Tan sólo el pasado mes de Noviembre dejó un saldo lamentable. La primer baja fue para el Quilmes cuyo presidente es el Senador Aníbal Fernández, la mañana del día 5 encontraron dentro de una camioneta robada a un miembro de la barra local muerto por tres disparos. Al otro día le toco a Alte. Brown, en la entrada de la cancha, previa al partido, una interna local se cobro la vida de un hincha e hirió a un niño de 4 años. El 10 dos barras de Dock Sud ingresan a los tiros al buffet del club El Renunciamiento (La Boca) donde hinchas de San Telmo seguían a su equipo por la tv, el saldo fue un muerto y un herido de bala en el abdomen. Tan sólo tres días después la muerte vuelve a decir presente en el conurbano con otro enfrentamiento de facciones internas está vez le toco al Club Atlético Ituzaingó, antes del partido una gresca deja un muerto y varios heridos. El cierre de este fatídico mes fue en River el Martes 25, cuando 150 barras armados con palos y cuchillos copan el buffet-confitería del club emboscando a la actual conducción de “Los borrachas del tablón”. El saldo fue tres apuñalados y varios heridos.
La violencia de las barras bravas en Argentina no es algo nuevo, pero no podemos y no queremos acostumbrarnos a semejante barbarie. Frente a estos hechos intentamos comprender que es lo que lleva a semejantes choques violentos, pero a la hora de las respuestas parecería ser que los responsables directos de las instituciones a cargo “no saben nada”. Sin ir muy lejos hay que remitirse al intercambio de argumentos entre el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio: luego de los incidentes, el segundo le reclamo al Gobierno Nacional (Estado) más seguridad, a lo que Capitanich respondió “No es competencia del Gobierno trabajar en esos temas”. Aguda y cínica respuesta del “Coqui”, que se olvidó del muerto en el placar (y los dos heridos de bala) que dejo la interna entre hinchas del club que él preside (Club Sarmiento de Resistencia) el pasado 10 de Septiembre; lo único que atinó a decir cuando se lo interpeló ante semejantes hechos en su habitual conferencia matutina fue "El club Sarmiento de Resistencia no es el club de Capitanich ….. No se puede utilizar la figura del jefe de Gabinete como una estrategia para enlodar".
Si creyéramos que los clubes de fútbol son territorios donde no se hace política y sólo sirven para realizar actividades lúdicas, podríamos creer que el Estado no tiene incidencia ahí, pero nada más lejano de la realidad. Política y barra bravas se relacionan desde las últimas dos décadas tomando una dinámica propia que ya rompió todos los parámetros formales y legales para comprenderlos. Tiempo atrás quedo la época en que las barras de los clubes subsistían tan sólo del regenteo de trapitos los días de partido, los choris, remeras truchas o la droga. Actualmente los barra bravas fueron cooptados por el Estado (en sus distintos niveles) y pasaron a ser la tropa de choque de varios dirigentes políticos y burócratas sindicales. Sus tareas son varias: desde hacer campaña política para el candidato de turno haciendo pintadas y pegando afiches por el barrio donde son locales hasta escrachar los carteles de los candidatos rivales, pasando por poner el pecho para defender lugares estratégicos de campaña hasta matar si se lo ordenan, como paso con Mariano Ferreyra, asesinado por Cristian "Harry" Favale el barra brava del club Defensa y Justicia que “trabajaba” para la burocracia de la Unión Ferroviaria.
Lo cierto es que esta tropa, engrosada cotidianamente por la legión de jóvenes sin perspectiva de futuro sumado a la descomposición social crónica que vive el país, tiene que buscar nuevos negocios y defender los actuales de la amenazadora competencia. Pero el negocio de la barras en argentina actualmente vive un momento particular.
Dicen que nada es más desestabilizador para la paz de un reino que la muerte de un viejo rey que no deja descendencia, la razón es simple: los subalternos se van a sacar los ojos con el fin de ocupar el nuevo vacío de poder. En nuestro país ese hueco lo dejo “Don Julio” que, luego de 35 años al mando de la AFA, muere dejando una fuerte disputa interna y un torneo de 30 equipos que ya tiene fecha de vencimiento. Si a todo esto le sumamos la crisis interna que actualmente tiene el Kirchnerismo donde además del problema de la sucesión de CFK (que parece que se resolvió por derecha con la candidatura de Scioli) se le agrega el condimento extra de un drenaje de caciques del conurbano y dirigentes del FPV que no dudaron en probar suerte con el nuevo Frente Renovador de Massa.
En este contexto de dirigentes nuevos y alianzas espurias, los jefes de la barras no dudan en reubicarse junto con la nueva situación nacional: también están los disidentes internos que desean probar suerte con candidatos nuevos y le plantean sus propuestas de trabajo a sus “antiguos” jefes, argumentando con balas y facazos en las tribunas o en los estacionamiento de los clubes.
Lamentablemente con una elección nacional el año que viene y con el PJ sufriendo una interna, el panorama inmediato no parece mejorar. Habrá que esperar a ver cómo se desarrollan los próximos acontecimientos futbolísticos y mientras tanto miramos los partidos por TV publica ya que a la cancha como visitantes no se puede ir, o por ahí está suspendida un par de fechas por incidentes.
Pasó Noviembre, el mes más negro del 2014. Tal vez Cristina Kirchner tenía razón cuando dijo que “en el fútbol la violencia la generan los árbitros con sus malos fallos” a fin y al cabo parecería ser que para el gobierno todo se remite a los fallos ya sean de Griesa, Bonadío o Castrilli. | 
