Alejandro Murat, gobernador de Oaxaca, visitó Juchitán junto al Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, para demoler la escuela “Juchitán”, dañada por el sismo. Nuño no pudo hablar: los reclamos y abucheos de los habitantes se hicieron oír desde las gradas.
“No tenemos ayuda de nadie, ya pasaron cinco días del sismo”. “Estamos durmiendo en la calle”. “Solo vienen a sacarse la foto y se van”. Fueron algunos de los reclamos de mujeres juchitecas contra Murat y Nuño.
También la presidenta municipal de Juchitán, la perredista Gloria Sánchez Vázquez, fue objeto de la justa ira: “donde están los millones de pesos que le dio la eólica del Sur?” la increparon.
El cinismo del gobernador de Oaxaca no tiene límites: ante los reclamos, pidió “silencio y respeto. Acabamos de vivir una tragedia.”. Un verdadero insulto a los sobrevivientes que sufrieron en carne propia la tragedia, quienes perdieron todo y en muchos casos vieron morir a sus familiares.
El gobierno federal y los gobiernos estatales son los responsables de la situación que sufren los habitantes de Juchitán, y ahora ya se alzan las voces que denuncian que los altos funcionarios se quedan con los acopios del DIF Nacional, DIF Estatal, Cruz Roja y de los Centros de Acopio y donaciones de la Sociedad Civil organizada, como ha sucedido en tragedias anteriores.
Las consecuencias del terremoto no tienen nada de “naturales”; son el resultado de que los gobiernos actúan a favor de los empresarios, y no les importa las condiciones de vida y la seguridad de las grandes mayorías.
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