Después de la brutal represión a los trabajadores de PepsiCo, el repudio se extendió en gran parte del arco político, social, sindical y de derechos humanos. Sin embargo, el Gobierno nacional la defendió y buscó responsabilizar a la izquierda en una campaña que roza lo bizarro.
“Estos grupos lo único que hacen es cerrar empresas. En vez de ayudar a los laburantes, los matan. Todas las empresas en las que hay comisiones internas que maneja el grupo del Frente de Izquierda terminan cerradas. Kraft, Lear, todas cerradas”. Con esas palabras se despachaba la ministra Patricia Bullrich en el programa Animales Sueltos, haciendo el ridículo al ignorar que las dos fábricas mencionadas se encuentran produciendo a pleno.
Al día siguiente fue el turno del ministro de Trabajo Jorge Triaca: “Hay un conjunto de acción política gremial de izquierda que genera conflictos. Las empresas donde el FIT lidera las comisiones internas terminan cerrando” dijo, repitiendo la burrada de Bullrich.
Marcos Peña cerraría el círculo en La Noche de Mirtha: “Los grupos de izquierda terminan atentando contra la posibilidad que haya inversiones, terminan perjudicando a los trabajadores”, dijo sin ponerse colorado.
Los altos funcionarios del Gobiernos habrían encontrado la respuesta a todos sus males: al parecer las fábricas cierran y las inversiones no llegan… por culpa de la izquierda.
El horno no está para bollos
Mientras el Gobierno pretendía se encaminaba hacia una campaña contra la corrupción y “el pasado”, daba cuidadosos pasos en las reformas que prepara para después de octubre. Sin embargo, el conflicto lo obligó a cambiar de planes.
Así lo reconoce Marcelo Cantón, editorialista del diario Clarín, quien el viernes aseguró que a raíz del conflicto de PepsiCo desde el Ejecutivo “frenaron anuncios sobre blanqueo de trabajadores en negro y cambios en los aportes previsionales, que tenía intención de hacer antes de las elecciones”. Y continuó: “La reforma laboral deberá esperar un mejor momento. El horno no está para bollos, dirían las abuelas”.
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El horno no está para bollos por dos sencillos motivos. Por un lado, el Gobierno pretende mostrarse fuerte para avanzar en las reformas estructurales que se plantea, pero por ahora lo único “estructural” es la debilidad que tiene para llevar sus planes adelante. Por el otro, la batalla de PepsiCo mostró una importante y decidida resistencia obrera, poniendo en el centro de la escena el problema del desempleo y los cierres de fábrica, muy lejos de la imagen de “recuperación” que el oficialismo pretende mostrar de cara a las elecciones.
En medio de esta crisis, el ataque contra la izquierda es el viejo truco de correr el arco . Así lo dejó en claro el delegado de PepsiCo, Camilo Mones que en una entrevistado con Chiche Gelblung aclaró: “¡Hay 200.000 despidos! ¡Si tuviéramos tanta influencia ya habría habido un paro!”.
El periodista Ernesto Tenembaum recientemente dio otro dato que ridiculiza todavía más los argumentos del macrismo. “Es difícil sostener, como lo hizo Patricia Bullrich, que el color político de los delegados haya sido un dato relevante. Desde noviembre de 2015 se perdieron 50 mil puestos de trabajo en el sector industrial y en la mayoría de esos casos, ni siquiera existían comisiones internas”, disparó.
El incremento de la desocupación en los últimos meses y la complicidad de la CGT, muestran el acuerdo que existe para avanzar contra las condiciones de la clase trabajadora. Por el contrario, la lucha de PepsiCo viene mostrando que es posible enfrentar los ataques del Gobierno y las patronales, convirtiéndose en un ejemplo para miles que pasan por la misma situación.
El Gobierno quiere dejar atrás la crisis que le ocasionó PepsiCo, en un momento donde se juega mucho en las elecciones legislativas. Si bien sus argumentos rozan lo bizarro no son para nada ingenuos. Es por eso que apela a lo más insólito para fomentar el conservadurismo y los prejuicios contra los que se plantan y enfrentan los despidos. Buscan cortar así la posible alianza con otros sectores que se sientan identificados y dejarlos aislados
A pesar de eso, las obreras y obreros de PepsiCo siguen luchando y el día de hoy volverán a protagonizar una nueva jornada de lucha, rodeados de una inmensa solidaridad que crece día a día, aunque al Gobierno no le guste. |