Imagen: Patria Roja, una de las burocracias sindicales más repudiadas del Perú
En el presente artículo analizaremos el rol del nuevo Perú de Verónika Mendoza y del Partido Comunista, Patria Roja, ante las huelgas mineras y el ascenso de luchas de trabajadores de diferentes sectores como educación y salud, que se viene dando en el Perú. Dejaremos para más adelante el análisis del rol jugado por las otras fuerzas de la izquierda peruana.
Verónika Mendoza y el neorreformismo
Verónika Mendoza y su agrupación denominada nuevo Perú, hacen parte de lo que hoy se conoce como neo reformismo ya que se proponen como objetivo estratégico realizar reformas al capitalismo, por eso su programa se orienta a combatir únicamente las inequidades del neoliberalismo buscando ampliar la democracia representativa. A ello se debe que centren su prédica en la defensa de “la gente”, dejando de lado categorías como clase social o lucha de clases. A diferencia de los viejos reformismos del siglo XX que se sostenían en el movimiento obrero y de masas, el neo reformismo se sostiene en figuras mediáticas y privilegia la participación electoral y superestructural. Por esa razón, mientras tres regiones del país eran declaradas en emergencia y diversos sectores anunciaban paralizaciones, los seguidores de Mendoza no tenían mejor idea que priorizar la recolección de firmas para formalizar su inscripción y su grupo parlamentario rompía ruidosamente con la facción del ex sacerdote Marco Arana por diferencias meramente administrativas.
Es necesario tener en cuenta que Verónika Mendoza mandó votar por Pedro Pablo Kuczynski en las elecciones presidenciales de segunda vuelta realizadas el año pasado, a sabiendas que este personaje representaba el continuismo neoliberal en toda la línea y que esa elección fue una de las más amañadas de los últimos tiempos. El argumento de Mendoza fue: “hago esto para preservar la democracia y el estado de derecho”.
Por esa razón concreta, ella y su agrupación, en lo que va del mandato de Kuczynski, tan solo apelaron a exigirle al presidente que cumpla con su promesa de campaña de mantenerse alejado del fujimorismo. Con este accionar, lo que hacían era crear expectativas en una gestión que, desde el saque, sabíamos que estaba comprometida hasta el cuello con los intereses de los capitalistas, que son los mismos a los que siempre ha defendido el fujimorismo. Por eso los roces entre Mendoza con el gobierno se redujeron únicamente a cuestionar la posibilidad que el ejecutivo indulte a Fujimori, obviando que entre estas dos fuerzas ya existía una estrecha vinculación que se dio desde el primer día en que PPK piso palacio de gobierno, la cual se expresó en las diversas iniciativas parlamentarias que juntos aprobaron en el congreso para arremeter contra los trabajadores y el pueblo. La demostración más evidente de esto fue el otorgamiento de facultades que le dio el legislativo de mayoría fujimorista al ejecutivo para que este legisle en materia económica y la aprobación del presupuesto público 2017 que congeló el presupuesto a la salud y a la educación, lo cual se ha convertido en una de las principales causas de la huelga docente y de la huelga médica.
Este apoyo tácito al gobierno y el hecho de no creer en la importancia de la clase trabajadora, son los condicionantes de fondo que llevaron a que Verónika Mendoza y su agrupación hayan estado ausentes en las diversas luchas obreras y populares que se dieron en lo que va del mandato de PPK. No estuvieron, por ejemplo, en la huelga de los docentes universitarios desarrollada a fines del año pasado, ni en la huelga de los trabajadores de SUNAFIL, tampoco en el paro preventivo de los trabajadores textiles. Para ellos las tres grandes huelgas mineras de San Juan de Churunga, Cerro Verde y Southern, así como la huelga nacional minera del 19 de julio no existieron. Más allá de un par de comunicados escuetos publicados en Facebook, no se hicieron presentes en la huelga médica, ni en la contundente huelga docente. Es más, cuando Verónika Mendoza viajó hace poco al Cusco, ni siquiera se acercó a los maestros que ya llevaban varios días en huelga.
Patria Roja y la lucha docente
Esta organización de raigambre estalinista que no se ruboriza de considerar a la China de Xi Jinping y a la Corea de Kim Jong como referentes del comunismo, tuvo en las décadas del 70 y 80 del siglo pasado mucha presencia en el movimiento docente y en el movimiento estudiantil universitario, lo cual le permitió ser – junto al partido comunista unidad y al extinto partido unificado mariateguista – una de las fuerzas más influyentes de la izquierda peruana, la misma que durante los años ochenta se agrupó en torno al frente electoral denominado Izquierda Unida.
Su concepción etapista (revolución por etapas) que prioriza la lucha por lo que ellos llaman la “nueva república o nuevo curso”, los ha llevado a sostener a diversos gobiernos burgueses. Apoyaron y colaboraron, por ejemplo, con el gobierno de Alberto Fujimori en su primera etapa y mandaron votar por Ollanta Humala y por Pedro Pablo Kuczynski en las últimas elecciones. Así mismo, acompañaron a Susana Villarán en la gestión de la municipalidad de Lima, gestión que ahora se encuentra muy cuestionada por la corrupción de Odebrecht. Actualmente impulsan un frente político con Yehude Simon, quien fue primer ministro del segundo gobierno de Alan García y responsable de la masacre de indígenas en Bagua. Esto, sumado al control burocrático que ejercen sobre el Consejo Ejecutivo Nacional (CEN) del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana - SUTEP, los ha llevado a un serio desprestigio ante el movimiento magisterial en particular y ante el movimiento de masas en general.
A esa razón se debe que desde algunos años atrás miles de docentes de varias regiones del país dejaron de sentirse representados por este sector que, a decir de los maestros, siempre termina vendiendo las luchas. Por eso, desde las bases empezaron a surgir nuevos espacios de organización docente independientes de la dirección de Patria Roja. Uno de ellos es el que viene llevando adelante la huelga indefinida en el Cusco que ya lleva casi 50 días, mientras que el otro sector inició su huelga indefinida el pasado 12 de julio. Lo común en estas dos corrientes es la hostilidad a Patria Roja.
Frente a esto, Patria no ha tenido mejor idea que salir a defender un acta firmada entre ellos y la ministra de educación, a raíz de un paro de 24 horas que realizaron el 13 de julio, donde no se resuelven las demandas centrales de los docentes, sin embargo se pide el levantamiento de la medida de fuerza. Por otro lado, tampoco han tenido reparos en hacer unidad de acción con los voceros del gobierno y de la extrema derecha peruana, que acusan a los docentes en huelga de estar vinculados a los remanentes de sendero luminoso, con lo cual su divorcio de las bases magisteriales ha alcanzado dimensiones significativas, al grado tal que sus dirigentes y militantes muchas veces terminan siendo echados a viva fuerza de las manifestaciones públicas de docentes.
Es probable, que ante la crisis de subjetividad expresada en la crisis de dirección política del magisterio, sectores como MOVADEF, movimiento por la amnistía y derechos fundamentales, que actualmente están por la amnistía a Fujimori y a Abimael Guzmán, o Puka Llacta, sin proyecto político nacional conocido, pretendan montarse en la lucha docente, sin embargo, esto no niega ni descalifica un hecho objetivo de la realidad concreta: que miles de docentes, la mayoría de ellos sin filiación política ni ideológica, vienen llevando adelante una contundente huelga indefinida en todo el país contra las políticas de ajuste del gobierno, mientras tanto; Patria Roja los escupe desde la tribuna. |