Perseguido, censurado y exiliado pero siempre fiel a sus ideales, logró materializar sus sueños y proyectarlos en la pantalla grande.
Imaginación, obsesiones y sueños
Aunque Luis Buñuel nació en Calanda un 22 de febrero de 1900, se trasladó con su familia a muy corta edad a la ciudad de Zaragoza.
Como miembro de una familia acomodada, asiste desde muy pequeño y de manera cotidiana al teatro y la ópera.
A los 17 años se va a Madrid a cursar la Universidad quedándose en la Residencia de Estudiantes de Amo, donde conoce a quienes serían sus grandes amigos y colaboradores durante su vida, Salvador Dalí, Federico García Lorca y Rafael Alberti. Con ellos realizó sus primeras puestas en escena en la universidad con versiones alucinantes escritas por él, en las que actuaban sus amigos.
Para 1921 mostró una gran inclinación por el dadaísmo y el trabajo de André Bretón y Louis Aragon, por lo que empieza a escribir poemas identificados con el ultraísmo.
En 1923 publica su primer artículo al que le siguen poemas y cuentos, por lo que, entusiasmado, al año siguiente, al terminar la licenciatura en Historia, decide marcharse a París, considerada en ese momento la capital de la cultura y las artes.
Intensifica su afición por el cine, escribiendo más tarde en sus memorias que acudía al cinema tres veces al día.
En esta etapa empieza a incursionar en proyectos de dirección escénica, e incluso monta una pieza de “teatro de cámara de vanguardia”, exhibida en un café en París. Eso lo convence de presentarse con Jean Epistein, un conocido director de cine francés y ofrecerse a realizar cualquier trabajo con el propósito de aprender todo acerca del cine.
En alguna parte entre el azar y el misterio se desliza la imaginación, la libertad total del hombre. La imaginación es nuestro primer privilegio, inexplicable como el azar que la provoca. Es la felicidad de lo inesperado.
Forma un cine club en la residencia de estudiantes a donde lleva las ideas del surrealismo y del cine de vanguardia, aunque sus primeros guiones no tuvieron éxito debido a la falta de presupuesto, por lo que en 1928 deja esos proyectos y empieza a trabajar con Dalí en el guion de Un perro Andaluz.
Consigue el financiamiento con su madre y finalmente el corto ve la luz un 6 de julio de 1929 en un cine club parisino. El estreno contó con la presencia de Man Ray y Louis Aragon que quedaron totalmente asombrados, por lo que promocionaron el filme.
Este corto alcanzó gran éxito en los círculos de la intelectualidad, estuvo en exhibición durante 9 meses consecutivos y significó para Buñuel ser admitido dentro del grupo de los surrealistas.
Un perro Andaluz no significó únicamente un logro para Luis. Fue toda una revolución en la industria cinematográfica y aunque al inicio ese no era el objetivo del artista, terminó creando una transgresora obra de arte, que desafiaba las formas en cómo se trabajaba y veía el cine hasta entonces. Aún a la fecha causa polémica y es considerada como un hito en la historia del cine.
Entre el arte y la censura
A éste éxito le siguió el de “La Edad de Oro”, estrenada un 28 de noviembre de 1930, película que contó con mayor presupuesto, y fue una de las primeras películas sonoras del cine francés.
Sin embargo su éxito, se ve ensombrecido ya que su trasfondo de profundo cuestionamiento de las normas morales y sociales de la época, así como la insinuación de acabar con la burguesía asentada en esas normas apuntaladas por la religión, le costaron la censura.
La obra ocasionó un gran disturbio por parte de grupos de extrema derecha, que atacaron el cine donde se proyectaba, por lo que fue prohibida su reproducción y requisadas las copias.
Para entonces, su creciente fama le permite viajar a Hollywood y participar en diversos proyectos en grandes casas de producción. La censura de la derecha lo vuelve a alcanzar en 1934 con su filme Las Hurdes, tierra sin pan.
Buñuel, aunque era un soñador, tenía una gran preocupación por el mundo real. Sus películas no sólo son un ingenioso y mordaz reflejo de la sociedad y de sus contradicciones. A la vez visibilizaba aquello que muchos pretendían esconder e incluso negaban.
Al movimiento surrealista le tenía sin cuidado entrar gloriosamente en los anales de la literatura y la pintura. Lo que deseaba… era transformar el mundo y cambiar la vida…
La guerra y el exilio
Durante el golpe Franquista, Buñuel se encontraba en Madrid, ciudad de la que sale rumbo a Ginebra tras el asesinato de Federico García Lorca, para después llegar a Francia y ahí apoyar a la que dijo serle siempre fiel, La Segunda República.
Le piden volver a Hollywood para asesorar en filmes sobre la Guerra Civil que se vivía. Sin embargo, la sorpresa al llegar fue que los filmes sobre Franco se habían prohibido, por lo que no sólo se encontraba censurado, sino también sin trabajo ni dinero.
En esta etapa conoce a Ronald Tual, quien le ofrece un proyecto que finalmente no se concreta pero que deja a Buñuel dirigiendo Gran Casino, obra que fue un rotundo fracaso y aunado a la situación que vivía deja al director pensando incluso en abandonar el cine.
Afortunadamente el inicio de su etapa mexicana se ve marcada con el éxito de una película comercial que le ofrecieron y el otorgamiento de la nacionalidad de éste país.
Eso hace que un entusiasmado Buñuel le proponga un guion a Oscar Dacingers, a quien le había hecho la película comercial, así que confiado en el talento de Luis Buñuel accede, y logra en 1950 Los Olvidados.
Esta película constituye un retrato de la pobreza suburbana que aunque, de nueve cuenta, no fue bien vista por un sector nacionalista de México. Esto le valió a Buñuel el premio a mejor director en el Festival de Cannes de 1951 y el filme fue tan importante que la UNESCO lo declara como una de las tres películas consideradas como “Memoria del mundo”.
La filmografía de Luis Buñuel, así como los galardones que consiguió, logró que varias de sus películas, sobre todo las censuradas, se volvieran un parteaguas en la industria cinematográfica.
Aunque a lo largo de su carrera hubo varios proyectos que logró concretar, siempre buscó innovar, ya sea con el uso de las nuevas técnicas que surgían, o con la irrupción en el pensamiento del espectador, volviéndose un ícono del cine a nivel internacional, con producciones tan impresionantes como la hispano-mexicana Viridiana, protagonizada por Silvia Pinal.
También crea El Ángel exterminador, una producción muy personal y considerada de las más importantes, y Belle jour, coproducción francesa en la que nuevamente hace el guion con Salvador Dalí, configurándose como la segunda parte de Un perro Andaluz y con la que gana El León de Oro en la Muestra de Venecia.
En 1972 se convierte en el primer director en conseguir el Óscar a mejor director de una película de habla no inglesa con El discreto encanto de la burguesía. Esta película, junto a Vía Láctea y El fantasma de la Libertad, forman una trilogía que se va directo a la yugular del cine convencional. Su argumento se basa en el azar como impulsor principal de la conducta, situación que sin duda más que causar polémica cimbró las salas de exhibición.
La libertad es un fantasma. Esto lo he pensado seriamente y lo creo desde siempre. Es un fantasma de niebla. El hombre lo persigue, cree atraparlo, y solo le queda un poco de niebla entre las manos.
Luis Buñuel fue uno de los pocos directores y artistas en la industria del cine que logró terminar su carrera con total libertad creativa y presupuestos suficientes para sus proyectos.
Esto después de haber pasado por el fuego en numerosas ocasiones y tener ya una prestigiosa y larga carrera, misma que fue homenajeada en su conjunto cuando el artista aún vivía, ya que al fallecer un 29 de julio de 1983, en la Ciudad de México, no se realizaron ceremonias en respeto a la ideología del director, sino que solo fueron trasladadas sus cenizas a su pueblo natal. |