En poco más de seis meses concluirá el segundo gobierno de Bachelet. Ya comienzan a realizarse balances de altos miembros del Gobierno.
Hace poco más de un mes, fue el turno del ministro de Hacienda Valdés en un tono más auto-crítico en línea con la visión empresarial, declarando que sus promesas de reformas fueron muy ambiciosas.
Ahora fue el turno del ministro secretario general de la Presidencia Nicolás Eyzaguirre, con cuatro claves.
La primera, las condiciones en las que debieron actuar, a las que considero adversas: “hemos encontrado obstáculos que no previmos, desde económicos a políticos, para llevar adelante reformas que son de un calado mayor”. No menciona cuáles, porque es meter el dedo en la llaga, porque allí están tanto los puestos por la derecha, los empresarios y la Iglesia, como los puestos por la propia Nueva Mayoría en especial la DC con sus matices. Y algo más: ante esto, el Gobierno optó por ponerse del lado de estos obstáculos, en lo que Bachelet llamó el “realismo sin renuncia” (que Eyzaguirre reivindica diciendo que igual se cumplió pero graduando el paso).
La segunda, los logros, que como parte de la campaña electoral, denomina una “Presidenta que cumple”. Y enumera lo más emblemático: el cambio del binominal; el fin de la segregación escolar con la Ley de Inclusión; una reforma completa a la educación parvularia, a la carrera docente; la nueva educación pública (en segundo trámite parlamentario), la gratuidad y la educación superior, la elección de gobernadores regionales (para la próxima elección), la despenalización del aborto en tres causales.
La tercera, que lamenta la mala suerte, porque explica que el menor crecimiento se debe al ciclo de precios de las materias primas, y que se está revirtiendo, por lo que el próximo gobierno tendrá un entorno económico más favorable.
La cuarta, la más importante. La verdadera intención de las reformas y el rol de la centroizquierda. ¿Piensa las reformas como una respuesta a las demandas sociales que las satisfagan? No, de lo que se trataba era de evitar las huelgas, bajar la tensión social (para ellos, todos ellos, toda demanda social, representa una “tensión social”, no así los abusos empresariales que provocan las demandas). Así lo dijo: “En general, un proceso de reformas relativamente estructurales trae incertidumbre. Que eso tiene un cierto efecto en la economía, lo tiene, aunque no creo que sea el principal, pero tampoco digo que sea cero. Ahora, ¿cuál era la alternativa? No hacer esas reformas. Pero si no se hacían, eso también tiene un efecto en la economía, porque produce falta de cohesión social, huelgas, y manifestaciones”. Y agrega: “No sé si la evitó (la mayor insatisfacción social), porque hay muchos temas pendientes, pero la tensión social para los años por venir habría sido aún mucho mayor, no me cabe duda”.
De todos modos, las perspectivas son difíciles para los años que vengan: “Creo que igual va a ser fuerte, por la crisis de legitimidad de la política y los problemas que tiene nuestro ordenamiento político actual. Y se lo digo a todos mis amigos de la oposición, si es que ellos esperan ganar el gobierno, cosa que todavía no está clara: prepárense, porque el gobierno ahora es un caballo mucho más difícil de cabalgar”.
Y porque esa es la verdadera intención de las reformas, de las que la derecha es enemiga decidida, reivindica el rol de la centroizquierda: “Estoy completamente convencido de que la centroizquierda es la única que le puede dar gobernabilidad al país, por lo menos en esta parte del tránsito hacia el desarrollo. Creo que cuando Chile logre umbrales civilizatorios de menor desigualdad, mayor inclusión y menores abusos, es posible que puedan itinerarse sin problemas gobiernos de centroderecha con gobiernos de centroizquierda. Todavía le faltan tiempos a la centroizquierda para llegar a ese umbral civilizatorio. En el intertanto, es posible que la gobernabilidad sea extremadamente compleja”.
Por eso, la crisis actual de la Nueva Mayoría, tiene alcances mucho mayores que la mera contienda electoral que se avecina. Más allá de los vaivenes, Chile tiene enfrente tiempos turbulentos. |