Su mano busca algo sobre que aferrarse, sus dedos se entremezclan con una remera blanca sobre la cual estamparon los rostros de nueve trabajadores que se fueron a ganar el pan mar adentro pero que nunca volvieron a tierra firme. Arriba dice “El Repunte”, así se llamaba el barco pesquero que por sus pésimas condiciones de infraestructura nunca tendría que haber zarpado del puerto de Mar del Plata.
Señala a dos personas de aquella tela que lleva con una enorme fuerza en su pecho, no digo sobre, digo “en” de “adentro”, en lo profundo. Uno era su marido, padre de sus 4 hijos, y el otro era su sobrino, padre de mellizas. “Llegamos tarde para los nuestros” lamentan ella y otras familiares de las víctimas, varios de ellos murieron o están desaparecidos hace más de un mes luego del hundimiento del barco pesquero. “Nuestra lucha es por justicia, no sólo para ellos, sino para que no haya ni un hundimiento más”, sentencian.
Esa es su bandera: “Ni un hundimiento más”. Expresión de hartazgo contra la desidia patronal pero también del punto de ebullición que debe romper todo tipo de naturalización de estos crímenes sociales. Unas horas antes habíamos tenido una charla en el puerto con algunos trabajadores que decían “y son cosas que pasan”, “este trabajo es así”, “ahora están haciendo controles, esperan a que muera gente, aparentan un poco y todo vuelvo a ser como antes”, la tarea que emprendieron estas leonas, será ardua.
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Sus relatos no pierden fuerza en las partes más duras de volver a vivir, ni en la triste ausencia del presente. Si los ojos se empañan, la voz continua; si el habla tiembla, la mirada y el cuerpo mantienen la firmeza; si el quiebre es fuerte, entre ellas se bancan, una a la otra. Son un colectivo, las unió el dolor y la bronca, pero las ganas de cambiar las cosas fortaleció esos lazos.
Coinciden en sus enemigos: la empresa, las conducciones sindicales (entre ellos el Caballo Suárez), la Prefectura Naval, el poder judicial y los partidos patronales que hacen oídos sordos. Entre sus puteadas a estas personas e instituciones, no podía evitar pensar que 9 años atrás daba mis primeros pasos en la militancia política sindical: había sido despedido por las empresas que se dividían las acciones del Casino Flotante, atacado por patotas sindicales conducidas, entre otros, por el Caballo Suárez, con la mal llamada justicia en contra, y el FPV y el PRO boicoteando nuestra lucha.
En ese mismo año, habíamos juntado comida y fondo de lucha para los fileteros de Mar del Plata. Muchas eran mujeres que estaban hartas de la explotación y el acoso que sufrían mientras trabajaban. Hoy volví a “La Feliz” y me encontré nuevamente con la otra cara del centro balneario.
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Las familiares de las víctimas del hundimiento de “El Repunte”, contaban como también tienen que enfrentar el machismo. Se le paraban de frente a la burocracia sindical y a la gorra, a éstos obviamente no les cabía y no dudaban en destilar machismo para denigrarlas. Pero fallaban, del otro lado, hay mujeres que la vida y la lucha las hicieron más que fuertes.
A su vez, denuncian la precarización laboral, modalidad para aumentar aún más los ingresos que deja la pesca. Mientras tomabamos unos mates con las familiares, Nicolás del Caño contaba sobre la campaña “nuestra vida más vale que sus ganancias”, que esta lejos de ser una consigna abstracta, porque es esto, pelear por hacernos valer, pelear por mostrar que no somos descartables, pelear porque nuestra vida puede ser puesta en función del bienestar social, pelear porque nuestra vida vale y mucho.
#NoMásMuertesObreras #NiUnHundimientoMás. |