Una bandera estampada con una rosa roja, histórico símbolo de la socialdemocracia, y manteniendo el acrónimo FARC en letras verdes, la exguerrilla colombiana se acaba de reciclar como fuerza política para jugar dentro del régimen político de ese país.
Tras una semana de deliberaciones en la que participaron gran parte de los principales dirigentes que formaron parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el Congreso definió mantener ese acrónimo pero haciendo algunos retoques al contenido de la sigla. A partir de ahora pasaran a llamarse Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
Así lo anunció el máximo dirigente Rodrigo Londoño, alias Timochenko, tras una votación en la que mantener el acrónimo FARC le ganó por 628 votos contra 264 a la propuesta de pasar a llamarse Nueva Colombia.
En una imagen de la rueda de prensa realizada este viernes se puede ver a varios de los dirigentes sosteniendo rosas rojas. En un tuit publicado por Londoño define lo que serían sus objetivos: "¡Nuestra fortaleza es la unidad! Todos juntos en pos de un mismo objetivo: construir la paz de Colombia y el buen vivir para los oprimidos". Es decir un programa que podría compartir cualquier fuerza que se diga medianamente progresista y alejada de cualquier discurso anticapitalista o antiimperialista.
En otro de los tuits cita a Ivan Marquez que aclara "Nos hemos integrado a la vida política social porque queremos ser gobierno o hacer parte", lo que los deja a un paso del establecimiento de coaliciones políticas con otras fuerzas en pos de un proyecto que consideran "posible", es decir de tímidas reformas sobre el capitalismo colombiano.
Este viernes el nuevo partido también presentó a su nueva dirección y la lista de candidatos para las elecciones legislativas que se realizarán en marzo de 2018.
El acuerdo de "paz" que las FARC firmó con el gobierno de Juan Manuel Santos estableció que durante dos periodos, a partir del 2018, el partido que funde el grupo tendrá 10 bancas aseguradas en el Congreso -cinco en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes-, incluso si no consiguen los votos necesarios en las elecciones.
A pesar del parafraseo de Marquez y Londoño, que al cierre del Congreso definieron que el nuevo partido que se funda tendrá un carácter revolucionario, lo cierto es que la definición de los primeros objetivos publicados lo acercan más a un tímido reformismo centroizquierdista, por detrás incluso de la retórica de varios de los gobiernos posneoliberales hoy en crisis. En los gráficos que dieron a conocer con las prioridades políticas del partido se incluyen tópicos como "la lucha contra la corrupción y el fomento de las artes y la cultura".
La nueva formación entiende el sentido de oportunidad de construirse sobre una política de lucha anticorrupción tras los escándalos que en los últimos meses mancharon a los principales partidos políticos. Una reciente encuesta de Gallup mostró que las FARC como la fuerza con mejor imagen dentro del sistema de partidos.
El reciclaje de las FARC va camino a convertirse en un nuevo fiasco para las ilusiones de los trabajadores y el pueblo de Colombia. Si el "proceso de paz" fue la coronación del abrumador fracaso de su estrategia guerrillera, en un país mayoritariamente urbano, el lanzamiento de un nuevo partido reformista con fraseología revolucionaria va camino a ser la próxima trampa para aquellos y aquellas que quieran llevar adelante una lucha verdaderamente anticapitalista y antiimperialista en Colombia.
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