Las primeras horas del inicio de la visita del Papa Francisco, en Colombia, han dejado clara la tónica que busca dar el líder del Vaticano: un marcado apoyo a los “acuerdos de paz” y un llamado a la reconciliación, buscando dejar de lado los crímenes cometidos por el estado colombiano durante “la guerra contra la guerrilla”.
Mientras la primera jornada en Bogotá aún no culmina, el discurso de Bergoglio en su encuentro con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y los mensajes primero a miles de jóvenes y luego a los obispos, mostraron que busca dejar con su visita.
En los discursos dados junto al presidente Santos y luego a miles de jóvenes frente a la Catedral, Bergoglio volvió a utilizar su oratoria con tinte social e interpelante, llegando a citar a García Márquez, para dejar un marcado mensaje de apoyo al “acuerdo de paz” entre el gobierno y las FARC, una “reconciliación” en tono reaccionario que iguala el rol criminal del estado al de las acciones de la guerrilla en los años de conflicto.
"Es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza... La soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años” dijo Bergoglio, usando referencias que remiten a Gabriel García Márquez.
Esa referencia a la no caer en “la tentación de la venganza” es leída como un golpe contra la derecha dura, que critica los acuerdos e incluso apunta a revisar algunos aspectos por considerarlos demasiado “generosos” hacia las FARC, aunque hizo un guiño a esos sectores al recibir una paloma de la paz de manos de un niño que nació en 2004 mientras su madre, la política y miembro de la Cámara de Representantes, Clara Rojas, se encontraba secuestrada por las FARC.
Pero el no caer en “la venganza” también es un mensaje contra quienes busquen reclamar por los crímenes cometidos por el estado y los grupos paramilitares durante la “guerra contra la guerrilla”. Un mensaje que fortalecerá los intentos por explotar a fondo la “rendición negociada” de la ex guerrilla, buscando incluso recortar las garantías y compromisos asumidos para obtener su desarme.
En ese mismo sentido Bergoglio marcó, lo que considera, debe ser el rumbo de la Iglesia colombiana. Vale recordar que las autoridades eclesiásticas han apoyado las acciones criminales del estado, e incluso de los grupos paramilitares, contra campesinos y trabajadores durante la llamada “guerra contra la guerrilla”. Es por eso que el Papa llamó a los obispos a que “la Iglesia no sirven alianzas con una parte u otra”, en un intento por evitar un marcado apoyo, como institución, a la derecha que busca hacer caer los “acuerdos de paz”.
Este intento de Bergoglio no es nuevo, busca poner su investidura en pos de recuperar la imagen de la Iglesia en Latinoamérica. Ha intentado en base a su discurso, con tono social, recomponer el rol de una institución constantemente sacudida por casos de abuso de menores y apoyo a los sectores más reaccionarios.
Sus primeros discursos en Colombia vuelven a mostrar esa intención. El llamado a la “reconciliación” y la “unidad” en el país, que apoya la reaccionaria salida que iguala el rol criminal del estado al de las acciones de la guerrilla en los años de conflicto, muestran el rol que pretende dar el Papa a la Iglesia: el de una mediadora con el rostro renovado, funcional a los intereses de la burguesía. |