Faltan solamente 6 días para que comience formalmente la mesa de negociación para adecuar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) a las nuevas exigencias políticas y económicas del gobierno de Estados Unidos y de los capitalistas con intereses trasnacionales más poderosos. Por lo que se sabe de los acercamientos informales previos queda clara una cosa: no es una negociación, es una imposición en la que se busca que las necesidades geopolíticas imperiales de EEUU avancen y que los dueños más poderosos del capital en la región amplíen su poder.
No es un enfrentamiento entre “tres países”: es un enfrentamiento entre clases, una competencia encarnizada por espacios para la valorización del capital. Los trabajadores y la población en Estados Unidos, Canadá o en México no se verán favorecidos. Contra ellos actúan los intereses de los capitalistas más poderosos de la región que concentran y centralizan en muy pocos monopolios, la mayoría de las ganancias producidas. Estos mismos poderosos capitalistas buscan eliminar la competencia de otros empresarios con menos influencia en la región y en sus propios países.
Abajo la dominación histórica de Estados Unidos en la región
En estos días previos al inicio formal del proceso, hemos visto cómo toman fuerza las ideas de dominación que han imperado sobre México y sobre la región desde el “Destino Manifiesto” y el Tratado Guadalupe-Hidalgo. La economía de Estados Unidos tambalea, fue el epicentro de la crisis capitalista mundial, ha perdido su papel indiscutible de potencia hegemónica mundial, pero para salir a flote tratan de reforzar la idea simbólica de su dominación para doblegar a la opinión pública y a los gobiernos de sus “socios comerciales”.
Los problemas económicos de Estados Unidos son estructurales y responden a una forma de reproducción de los negocios que está en profunda crisis. Donald Trump y sus negociadores lo quieren todo, su intención es pasar sobre las clases explotadas y oprimidas de otras naciones, y sobre los capitalistas que ya no les son útiles con tal de preservar un poderío que tiende hacia la ruina.
El papel lacayo del gobierno de México en la renegociación
El secretario de economía Idelfonso Guajardo y todo el equipo de “negociación” está derrotado desde antes de iniciar. Su visión alienada es la de continuar con el sometimiento económico y el histórico yugo imperialista estadounidense sobre México. En esta visión simbólica fueron educados y en esta idea han trabajado desde el poder político para reproducir materialmente dicha dependencia.
No los necesitamos. El equipo negociador en México actúa en contra de las clases sociales que ellos mismos expolian cotidianamente. No son aliados, son parte del problema a enfrentar. Lo que urge es enfrentar al imperialismo para romper la dominación y liberar nuestro presente y construir otro futuro.
Una crisis capitalista abierta
Esta crisis, la más profunda que se ha vivido en un siglo (desde 1929), abrió una época en la que se acentúan las peores contradicciones de la dinámica del sistema capitalista. Sus propias leyes nos trajeron aquí y no hay salida bajo sus reglas.
Toda crisis es una gran oportunidad de hacer las cosas de manera diferente. En esta renegociación, Estados Unidos pretende ir por todo en varios temas: macroeconomía, seguridad regional, comercio, migración, empleos, medio ambiente, etc. Tenemos la opción de entregarnos a los designios imperialistas como inevitablemente lo hará el gobierno de México y su equipo negociador, o construir un futuro nuevo que resuelva los problemas económicos, sociales y políticos de la región bajo otra forma de integración, rompiendo las reglas impuestas por más de dos siglos.
Los socialistas estamos convencidos de que existen distintas formas de integración posibles, fuera de la lógica de la competencia regional entre los trabajadores o de la explotación de los poseedores de capital.
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Las fuerzas sociales que pujan en esta dirección son enormes, desde los pueblos originarios y los estudiantes en lucha de Canadá, la combativa juventud trabajadora y migrante en Estados Unidos hasta los valientes obreros en lucha de las maquilas trasnacionales ubicadas en México.
Como afirman los apologistas de las actuales reglas en la economía internacional, “el crecimiento de la economía de ninguno de los tres países crecerá acorde a sus necesidades con el TLCAN versión 2.0”, ni mucho menos mejorarán las condiciones laborales porque es el propio sistema de explotación capitalista lo que está en crisis. La única salida es terminar con la expoliación imperialista y la integración bajo las reglas de los dueños del gran capital trasnacional. |