Bajo su gobierno, el Día de la independencia podría ser rebautizado como día de la dependencia. Con Trump en la Casa Blanca, se reforzó la humillación de México y su subordinación a la potencia del norte.
Desde que el magnate llegó a Washington, el gobierno mexicano mostró una y otra vez una subordinación extrema. Ataques ofensivos contra los migrantes y contra México, presentándolo como un nido de “narcotraficantes y asesinos”, planes de construcción del muro y las deportaciones que buscan superar el récord de Barack Obama.
Y ahora, la cancelación del DACA, que afecta a 800 mil “dreamers” en los Estados Unidos, los que corren peligro de deportación. Trump no escatima gestos para mostrar su desprecio; dejó pasar más de una semana para expresar “sus condolencias” por el terremoto.
¿Cuál fue la más reciente respuesta que dio el gobierno mexicano? Invitar al jefe del Pentágono, Jim Mattis, con todos “los honores”, como decimos aquí. Todo un símbolo de que México se está convirtiendo en una estrella más de la bandera estadounidense, y que Peña Nieto quiere llevarse el primer lugar en la carrera de los gobiernos más serviles a los Estados Unidos.
Esto es la consecuencia de un largo camino de subordinación económica, política, militar y diplomática, donde Peña reforzó lo hecho por sus antecesores panistas y priistas en Los Pinos.
Las reformas estructurales que pactó con el PAN y el PRD, la entrega del sector energético y de los recursos naturales a las trasnacionales estadounidenses (pero también canadienses y europeas) muestran eso. La militarización y la “guerra contra el narco”, así como la “apertura comercial y productiva” con el Tratado de Libre Comercio son las dos caras de la histórica sujeción de México a los planes de Washington.
Suena a burla que Trump diga que Estados Unidos “nunca perdió tanto” como con el TLC, cuando durante décadas sus empresas se beneficiaron de los bajísimos sueldos de los trabajadores mexicanos. Ahora, con la renegociación del TLC y con chantajes y amenazas, Trump quiere imponer las mejores condiciones posibles. Los bandidos de la Casa Blanca no tienen medida: quieren todo el botín.
El presidente priista gritará "Viva México" mientras cientos de miles de personas sufren, en Oaxaca y Chiapas, la desidia del estado después del sismo, y el cinismo de la "clase política" que le pide respeto y silencio.
Con Peña Nieto y con el jefe del Pentágono yanqui, los trabajadores, la juventud y el pueblo de México no tenemos nada que festejar. Con los partidos responsables y cómplices de la entrega -PRI, PAN y PRD- no tenemos nada que celebrar.
Hay que retomar la lucha por la independencia real y efectiva de México. Contra la entrega de la soberanía nacional y de los recursos naturales a las trasnacionales.
Nuestros hermanos están del otro lado de la frontera: los migrantes, los dreamers, los trabajadores y el pueblo estadounidense que resisten a los mismos verdugos.
Contra Trump y contra Peña Nieto, solidaridad con los dreamers, abajo el muro y las deportaciones.
Por la unidad con los trabajadores y pueblos de América del Norte y Latinoamérica, fuera imperialistas de México y América Latina. |