.
Junto a ello, creemos que es de vital importancia bregar porque los sectores terciarizados de la empresa, como los trabajadores de imprenta y de la distribución, sean incorporados al sindicato y disfruten de los mismos derechos que todos los trabajadores de La Jornada establecidos en el CCT:
A la par, ante la gran desigualdad salarial al interior de la empresa, denunciada por el Sitrajor, consideramos necesario luchar por que todos los directivos, personal de confianza y todos los que trabajan en la empresa, incluidos los trabajadores terciarizados, cobren como cualquier trabajador medio de La Jornada.
Sin embargo, frente a la salida que plantean los directivos que es mayor precarización o cierre de la empresa, como parte de la defensa del trabajo en condiciones dignas queremos proponerles y sugerirles que discutan la perspectiva de luchar por la expropiación de la empresa, bajo control de sus trabajadores organizados democráticamente, para resolver desde la línea editorial hasta el problema de la desigualdad salarial.
Apenas en junio pasado, fue promulgada en Argentina la expropiación de la empresa gráfica Madygraf a favor de sus trabajadores, producto de una lucha que comenzó en 2014 ante la declaración de quiebra y el cierre de la empresa por parte de la patronal, en donde los trabajadores decidieron en asamblea ocupar la fábrica y ponerla a producir bajo control obrero, acompañados durante todo el proceso por una gran campaña de solidaridad.
Como parte de esta perspectiva y para no sucumba por falta de recursos, opinamos que la lucha por la expropiación de La Jornada bajo administración de sus trabajadores debe vincularse a la pelea, rodeada de la más amplia solidaridad, por la estatización de la empresa, para que el Estado se haga cargo de las deudas y subsidie el medio, siempre preservando la independencia política como trabajadores, para ponerlo al servicio de las necesidades sociales, en este caso la absoluta libertad de prensa.
Para concluir, quiero reiterar nuestra completa solidaridad con la lucha de los trabajadores de La Jornada. Nuestra organización, nuestras modestas fuerzas están completamente a su servicio para acompañarlos en las acciones que ustedes consideren. Nos parece que como parte de este foro estaría buenísimo que surjan distintas propuestas, toda clase de iniciativas para discutir cómo continuar con esta lucha.
Muchas gracias compañeros, estamos con ustedes. |