Fotografías: Pedro Scrouch
Cuando uno viaja por la ruta 40 hacia el norte, llegando al departamento Cushamen, en un momento se encuentra con un cartel: “A 1 kilómetro, área de servicio”. El viajero imagina “cargo nafta, estiro”. Pero en vez de surtidores y mesas, después de recorrer esos mil metros, se encuentra con una comisaría con modernos móviles. No tiene por qué saber que el lugar se convirtió en una estación al servicio de la estancia que allí enfrente tiene su primer tranquera de ingreso.
La 4x4 que descansa delante de la dependencia dice “Policía de Chubut - Subcomisaría Leleque”. Tiene el logo de la fuerza del gobierno provincial. El cartel que tiene encima, en cambio, tiene otro logo. Una letra S, en color verde, acompañada por la leyenda “Cuartel Forestal Leleque”.
Esa S que manda en medio de patrullas y uniformes, puede pasar desapercibida para quienes transitan la ruta. Pero si uno logra ingresar a la Estancia Leleque, esa letra verde se empieza a hacer familiar. Primero sola, como un símbolo, una “marca” que todos debieran entender. Pero se termina de revelar al llegar a uno de los primeros cascos de la estancia. Allí, otra serie de símbolos vuelven a marcar el territorio.
Sobre un mástil, el indómito viento del sur castiga una bandera argentina con un sol estampado. Es el pabellón de guerra. Debajo, flamea la otra bandera, solo identificada por una S.
Más atrás, un cartel revela la incógnita. Una chapa sobre el ingreso a uno de los cascos de la estancia tiene la S rodeada de un lema: Compañía Argentina Tierras del Sud.
Cuenta la historia que tras la “Campaña del Desierto” del general Roca, The Argentine Southern Land Co llegó a tener 1 millón de hectáreas. Cien años después, la empresa y sus bienes eran comprados por Luciano Benetton. Ya se llamaba Compañía Argentina de Tierras del Sud. El adjetivo “argentina” parece toda una provocación: desde hace 130 años, esas estancias estuvieron en manos de millonarios europeos. Y en todo caso, antes habían sido robadas por el Estado naciente a los pueblos originarios que las habitaban.
La S, con ese color verde gendarmería, aparece durante el “camino de servidumbre” que recorre la estancia. Junto a la iglesia, los establos, el museo que cuenta la historia de la Patagonia según “los vencedores”. Pero también en cada tranquera, durante decenas y decenas de kilómetros. Ovejas, vacas, pinares, cerros con potencial minero, todo está marcado con la S de Benetton.
Los integrantes de las comunidades mapuches de la zona aseguran que desde esa comisaría, desde la Policía de Chubut, se han organizado muchas de las represiones y hostigamientos a la Lof Resistencia en Cushamen y otras comunidades que reclaman sus tierras. Y reclaman que se investigue su participación el 1º de agosto, junto a la Gendarmería Nacional.
Sin embargo, con cinismo, Mario Das Neves y el gobierno de Chubut pretendieron presentarse como querellantes en la causa de Santiago Maldonado.
La S de la compañía latifundista sobre la fachada de la comisaría, como si fuera una dependencia más del imperio Benetton, es todo un símbolo que cómo se construyó y se sostiene el poder terrateniente y la opresión a los pueblos originarios en estas tierras.
|