La reforma política busca terminar con la posibilidad de representación de los trabajadores y minar la expresión política de la izquierda. Un conjunto de medidas que benefician a los partidos tradicionales, o sea, las siglas más grandes, justamente las que están involucradas en la corrupción y que vienen aprobando los ataques a los derechos sociales y laborales. El informe aplaudido por el PSDB y por el PMDB fue hecho por un diputado del PT. El discurso de terminar con la corrupción no es más que demagogia para ir hacia un régimen político más restringido y autoritario.
Aprobada la reforma laboral y permaneciendo Michel Temer en la presidencia, ahora los parlamentarios orquestan otro ataque, la reforma política. La están pasando rápido y por debajo de la mesa, de forma que vela el brutal ataque que significa para los trabajadores y las ideas de izquierda y el cambio profundo y estructural que implica para el sistema electoral brasileño. Este sistema está actualmente lejos de ser mínimamente democrático, si es que se puede usar esa palabra en el capitalismo, pero se hará todavía más restrictivo.
Los nombres que le pusieron a los cambios ya son de difícil comprensión, como por ejemplo “cláusula de barrera” o voto “distrital mixto”. El debate sobre la financiación de campaña, que es el más claro, está también lleno de demagogia parlamentaria, dice que impedir el financiamiento por empresas reduciría la posibilidad de desvío de partidas presupuestarias y campañas sobre facturadas y compradas por los empresarios.
Por eso, para parecer más “limpios”, están proponiendo un fondo electoral de cerca de 3 mil millones de reales (casi 1.000 millones de dólares) para financiar las campañas de los partidos tradicionales como el PT, PSDB y PMDB, en un proceso electoral en el que la izquierda queda excluida. En el actual régimen electoral, trabajadores, jóvenes, mujeres, negros o cualquier sector oprimido y socialmente excluido ya está prácticamente impedido de formar sus propias organizaciones político partidarias. Las reglas para la legalización de un partido ya son restrictivas, permitiendo que solo empresarios y caudillos lo puedan hacer. Se exigen 500.000 firmas de todo el país, además de otras medidas que impiden que partidos de izquierda y militantes logren legalizarse y disputar los espacios electorales.
Se destinarán sumas millonarias a los mismos partidos que ya tienen privilegios y súper sueldos, para que hagan demagogia y digan mentiras en los medios, intentando convencer que uno u otro es mejor para solucionar los problemas de la población, mientras por detrás se comprometen con el empresariado a mantener la reforma laboral, implementar la reforma previsional, además de otros ataques. Esos millones gastados en la campaña nunca van a ir a un hospital o escuela, justamente los lugares donde debería ser destinado el financiamiento público.
Cláusula de barrera, para bloquear las ideas de izquierda
En Brasil hay 35 partidos legalizados. El argumento de los parlamentarios es que son muchos y hay mucho gasto con el fondo partidario. Políticos como Aécio Neves del PSDB de Minas Gerais, “pozo de moral y honestidad”, o Ricardo Ferraço, del PSDB de Espírito Santo, autor de la odiosa reforma laboral, proponen una enmienda constitucional para restringir esa distribución según el desempeño de cada partido. Ambos, junto con el presidente de la Cámara, Rodrigo Maia del DEM de Rio de Janeiro, tejen un acuerdo con Vicente Cândido del PT para que incluya una enmienda que acelere el proceso de aprobación de la barrera.
La propuesta es que para tener acceso al fondo partidario y al tiempo televisivo a partir de 2018 los partidos deberán alcanzar al menos el 1,5% de los votos válidos en por lo menos 14 estados. Con esa cláusula, partidos de izquierda como el PSOL, PSTU y PCB no tendrían derecho al fondo partidario ni posibilidad de hacer campaña. Encima, en caso que sus parlamentarios logren ser elegidos tendrán menos derechos. Un robo del voto. La presión de Aécio, Maia y los parlamentarios es justamente excluir y callar a la izquierda.
Por otro lado, partidos menores de derecha tendrían todas las posibilidades de hacer acuerdos y entrar en partidos más grandes que no se contradicen con sus programas de ajuste y proempresarios. Un ejemplo es que el ultra derechista Bolsonaro que va y viene de partido. La derecha tiene acogida en todos los lugares, son parte de este podrido régimen de corrupción y ataques que la "democracia" brasileña heredó y continuó de la dictadura.
Otra medida que seguramente restringirá más el régimen en los principales partidos es la elección de diputados por "grandes distritos" donde solo se eligirían los diputados más votados de cada estado, considerado como un "gran distrito". Si el nuevo mecanismo hubiese estado vigente de antes, conocidos diputados del PSOL no habrían sido elegidos.
Estos son algunos puntos entre varios, otros siguen en debate, como el parlamentarismo y presidencialismo. Es un hecho que el objetivo principal es acallar la posibilidad de representación de una izquierda anticapitalista y revolucionaria. |